Ana Frank
Enviado por Gianninafloren • 30 de Octubre de 2013 • 3.027 Palabras (13 Páginas) • 253 Visitas
MONOGRAFÍA: EL DIARIO DE ANA FRANK
INTRODUCCIÓN
Ana Frank era una de cientos de miles de niños judíos que murieron en el Holocausto. Nació en Frankfurt, Alemania en 1929, y huyó con su familia a Holanda después de la toma del poder por los nazis en 1933.
Los alemanes ocuparon Ámsterdam en mayo de 1940. En julio de 1942, cuando Alemania empezó la deportación de los judíos de Holanda a los campos de exterminio de Auschwitz-Birkenau y Sobibor en la Polonia ocupada, Ana y su familia se escondieron con cuatro personas más, todos judíos. Por dos años, vivieron en un desván secreto atrás de la oficina de un negocio en la calle Prinsengracht No. 263. Amigos de la familia contrabandeaban comida y ropa para ellos, con gran riesgo a sus propias vidas. El 4 de agosto de 1944, la Gestapo (policía secreta estatal de los nazis), que había recibido la información de los vecinos holandeses, descubrió el escondite de Los Frank.
Los Frank fueron arrestados por la Gestapo y enviados al campo provisional de Westerbork. De allí, en septiembre de 1944, los nazis deportaron a los Frank y a los otros cuatro arrestados, a Auschwitz-Birkenau. En diciembre de 1944, Ana y su hermana Margot fueron transferidas al campo de concentración de Bergen-Belsen cerca de Celle, en el norte de Alemania. Murieron de tifus en marzo de 1945, un mes antes de la liberación del campo. La madre de Ana fue asesinada en Auschwitz. Solo el padre de Ana, Otto, sobrevivió la guerra. Las fuerzas soviéticas liberaron a Otto en Auschwitz en enero de 1945.
Mientras estuvo escondida, Ana mantuvo un diario en el cual anotaba sus miedos, esperanzas, y experiencias. Encontrado en el desván secreto después que la familia fue arrestada, el diario fue guardado para Ana por una de las personas que ayudó a esconder a los Frank. A la hora de hablar de este diario, comienza a surgir debates sobre la autenticidad de la obra.
Todo comienza cuando Otto Frank reeditó el diario de Ana y quiso publicarlo pero fue rechazado por varias empresas editoras. El diario sufrió varias modificaciones, arreglado y corregido, antes de que fuera aceptado en 1947 por una editora holandesa. Fue traducido al alemán, francés e inglés e impreso en EEUU. En los años 50, aparecieron muchas publicaciones donde se manifestaba que el Diario de Ana Frank, era un fraude. Pese a las presiones. Hasta antes de morir, Otto Frank se negó a que el diario fuera analizado científicamente, pero lo donó al Instituto de Documentación de Guerra de Holanda. Hubo muchas controversias relacionadas con la autenticidad del diario y el instituto se vio obligado a iniciar un peritaje para determinar la autenticidad de las páginas, el papel, la tinta, la goma, llegando a la conclusión de que el diario era auténtico, escrito por una misma persona y que las adulteraciones y cambios eran mínimos.
Muchos otros autores, como David Irving, Robert Faurisson, ex profesor de la Universidad de Lyon y Ditlieb Felderer un estudioso sueco han publicado muchos escritos demostrando que el Diario de Ana Frank es falso. Ditlieb Felderer publicó un libro llamado "Anne Frank's Diary, a Hoax" (El Diario de Ana Frank, una farsa). Sobre este libro, Enrique Aynat Eknes publica en la revista española "Revisión" un artículo donde trata de demostrar también que el famoso diario es falso. Las evidencias mostradas, entre otras, eran, que parte del diario está escrito con bolígrafo, invento de 1951. La perito calígrafa Minna Becker, dictaminó en 1960, que el escrito pertenecía a una sola persona y que el agregado con bolígrafo eran de un mismo puño y letra. David Irving demuestra que la escritura de la niña de 13 años, Ana Frank, difiere de la que existe en el diario.
Todos estos hechos no son de nuestro interés ya que lo que más nos importa, es ver a través de los relatos de una niña de 13 años, cómo los judíos son discriminados, perseguidos y condenados, por pertenecer a una religión diferente. Pero a pesar de eso, se podría decir que Ana es muy admirable porque toda vía tiene esperanzas en que todo va a cambiar y va a llegar el tiempo en el cual saldrán de allá y seguirá con su vida normal.
Capítulo I: DISCRIMINACIÓN Y PERSECUCIÓN
El pueblo Alemán, en su afán de depurar la raza aria y no permitir la mezcla con otras etnias, fue alejando del sistema económico, político y social a las personas de raza y religión diferente. Fueron despojados de sus bienes, se vieron obligados a vivir encerrados, no se les permitía concurrir a lugares públicos, utilizar servicios, a ejercer su cultura.
Ya desde los comienzos de la obra, se puede apreciar la manera en que las leyes sancionadas por el Tercer Reich afectan al pueblo judío. Estos fueron obligados a llevar una estrella, a ceder sus bicicletas. Se les prohibió subir a un tren, conducir un coche. Se los obligó a hacer sus compras exclusivamente en los establecimientos marcados con el letrero de “negocio judío”, y sólo de quince a diecisiete horas. Prohibición de salir después de loas ocho de la noche, ni siquiera a sus jardines, o aún de permanecer en casa de sus amigos, así como concurrir a teatros, cines y otros lugares de esparcimiento. Prohibición de ejercitarse en todo deporte público, el acceso a la piscina, a las pistas de tenis y de jockey o a otros lugares de entrenamiento. Se les prohibió frecuentar a los cristianos, obligándolos a concurrir a escuelas judías, y muchas otras restricciones semejantes.
Particularmente, en el caso de Ana, se ve claramente reflejada la cruel realidad de estas personas. Ella tuvo que abandonar la Escuela Montessori, a la cual asistía desde el jardín de infantes. En sexto “B” fue su maestra la directora Kamp, que al terminar el año tuvo que despedirse de ella. En 1941, su hermana Margot y ella entraron en el Liceo Judío.
El hecho de que los judíos, desde un principio, sean discriminados, prohibiéndoles la gran mayoría de los servicios, y ser llevados a campos de concentración era un tema que preocupaba considerablemente a la familia Frank. Esta preocupación es narrada de la siguiente manera: “El otro día, cuando nos paseábamos alrededor de nuestra plaza, papá empezó a hablar de un escondite. Decía que iba a ser muy difícil para nosotros vivir completamente separados del mundo exterior.
-¿Por qué hablar de eso?- le pregunté.
-Escucha, Ana -repuso-, tú sabes bien que, desde hace más de un año, nosotros transportamos muebles, ropas y enseres de la casa de otra gente. No queremos que nuestros bienes caigan en manos de los alemanes, y menos aún queremos ser nosotros quienes caigamos en sus garras. No los esperaremos para irnos.
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