Proceso De Emancipacion
Enviado por yennyguerrero • 30 de Septiembre de 2013 • 2.236 Palabras (9 Páginas) • 646 Visitas
PROCESO DE EMANCIPACION
ANALISIS
El proceso de emancipación en Venezuela se incuba y desarrolla a todo lo largo del siglo XVIII. Motines, asonadas, rebeldías, insurrecciones de carácter individual o colectivo se suceden en ese período. Casi todas eran manifestaciones del descontento de los criollos, de los indios y de los esclavos por causas económicas y sociales, más que políticas; eran casi todas una repetida protesta contra las contribuciones, impuestos, gravámenes, injusticias, abusos y exacciones a que eran sometidos por las autoridades españolas.
Estas primeras insurrecciones no tenían un ideal definido y es sólo en las cinco últimas décadas del siglo XVIII, cuando verdaderamente se inicia el período de la emancipación en Hispanoamérica con las rebeliones de Túpac Amaru en el Alto Perú, en 1780, y de los Comuneros de Nueva Granada, en 1781. Sin embargo, todos esos movimientos contribuyeron a unificar y fortificar el repudio al sistema imperante. Los principales movimientos en Venezuela fueron la rebelión de Andresote, la rebelión de San Felipe, la rebelión del Tocuyo, Insurrección de Juan Francisco de León, Rebelión de los Comuneros de los Andes, Movimiento de José Leonardo Chirino y de José de la Caridad González, Conspiración de Manuel Gual y José María España, Tentativa de Francisco Javier Pirela y las Invasiones de Francisco de Miranda.
En este sentido, la Andresote era el apodo del zambo Andrés López del Rosario, quien se alzó en armas entre 1730 y 1733 contra las autoridades españolas. A pesar de que su insurrección en el valle del Yaracuy iba dirigida contra los funcionarios de la Compañía Guipuzcoana que ponían obstáculos al contrabando entre la costa y la isla de Curazao; su levantamiento tuvo éxito al principio pero se vio obligado a abandonar la lucha. Con algunos seguidores, se embarcó en una balandra holandesa y nunca regresó a Venezuela. Pero en las montañas del Yaracuy quedó el foco de la sublevación que sólo llegó a ser dominada gracias a la colaboración que misioneros capuchinos prestaron a las autoridades.
Seguidamente se dio la Rebelión de San Felipe, movimiento organizado por la población sanfelipeña y liderada por los notables de la ciudad, en contra de la designación por el gobernador Gabriel de Zuloaga de Ignacio de Basazábal como teniente y justicia mayor de San Felipe. Su nombramiento era con el fin de erradicar el contrabando realizado por casi todos los sectores socioeconómicos de los valles del Yaracuy, y proceder de acuerdo con el gobernador y con la Compañía Guipuzcoana. El 4 de enero de 1741 Basazábal fue destituido de su cargo y tomaron el control de la ciudad los capitulares, encabezando a la población en armas que estaba dispuesta a combatir cualquier intento de pacificación violenta. Analizada la situación de la provincia, a Zuloaga no le quedó otro camino que enfrentar el movimiento por medios pacíficos, hecho que se logró el 16 de febrero siguiente.
Tres años después se organizó la Rebelión de El Tocuyo, movimiento en el que participó un heterogéneo grupo de habitantes de esta ciudad, integrado tanto por gente del común como por influyentes vecinos, algunos de ellos miembros del cabildo local. Estalló el 11 de mayo de 1744 en desobediencia a la orden dada por el gobernador Gabriel de Zuloaga de reunir 200 soldados españoles y 150 indios flecheros con destino a la defensa de Puerto Cabello. Los amotinados alegaban que no marcharían a dicho puerto por las condiciones de insalubridad allí reinantes y por el temor de tener que someterse a la tutela de la Compañía Guipuzcoana. La ciudad y los alrededores permanecieron bajo control de los rebeldes durante varios meses, pues aún para diciembre de ese año, Zuloaga informaba al Rey que no había hecho nada al respecto temiendo el maltrato de cualquier comisionado que enviara, y porque la situación de peligro que aún reinaba en el mar Caribe le impedía movilizar tropas hacia El Tocuyo.
En abril de 1749, el Teniente cabo de guerra y juez de comisos Juan Francisco de León, se puso a la cabeza de unos 800 amotinados en Panaquire, quienes estaban descontentos contra los procederes de la Compañía Guipuzcoana. Se presentaron armados en Caracas y como el gobernador no cumplía su palabra de expulsar a la compañía, León volvió meses más tarde a la cabeza de 8.000 manifestantes. En 1751 organizó una tercera manifestación armada. Él y su hijo Nicolás fueron derrotados y se entregaron después de haber huido. Una vez prisioneros, fueron llevados a España donde murió León, y más tarde su hijo regresó a Venezuela. El movimiento reflejaba el descontento de los colonos y aunque su propósito no era romper con España, representó el primer eslabón del proceso integrador de la nacionalidad venezolana. Algunos historiadores le restan importancia a la rebelión de León en el proceso de emancipación, no así Arístides Rojas y Vicente Lecuna quienes lo sitúan como el iniciador de dicho proceso. “…La plaza de la Candelaria es el Monte Sacro de Venezuela. En ella se inició la lucha por la libertad individual, cuando Juan Francisco de León, en el siglo XVIII, levantó el estandarte contra la tiranía de la Compañía Guipuzcoana…”
Treinta años después estalló un movimiento de protesta en la región andina venezolana en mayo de 1781 contra la política fiscalista del Gobierno español que desde Caracas era ejecutada por el intendente José de Ábalos. Gritando consignas contra el mal gobierno y los elevados impuestos, los comuneros se apoderaron de San Cristóbal, Lobatera, La Grita, Mérida y otros lugares, pero no pudieron dominar Trujillo. Encabezados por líderes como Juan José García de Hevia, confiscaron el dinero y el tabaco de las oficinas reales y desconocieron y apresaron a las autoridades. Fuerzas militares enviadas desde Caracas y Maracaibo sometieron a los comuneros a fines de octubre de ese año; los dirigentes fueron encarcelados y enjuiciados, pero en agosto de 1783 el rey Carlos III les concedió un indulto total.
Posteriormente se estalla el Movimiento de José Leonardo Chirino y de José de la Caridad González; movimiento que tuvo todos los indicios de una verdadera insurrección de carácter social clasista y hasta político. Los historiadores están de acuerdo en reconocer su importancia; José Gil Fortoul menciona ese suceso diciendo que con él empezó en Venezuela el movimiento revolucionario de emancipación. Eloy G. González lo califica como uno de los antecedentes de la Independencia. Pedro Manuel Arcaya destaca su importancia en el proceso emancipador y Federico Brito Figueroa y Eleazar Córdova Bello, lo consideran como una verdadera revolución social.
José Leonardo Chirino, a la cabeza de unos 350 alzados entre negros, zambos e indios, marchó sobre Coro,
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