Monografia Integracion Areal el tejido y la reciprocidad inca
Elisabeth CiardulloMonografía18 de Febrero de 2017
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Monografia Integracion Areal |
el tejido y la reciprocidad inca |
Elisabeth Ciardullo 1 2 de Ciencias sociales |
Introducción
En 1532, las tropas de Francisco Pizarro, habían invadido desde el norte, las tierras incas, devastando el imperio y fragmentando a las numerosas civilizaciones que lo integraban. Desde entonces, la historia de este pueblo quedo diezmada, debido a la manipulación de los materiales históricos por parte de los conquistadores, dejando a merced de estos la transmisión de los acontecimientos que llevaron a los incas a convertirse en una de las mayores civilizaciones americanas.
En este informe se tratara de describir, objetivamente, utilizando las investigaciones de diversos textos, como Las mil y una historias de america latina, Selección de relatos reales, la economía andina, La frontera del imperio inca, entre otros. Para asi poder entender la economía desarrollada, por esta cultura, partiendo de la reciprocidad y la redistribución que son las bases de las civilizaciones precapitalistas. Cuando los conquistadores llegaron al territorio inca, tuvieron como uno de sus objetivos describir las tierras halladas, pese a las diferencias especificas que hay entre sus narraciones y las investigaciones modernas, se puede encontrar, una gran semejanza entre ambas. “Había riqueza en cuanto al número de personas y sus habilidades, las maravillas tecnológicas que se observaban en la construcción, la metalurgia, ingeniería civil, los sistemas de riego, o la fabricación textil”[1]. Podria decirse entonces, que partiendo de las crónicas europeas, estamos en la presencia de una economía totalmente fortificada y organizada, esta organización, se debió a tres de los trece emperadores Incas, Pachacuti Inca Yupanqui , Topa Inca Yupanqui y Huayna Capac. A continuación se describirá los diferentes tipos de tejidos utilizados, por esta cultura, y la importancia que se le atribuía, no solo en la utilización del mismo como vestimenta, sino también como identificación del status de quien lo utilizaba, los tejidos eran tan importantes para el imperio inca, como la agricultura “según la concepción incaica el individuo y la unidad domestica tenían dos obligaciones económicas principales para con el estado, y cada una de ellas entrañaba un derecho que garantizaba la subsistencia y autosuficiencia de la etnia: obligación de trabajar las tierras del estado y del culto y obligación de confeccionar los tejidos para las necesidades del estado y del culto”[2]
La estructura de este trabajo, estará compuesta por dos capítulos; Capitulo I “El origen del mundo inca”, donde se describirá el nacimiento del imperio incaico, su estructura, su ubicación geográfica y su configuración social y política. El Capitulo II “La textileria inca” detallara las diferentes materias primas utilizadas para la confección del tejido y como infuia no solo en la identificación social sino como un claro ejemplo de la economía llevada a cabo.
Capítulo I: “El origen del mundo inca”
El imperio incaico, fue un estado precolombino situado en América del sur, su territorio fue llamado Tahuantinsuyo. La leyenda que llego a oídos de Francisco Pizarro, fue la siguiente, “ cuatro hermanos, Ayar Manco, Ayar Cachi, Ayar Uchu y Ayar Auca, salieron de una caverna con sus hermanas, que eran también sus esposas, y se dirigieron a hacia el Valle de Cuzco. Entre ellos sobresalen Ayar Manco, también llamado Manco Cápac, una especie de dios y héroe, hábil en el manejo de la honda: sus hermanos intentan eliminarlo, pero él los vence con astucia y fuerza y finalmente llega a Cuzco. Allí prueba la fertilidad del suelo apoyando una varita de oro sobre el terreno: cuando la vara se hunde profundamente en la tierra, Manco Cápac comprende que ese es el sitio indicado por los dioses para fundar una ciudad. Levanta una choza en el lugar que sería el Templo del Sol y finalmente se convierte, al igual que sus hermanos en una estatua a la que sus sucesores veneraron como a un ídolo.”