Resumen De Al Pueblo Nunca Le Toca
Enviado por andreaurib • 16 de Febrero de 2012 • 1.307 Palabras (6 Páginas) • 2.997 Visitas
Al Pueblo Nunca le Toca es la cuarta novela que el escritor Álvaro Salom Becerra publica, después del éxito que obtuvo con sus otras tres novelas: El Delfín, Don Simeón Torrente ha Dejado de… Deber y Un tal Bernabé Bernal. Al Pueblo Nunca le Toca es una novela con deliciosos cuadros de costumbres y realismo en donde un par de amigos discuten acerca de asuntos de la política local colombiana en la ciudad de Bogotá. Además la obra actúa como una evidente crítica social en la que se exalta la relación fundamental de la politiquería de un bipartidismo –ideas liberalistas e ideas conservadoras- con el manejo hegemónico del poder estatal, dirigido desde las minorías privilegiadas u oligarquías.
En este libro, además, se advierten otras cosas como el cambio demográfico, avances tecnológicos y desarrollo de la infraestructura del país en general. La obra concentra una visión histórica de lo que fue Colombia en ocho décadas del siglo XX; un análisis de crítica social y política; de narración de la vida de la clase popular y la clase alta; y de la tragicomedia en que se ven envueltos los hombres en todo nivel. Todos estos elementos son una constante en las obras de Salom Becerra, lo que hacen de este autor, un narrador privilegiado.
Al Pueblo Nunca le Toca
El título de esta obra se basa en un “slogan” que en tiempos de campaña política del movimiento revolucionario liberal, Alfonso López Michelsen liberara: “Ahora le toca al pueblo”, prometiendo a éste una revolución que reivindicase su papel en la democracia colombiana. Pero al final tanta promesa se invierte, dándonos como resultado “al pueblo nunca le toca”, sencillamente por que los ciudadanos de clases populares no tienen las capacidades económicas y culturales que predican tanto los ricos.
Casiano y Baltasar, los protagonistas de la historia, son un par de amigos que desde jóvenes discutían apasionadamente acerca de cómo se desarrollan las políticas de cada uno de sus partidos para poder perpetuarse en el poder. En un espacio de sesenta años (1918, tiempo en que comienza la obra – 1978, tiempo en que termina) se narran las experiencias políticas del país desde la visión de estos dos modestos hijos del pueblo, quienes demuestran que el poder siempre reside en las clases altas -high class- y que al pueblo nunca se le cumplirán las promesas de cambio y progreso.
Colombia, bipartidismo del siglo XX: Casiano y Baltasar (conservadores Vs. liberales)
Casiano Pardo y Baltasar Riveros son los dos personajes centrales en la novela. Ellos crecen y viven en el epicentro de la política colombiana: Bogotá, que en aquella época era un villorrio apacible que compensaba su atraso material con el culto al espíritu –quizá por eso alguna vez se le consideró la Atenas suramericana-. Todas las discusiones de Casiano y Baltasar giraban en torno al “gran circo político colombiano”. En 1918, Colombia venía siendo dirigida por la hegemonía conservadora, situación que tenía en crisis a Baltasar, ya que quería ver a los liberales en el poder para que el pueblo reinase. La presidencia en aquella época la asumió Marco Fidel Suárez, quién derrotó en las urnas al pueblo soberano, representado por el maestro Valencia. Luego vino el gobierno de Pedro Nel Ospina, del cual Baltasar adquirió un ejemplar del periódico “el Nuevo Tiempo”, arrancó la foto del vencedor, y se encerró en el excusado, no precisamente a contemplar la efigie del vencedor.
La hegemonía conservadora satisfacía de sobremanera a Casiano, que no desaprovechaba oportunidad para burlarse de su amigo Baltasar. Aunque las charlas entre estos amigos comenzaban de forma saludable, siempre salían indignados por no poder concordar en sus ideologías. Alguna vez Casiano le decía a Baltasar:
“¿Qué es el pueblo? Para mí es un rebaño de indios analfabetos y henchidos, de obreros ignorantes y desnutridos, de empleados impotentes como tú…”
Cada vez que escuchaba algo así, Baltasar se marchaba indignado por la elocuencia de su amigo. Continuaba diciendo:
“…el pueblo no es
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