Al Pueblo Nunca Le Toca.
Enviado por JuanPinz • 19 de Febrero de 2012 • 370 Palabras (2 Páginas) • 1.506 Visitas
RESUMEN
Al Pueblo Nunca le Toca es una novela con deliciosos cuadros de costumbres y realismo en donde un par de amigos discuten acerca de asuntos de la política local colombiana en la ciudad de Bogotá. Además la obra actúa como una evidente crítica social en la que se exalta la relación fundamental de la politiquería de un bipartidismo –ideas liberalistas e ideas conservadoras- con el manejo hegemónico del poder estatal, dirigido desde las minorías privilegiadas u oligarquías.
En este libro, además, se advierten otras cosas como el cambio demográfico, avances tecnológicos y desarrollo de la infraestructura del país en general. La obra concentra una visión histórica de lo que fue Colombia en ocho décadas del siglo XX; un análisis de crítica social y política; de narración de la vida de la clase popular y la clase alta; y de la tragicomedia en que se ven envueltos los hombres en todo nivel. Todos estos elementos son una constante en las obras de Salom Becerra, lo que hacen de este autor, un narrador privilegiado.
Casiano Pardo y Baltasar Riveros son los dos personajes centrales en la novela. Ellos crecen y viven en el epicentro de la política colombiana: Bogotá, que en aquella época era un villorrio apacible que compensaba su atraso material con el culto al espíritu –quizá por eso alguna vez se le consideró la Atenas suramericana-. Todas las discusiones de Casiano y Baltasar giraban en torno al “gran circo político colombiano”. En 1918, Colombia venía siendo dirigida por la hegemonía conservadora, situación que tenía en crisis a Baltasar, ya que quería ver a los liberales en el poder para que el pueblo reinase. La presidencia en aquella época la asumió Marco Fidel Suárez, quién derrotó en las urnas al pueblo soberano, representado por el maestro Valencia. Luego vino el gobierno de Pedro Nel Ospina, del cual Baltasar adquirió un ejemplar del periódico “el Nuevo Tiempo”, arrancó la foto del vencedor, y se encerró en el excusado, no precisamente a contemplar la efigie del vencedor.
La hegemonía conservadora satisfacía de sobremanera a Casiano, que no desaprovechaba oportunidad para burlarse de su amigo Baltasar. Aunque las charlas entre estos amigos comenzaban de forma saludable, siempre salían indignados por no poder concordar en sus ideologías.
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