[3] “Cuántos años a que el Sol Nuestro Padre envió estos sus primeros hijos, no te lo sabré decir precisamente, que son tantos que no los ha podido guardar la memoria; tenemos que son más de cuatrocientos. Nuestro Inca se llamó Manco Cápac y nuestra Coya Mama Ocllo Huaco. Fueron, como te he dicho, hermanos, hijos del Sol y de la Luna, nuestros padres”[4]. Los incas habitaron América del Sur, extendiose casi por toda La Cordillera de Los Andes, ocuparon Ecuador , parte de Bolivia, casi todo Perú , el Norte de Chile y el Noroeste de Argentina , el imperio incaico se extendió desde el año 1438 hasta 1553 D:C, aunque no se puede aun demostrar una extensión geográfica definitiva; según la investigación arqueológica realizada, se puede decir que se puede tener una ubicación geográfica de los límites geográficos incaicos, debido a los puntos en donde se ha encontrado cerámicas trabajadas por estos. “La ausencia de cerámica inca en una zona, como la parte Occidental de Colombia o en Chile, al Sur de Santiago, se torna de una evidencia negativa de importancia para definir las fronteras del estado”[5]. En el periodo antes mencionado, el imperio formado por la dinastía inca, salido de la población quechua de la región del Cuzco, unifico al Perú , nombre dado por los conquistadores, “(…)Los españoles, habiéndole acariciado porque perdiese el miedo que de verlos con barbas y en diferente traje que el suyo había cobrado, le preguntaron por señas y por palabras qué tierra era aquélla y cómo se llamaba. El indio, por los ademanes y meneas que con manos y rostro le hacían (como a un mudo),entendía que le preguntaban mas no entendía lo que le preguntaban y a lo que entendió qué era el preguntarle, respondió a prisa (antes que le hiciesen algún mal) y nombró su propio nombre, diciendo Berú, y añadió otro y dijo Pelú. Quiso decir: "Si me preguntáis cómo me llamo, yo me digo Berú, y si me preguntáis dónde estaba, digo que estaba en el río”(…)Los cristianos entendieron conforme a su deseo, imaginando que el indio les había entendido y respondido a propósito, como si él y ellos hubieran hablado en castellano, y desde aquel tiempo, que fue el año de mil y quinientos y quince o diez y seis, llamaron Perú aquel riquísimo y grande Imperio”[6].
El imperio incaico estaba gobernado por el Inca, quien era considerado como el representante del sol en la tierra y contaba con poderes absolutos; antes de 1438, la dinastía local de los incas, gobernaba solo un pequeño territorio y su poder no sobrepasaba el de los demás estados regionales. “bajo Pachacuti y Topa Inca se controlaba ya desde el lago Titicaca hasta mas allá de Quito, en el Ecuador; Topa Inca extendió sus dominios hasta el Norte de Chile y Huayna Cápac agrego a su imperio territorios del Norte hasta la frontera de Colombia[7]”
“La sociedad inca”
Hablar de la economía incaica, solo será posible luego de entender y mencionar su organización social, teniendo en cuenta que es esta la que determinara la base económica.
La sociedad inca era clasista, con el inca en los más alto de la pirámide social y los runa o pueblo llano en la base. La corte imperial estaba formada por nobles, que solo podían acercarse al inca encorvados. Una costumbre muy extendida era el incesto entre el inca y algunas de sus hermanas para conseguir un heredero de puro linaje real, pero también había esposas secundarias o pallas, cuyos hijos formaban parte de la panaca real. Cuando el inca moría, le sucedía su hijo mayor, siempre que este sea hijo de su esposa legítima, si no lo había, lo seguía el hijo mayor de una concubina.
En la pirámide social, la nobleza se encontraba por debajo del inca, y había distintas clases: la nobleza de sangre, de la cual formaban parte los miembros de la pacana; la nobleza de privilegio, aquellos que el inca premiaba por haberse distinguido de alguna manera; la nobleza territorial, que eran los curacas o jefes de los grupos étnicos conquistados por los incas e incorporados al imperio. El pueblo llano o hatun runa, se dedicaba sobre todo a la agricultura, y componía la mayor parte de la población, dentro de ellos se distinguían: los maracunas, que recibían al nacer un lote de tierra para que lo trabajasen en su vida adulta,”(…) Cuando el hijo varón se casaba le daba el padre la hanega de tierra que para su alimento había recibido, porque echándolo de su casa no podía quedarse con ella. Las hijas no sacaban sus partes cuando se casaban, porque no se las habían dado por dote, sino para alimentos, que habiendo de dar tierras a sus maridos no las podían ellas llevar, porque no hacían cuenta de las mujeres después de casadas sino mientras no tenían quien las sustentase, como era antes de casadas y después de viudas. Los padres se quedaban con las tierras si las habían menester; y si no, las volvían al consejo, porque nadie las podía vender ni comprar. Al respecto de las tierras que daban para sembrar el maíz, repartían las que daban para sembrar las demás legumbres que no se regaban. A la gente noble, como eran los curacas, señores de vasallos, les daban las tierras conforme a la familia que tenían de mujeres e hijos y concubinas, criados y criadas. A los Incas, que son los de la sangre real, daban al mismo respecto, dondequiera que vivían, de lo mejor de la tierra; y esto era sin la parte común que todos ellos tenían en la hacienda del Rey y en la del Sol, como hijos de éste y hermanos de aquél”[8]; llactarunas, que solo trabajaban en los núcleos habitados; los mitmacunas, a los que se traslada de un lugar a otro para difundir la cultura incaica y asegurar asi el control político de las zonas conquistadas y los yanacunas, casi todos prisioneros de guerra que eran usados como sirvientes. Es evidente que “la propiedad comunitaria como propiedad estatal, se ve separada de la propiedad privada. La propiedad del individuo no es aquí inmediatamente y de por si propiedad comunitaria(..) tampoco es propiedad del individuo separado de la comunidad, pues este es más bien solo su poseedor(..)”