Métodos De Evangelización En La Nueva España

Cortes llevaba a un clérigo en su ejército. Los conquistadores no solo creyentes sino además convencidos de que alguna manera la fe los redimía, debieron haber recurrido a él una y otra vez en busca de bendiciones y perdones. Su contradictorio mundo religioso se alimentaba también con la ilusión de que el apóstol Santiago los guiaba en las batallas. Todo eso era el reflejo de la mentalidad de la época, que mantenía viva la mística guerra entre los españoles cristianos contra los musulmanes. Esa misma mentalidad influenciaba en los fundamentos lógicos de su presencia en América y de los derechos que reclamaba sobre su tierra y sus habitantes.

En 1524 desembarco en Ulúa un grupo de franciscanos conocidos como “Los Doce”, quienes dieron comienzo a la evangelización. En los años siguientes llegaron a la Nueva España misioneros de otras órdenes; en 1526 los dominicos, y después los agustinos, en 1533.

La bula dirigida por el papa Adriano VI al emperador Carlos V otorgaba a las ordenes monásticas autoridad apostólica en cualquier sitio donde no hubiera obispos o donde se encontraran estos a mas de dos jornadas de distancia. Esto significo que durante los primeros años en la Nueva España, los frailes podían actuar con entera libertad para aplicar todos los métodos y recursos a su alcance, a fin de lograr la conversación masiva de los indígenas a la religión católica.

Los primeros focos de actividad misionera fueron los conventos franciscanos fundados en el valle de México y en la comarca de Puebla-Tlaxcala. Desde allí extendieron los franciscanos sus asentamientos hasta los actuales estados de Michoacán y Jalisco, y penetraron cada vez más en los estados del norte, cuya exploración apoyada por las autoridades civiles y militares, fue en buena parte obra de los frailes misioneros. Los dominicos se establecieron por otros rumbos; su principal territorio se extendía desde el sudoeste del actual estado de México hacia la región mixteca y las tierras zapotecas hasta casi cubrir la zona de Oaxaca. Los últimos en llegar, los agustinos, se establecieron en terrenos no ocupados por las primeras ordenes y, en consecuencia, su ubicación fue más dispersa, desde el noroeste en la Huasteca, hasta la región sudoeste de guerrero y Michoacán 1.

Desde un principio, los misioneros se encontraron frente a una gran disyuntiva con respecto al método que debían seguir para establecer y facilitar la comunicación con los grupos humanos a los que debían convertir a la fe católica; para ello debían escoger entre dos alternativas: una era intentar traducir la lengua indígena los conceptos propios de la nueva religión, y la segunda consistía en mantener esos conceptos en el idioma castellano y hacerlos aprender por los indígenas, con su significado y contenido en especifico2.

Las circunstancias obligaron a los misioneros a tomar la segunda alternativa, ya que para seguir el primero era preciso tener conocimiento muy profundo de las diversas lengua indígenas a si como el contexto histórico que pudieran conservar ciertas palabras.

Con el tiempo se dieron cuenta que el conocimiento de las lenguas indígenas fue una condición necesaria para lograr una evangelización efectiva y los frailes de las diferentes ordenes se vieron en la necesidad de aprender el lenguaje de los pueblos en donde predicaban. Sin embargo, la diversidad de lenguas los llevo a utilizar el náhuatl como lengua auxiliar, ya que era el idioma extendido por diversas regiones de Mesoamérica en virtud del expansionismo azteca.

1Delgado de cantú, Gloria, HISTORIA DE MÉXICO, Vol. I, El proceso de gestación de un pueblo, p.278.

2Delgado de cantú, Gloria, op.cit., p. 278.

Las leyes españolas enfocaban el centro de interés de los misioneros en la educación de los hijos de los indígenas principales, es decir de la antigua nobleza mexica; el propósito de la evangelización de los niños es que más tarde ellos se encargaran de difundir el catolicismo. Las dos primeras escuelas fueron fundadas por los franciscanos, una fue San Francisco, creada por fray Pedro de Gante en la ciudad de México, y la segunda en Tlaxcala por fray Alonso de Escalona.

Los franciscanos dividieron a los niños en dos categorías: “gente baja”, y los hijos de los “principales”; los primeros eran externos, solo tomaban clases por la mañana solo se les enseñaba a leer, escribir y manejar elementos de aritmética, geometría y música, mientras que los otros eran internos y residían en el convento o en una escuela adjunta a este, ellos recibían además una educación especial religiosa. Esos niños llegaron a convertirse en un medio eficaz para la promoción del apostolado, y fueron al mismo tiempo un instrumento para destruir desde adentro la religión de sus padres y en general las tradiciones culturales de sus antepasados. Por grupos de entre 10 o 20 muchachos se dedicaban ante sus ídolos y asustados padres, a destruir templos y figuras de dioses indígenas, además de acusar a sus compatriotas “infieles” que continuaban practicando la antigua religión3. Respecto al método de enseñanza de escritura y lectura, toda la instrucción debía hacerse en náhuatl, se desarrollo una escritura mixta en la que se mezclaba jeroglíficos

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