La difunta viajera

“La difunta viajera”

Introducción

Todos conocemos esos personajes que por alguna razón quedan en la memoria colectiva de la humanidad. Genios universales que dejaron un legado en vida, y que son recordados siempre por sus acciones. También por otro lado tenemos aquellos que quisieron hacerse perdurar por propia mano. Esos sujetos que decidieron no morir físicamente, y que tomaron su imagen como símbolo para ser idolatrados. De aquí, tal vez, surge la idea del embalsamiento; un rito que tiene su origen en el antiguo Egipto, pero que siguió practicándose en varias partes del mundo, como Latinoamérica. En Perú los Incas usaron el embalsamiento, pero con técnicas distintas a las de los egipcios.

Yendo más hacía al sur del continente, y en una época contemporánea, se encuentra el personaje en el que se centra esta narración. En el cementerio de la recoleta, en Buenos Aires, Argentina, se encuentra descansando el cuerpo embalsando de Eva Duarte Perón. Mejor conocida como “Evita”.

Descamisada y yo ni en cuenta.

El embalsamiento es una práctica que se usa para preservar de la putrefacción los cadáveres, por medio del bálsamo, que es una secreción vegetal. En la antigüedad los egipcios comenzaron con esta práctica enterrando a sus muertos en tierra caliente rodeados de diferentes yerbas. Esto hacía que, al cadáver se le extrajera la humedad, o sea, se desecara más rápidamente y así se prevenía de la descomposición natural de un cuerpo sin vida. Posteriormente se sepultaba.

Con el tiempo empezaron a extraer todo aquello que facilitara la putrefacción; como los órganos y la sangre. Todo este rito se debía a la supuesta inmortalidad del alma humana, y así poder preservar la esencia del individuo en el más allá.

Esta práctica perduro a través de los años, y fue realizada en personajes de la talla de Lenin. En otros lugares como Argentina, hubo un hombre listo que vio en el embalsamiento de su difunta mujer, un medio para contralar el estallido social. Su nombre Eva Duarte Perón. Detrás del embalsamiento de la mujer populista esposa del presidente militar Juan Domingo Perón, hay una historia de contrastes y cosas raras, dignas de ser contadas.

El carisma de “Evita” llegaba al grado de ser una “Evamanía”. Esa mujer que quiso ser actriz y brillar en Hollywood. Que salió de la miseria para entrar a la riqueza. Que encanto por su elegante sencillez a la clase obrera y campesina de Argentina. La mujer que besaba los billetes y los arrojaba a la multitud, fue uno de los personajes con más impacto en la historia moderna de aquel país. La apodada por Krauze como “La madona de los descamisados”.

No en vano, tras su fallecimiento, Juan Perón consciente del caudal político de su mujer, ordena embalsamar su cadáver al español Pedro Ara. En ese instante, el mito vivo da pie al mito muerto. Tomas Eloy

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