Historias Social Latinoamericana
Enviado por laisladousse • 28 de Octubre de 2014 • 4.507 Palabras (19 Páginas) • 482 Visitas
“HISTORIA SOCIAL ARGENTINA Y LATINOAMERICANA”
Trabajo práctico n°3 “Historia oculta de la conquista de América Latina” – Sánchez Sorondo.
1).- Determinar las características del descubridor-conquistador (origen social, geográfico, situación cultural)
En los siglos XVI y XVII, con el descubrimiento del nuevo mundo, una nueva categoría irrumpe y re define a los humanos. Pues al mismo tiempo que occidente toma conocimiento del hombre nativo de América, emerge con caracterología propia otros hombres: el descubridor europeo; el conquistador.
Los intereses más íntimos del conquistador llano, bien de una Europa signada por la sociedad estamental. En ella, las posibilidades para modificar la situación social en la cual habían nacido eran mínimas. La búsqueda de acceso existían en versiones diferentes: un hidalgo acomodado, un clérigo o un simple ex convicto capaz de empuñar la espada. La case alta o dirigente, salvo excepciones, no se embarcó hacia América. La mayoría de los oficiales eran “hidalgos” (remite a persona sin apellido de cristiano viejo)
Para aquellos escasos nobles que viajaban, frecuentemente el atractivo de América consistía en sacarle lustre a su ajado escudo, sumando a su apellido una posesión, un rango militar obtenido en el mérito de la campaña.
La conformación de las flotas españolas registraba mayoría andaluza, con un 36 %. Luego seguían los castellanos, con un 28% y final mente los extremeños con un 14%. Claro que la pertenencia geográfica no era determinante de un nivel socio-cultural, pero si un indicio. En ese marco el expedicionario al Nuevo Mundo resultaría un camino alternativo para ascender en la España del siglo XVI.
En canto al nivel de instrucción cultural, salvo excepciones los expedicionarios no era gente “ilustrada”. Pero recordemos que la lectoescritura era privativa de muy pocos en el siglo XVI. La educación era un fenómeno eminentemente urbano, y solo aprendían a leer aquellos cuya ocupación lo exigía: miembros del clero o la nobleza, funcionarios, mercaderes, abogados. Incluso las clases altas carecían de cultura.
2).- ¿Cuáles fueron los objetivos de la conquista? ¿Qué implica ser “adelantado”?
Las motivaciones para salir de España no se limitaban a un único afán de ascenso social o “huida hacia delante”, como el caso de aquellos que tenían cuentas pendientes con la Justicia. En algunos, el objetivo aparente se redefinía en otras apetencias menos claras.
El “adelantado” no es un mero invasor, ni un corsario, ni un colono aunque lo apañe la corona. Es un guerrero, pero además de conquistar debe “convertir”: operar en el alma del salvaje, evangelizar, el navega con obstinación en pos de un destino, Construye fuertes. Va y viene dando misas, fundando, prometiendo, informando al rey. Es un ser laberintico, busca la cima, la desmesura de poder y la gloria.
El adelantazgo, es una figura compleja. Implica la concepción de un dominio previamente asignado por el rey, pero aun ajeno en la práctica. Supone luego ejercer la apropiación de un territorio al estilo medieval, con todo lo vivo que allí habite, pero también con el sometimiento de terceros a partir de una creencia y una razón Cristian, ligada al poder monárquico.
La hispanidad conquistadora supone la apropiación de vidas con una respectivas almas en multiplicadas en la fe, en la obediencia, en la sumisión.
3).- ¿Cuál fue el papel de la mujer blanca y de la mujer indígena?
La tradición ibérica admitía una inserción importante de la compañera en la vida del esposo (notablemente mayor a la de la sajona, u oriental). De hecho, las damas peninsulares podían viajar a América sin necesidad de permisos especiales. Es sabido que la Corona alentaba la idea de que sus varones emigraran casados, a fin de mantener al hombre en sus cabales, fiel a las reglas del comportamiento civilizado.
Pero aquello no siempre era posible.
Gálvez pone de relieve a esa mujer pionera en la conquista y aporta pruebas poco reseñadas, como la propia correspondencia de época. Una carta de Isabel de Guevara, por ejemplo, quien llega a América con la expedición de don Pedro de Mendoza:
“Vinieron los hombres en tanta flaqueza, que todos los trabajos cargaban en las pobres mujeres, así en lavarles la ropa como en curarles, hacerles de comer lo poco que tenían, limpiarlos, hacer centinela, rondar los fuegos, armar las ballestas cuando a veces los indios les venían a dar guerra… dar alarma por el campo a voces, sargenteando y poniendo en orden los soldados. Porque en ese tiempo, como las mujeres nos sustentamos con poca comida, no habíamos caído en tanta flaqueza como los hombres.”
Mujeres indias, por el lado americano, nos sorprenden también con su inmenso protagonismo. La conquista, hay que decirlo, también fue sembrada y Sangrada por mujeres.
En cuanto a la relación de las indias con los expedicionarios, su complicidad, una vez establecida (o “conquistada” por el blanco) estaba orientada al pequeño universo del hogar, de las relaciones personales, y no al de la comunidad en la que habían sido criadas. En consecuencia de lo cual, efectivamente, las indias integradas en el mundo de los españoles acababan traicionando, de ser necesario, a sus propios parientes y compañeros de aldea o tribu si se trataba de proteger a esos mismos invasores que las habían capturado y tomado para sí, una vez que se sentían integradas como “esposas” a esos señores barbados que las habían embarazado, dándoles hijos mestizos.
Como bien destaca Herren en su Conquista erótica pronto se incorporaron las prostitutas –ubicuas protagonistas de la historia de la humanidad:
“En agosto de 1526, dos reales cédulas, firmadas por el secretario del emperador y por tres piadosos obispos (los de Osma, Canarias, y Ciudad Rodrigo), autorizaron la instalación de sendos lenocinios en Santo Domingo y en San Juan de Puerto Rico con mujeres que, al menos parcialmente, eran blancas. Según Pérez de Barradas, en 1516, el secretario del rey, Lope de Conchillos, tenía en Santo Domingo diez o doce mozas desempeñándose como prostitutas. Hacia fines del siglo, en la rica Potosí había hasta 120 profesionales del amor pago, en buena parte europeas, para servicio de los señores que desdeñaban ayuntarse con indias o mestizas. Esclavas blancas, principalmente moriscas, fueron enviadas legalmente a partir de 1512 a América para que casaran con los españoles que se negaban a mezclar racialmente su descendencia legítima.”
En cuanto a la propia nativa americana, también apaciguaría las masculinas fiebres ibéricas.
Pero no todo serían abusos y sometimientos. Hubo múltiples formas de relación entre
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