[9]Los artesanos gozaban de ciertos privilegios, sobre todo los orfebres que trabajaban la plata. Los pescadores del litoral eran una clase social separada. Los mercaderes no usaban la moneda, desconocida en el mundo inca; y en el señorío de chincha formaban un grupo social distinto de los demás. Solían hacer trueques con cobre, sal, pescado seco o salado y ropa de lana. Los hijos de los nobles estudiaban en la Casa del Saber, al menos durante cuatro años, y se instruían sobre religión, lengua e historia inca. Se permitía que a esta escuela asistiesen los hijos de los curacas, sobre todo para que se empapasen de cultura inca. Parece ser que también existía una especie de escuela femenina, en donde se educaban las princesas incas. Casi todos los habitantes del Tiwantisuyo vivían en el ámbito rural. Los funcionarios incas no permitían que nadie abandonase su lugar de origen sin permiso. “(..)Para ello cada grupo étnico debía vestirse de una manera distinta: los huancas del norte llevaban turbante negro, los collas del lago Titicaca, un gorro de lana; y los de Cajamarca un cordón en el pelo”[10]. La población urbana se asentaba casi toda en Cuzco. Las casas en la ciudad eran de piedra, con techo de paja y sin ventanas. En la vida cotidiana las mujeres se levantaban una hora antes que sus esposos para machacar el maíz. La jornada masculina solía acabar hacia las seis de la tarde, mientras que la esposa acababa su trabajo mucho más tarde. La primera estructura del Tiwantinsuyo era el ayllu, que se establecía en razón del parentesco, bien patrilineal, matrilineal o dual. En la sociedad inca todos trabajaban. La minca era el trabajo que realizaban en común los miembros del ayllu a favor de la comunidad o de otra persona. El Inca era la autoridad suprema, pero solía comportarse con el pueblo de forma paternal y bondadosa, aunque aplicase rectamente la ley y los castigos resultasen extremadamente duros. Vivía en un lujoso palacio en Cuzco, capital del Tiwantinsuyo. Se dejaba asesorar por un Consejo de Ancianos, y en cada provincia había un gobernador que le representaba. Los funcionarios que se conocían con el nombre de tucuyuricun (el que todo lo ve) recorrían todo el imperio vigilando que cada cual cumpliese con su deber, e informando al Inca de cualquier anomalía “(…)Si algún curaca se rebelaba (que era lo que más rigurosamente castigaban los Incas) o hacía otro delito que mereciese pena de muerte, aunque se la diesen no quitaban el estado al sucesor, sino que se lo daban representándole la culpa y la pena de su padre, para que se guardase de otro tanto(..)se podría decir que eran leyes de gente prudente que deseaba extirpar los males de su república, porque de ejecutarse la pena de la ley con tanta severidad y de amar los hombres naturalmente la vida y aborrecer la muerte, venían a aborrecer el delito que la causaba”[11]. Para participar en la vida activa del estado era necesario estar casado y ser padre de familia. No conocían la escritura, pero tenían un sistema de recuento a través de los quipus, conjunto de cordones de distintos tamaños, con nudos espaciados “De la Aritmética supieron mucho y por admirable manera, que por nudos dados en unos hilos de diversos colores daban cuenta de todo lo que en el reino del Inca había de tributos y contribuciones por cargo y descargo; sumaban, restaban y multiplicaban por aquellos nudos, y, para saber lo que cabía a cada pueblo, hacían las particiones con granos de maíz y piedrezuelas, de manera que les salía cierta su cuenta. Y como para cada cosa de paz o de guerra, de vasallos, de tributos, ganados, leyes, ceremonias y todo lo demás de que se daba cuenta(…)”[12].el legado cultural más importante que nos han dejado los incas sea su arquitectura. No conocían la regla, la escuadra ni la plomada, ni por supuesto la rueda para ayudarles en el transporte, y por eso su arte es mucho más meritorio. La elevada calidad de sus obras hidráulicas y militares nos lleva a pensar en el alto nivel técnico y organizativo del imperio. Los arquitectos incas utilizan una serie de normas y esquemas preestablecidos para lograr una homogeneidad en el conjunto del imperio. Se basan sobre todo en la austeridad y la funcionalidad de su trabajo, como lo prueban las ciudades de Cuzco, Ollantaytambo, Pisac, Machu Pichu, la fortaleza de Sacsahuaman, o el templo del sol de Pachacamac.
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