Artes Menores Y La Musica
Enviado por adriankox • 28 de Agosto de 2013 • 2.173 Palabras (9 Páginas) • 1.177 Visitas
ARTES MENORES Y LA MUSICA
UNIDAD 1: EL RENACIMIENTO
LOS GRIEGOS ANTIGUOS DIVIDÍAN LAS ARTES EN: SUPERIORES Y MENORES.
• Las artes superiores aquellas que permitían gozar las obras por medio de los sentidos superiores,(vista y oído), con los que no hace falta entrar en contacto físico con el objeto observado. Las Bellas Artes eran seis: arquitectura, escultura, pintura, música, declamación y danza.
• Las artes menores, según ello, serían las que impresionan a los sentidos menores, (gusto, olfato y tacto), con los que es necesario entrar en contacto con el objeto: gastronomía, perfumería y algo que podríamos llamar cariciería.
GUSTO:
La culinaria y La gastronomía.
OLFATO:
El arte de la perfumería.
TACTO:
La orfebrería, La metalistería, La cerámica.
EL ARTE CULINARIO
Es el arte de preparar y cocinar los alimentos. Esto incluye una variedad de la zona, tales como cocinar, la comida de presentación, la comida fotografía, hoteles y restaurantes, y mucho más, podemos decir que la Artes Culinarias es una expresión de las ideas artísticas a través de alimentos o medios relacionados con la alimentación. Existe un arte culinario característico en cada pueblo, cultura y región.
Fue en Italia, durante los siglos XIV y XV, que se dio uno de los momentos de mayor esplendor creativo durante un período conocido como el Renacimiento, llamado de esa manera, para destacar cómo –después de largos años de introspección y teocentrismo- el hombre volvía a ser el eje de todo. Arquitectos, escultores, pintores y músicos plasmaron la ostentación y el lujo artístico de la época, y lo propio sucedió en el ámbito culinario. Uno a uno, los elegidos eran llamados a la hora de ofrecer grandes banquetes para el deleite de los mecenas.
El Renacimiento fue el despertar a una cocina de lujos, excesos, y fastuosos banquetes. La mente gastronómica así como la política, la intelectual y la artística estaban abiertas a las influencias de otras culturas bien fueran aliadas o enemigas. La cocina de los ricos se acercó más a la cocina de los pobres y los aristócratas de la época empezaron a consumir los ingredientes comunes como las verduras y cereales. Según dice la leyenda el rey Enrique IV, pretendía implantar una política de “meter un pollo en la olla” de cada campesino. Era un rey de gustos sencillos y tradicionales, que buscaba acercarse a su pueblo.
LA GASTRONOMÍA
En el Renacimiento se revitalizó la cultura clásica, llegando la gastronomía a altas cotas de refinamiento y sofisticación. Destacó la cocina veneciana, que gracias a su comercio con Oriente favoreció la importación de todo tipo de especias: pimienta, mostaza, azafrán, nuez moscada, clavo, canela, etc. Un factor determinante para una nueva gastronomía fue el descubrimiento de América, de donde llegaron nuevos alimentos como el maíz, la patata, el tomate, el cacao, los frijoles, el cacahuete, el pimiento, la vainilla, la piña, el aguacate, el mango, el tabaco, etc. En el Barroco empezó a destacar la gastronomía francesa, que adquirió unas elevadas cotas de calidad de las que aún goza hoy día. El cultivo de las artes culinarias en Francia fue favorecido por los Borbones, especialmente por Luis XIV, monarca de gran paladar; sin embargo, estas delicias culinarias estaban reservadas a la aristocracia, mientras que la mayoría de la población solía pasar hambre. Entre los tratados gastronómicos de la época conviene resaltar el del español Francisco Martínez Montiño, titulado Arte de cocina, pastelería, bizcochería y conservería (1611).
LA PERFUMERIA
El arte de la elaboración de perfumes nació en Egipto, fue desarrollado por árabes y romanos y desde España se reintrodujo en Europa durante el Renacimiento. Fue en Francia, hacia el siglo XIV, donde se cultivaron flores para elaborar los perfumes, permaneciendo ésta desde entonces como el centro europeo de diseño y comercio en perfumería.
El descubrimiento de América fue un acontecimiento crucial para el desarrollo del perfume en Europa, al poner a disposición del perfumista imaginativo nuevas sustancias, como la vainilla, el cacao y el bálsamo del Perú, entre otras. Por lo que respecta al desarrollo técnico, durante el siglo XVI los expertos prefirieron destilar sus esencias por precipitación o mediante el uso de los «vasos florentinos». Sin embargo, al menos una voz autorizada reivindicaba ya el papel del alcohol como disolvente, avanzando la técnica que se impondría en el siglo siguiente con Leonardo da Vinci. En efecto, la perfumería era también una de las aficiones de este italiano universal y polifacético, como lo demuestran aquélla y otras aportaciones, entre las que cabe citar el perfeccionamiento del enflorado, un método para la extracción en frío de la esencia de algunas flores mediante la superposición de sucesivas capas de pétalos y grasa animal.
El impulso que aportó el Renacimiento fue más intenso en Italia que en ningún otro lugar, por lo que no debe resultar extraño que Florencia, una.de las ciudades más pujantes del país, se convirtiera en el centro europeo del perfume, tanto en lo que respecta a la elaboración de las más diversas sustancias como a su importación y distribución. En Florencia nació precisamente una figura de gran relevancia en el ámbito del perfume del siglo XV, Catalina de Médicis, hija de Lorenzo II y esposa de Enrique II, rey de Francia. Dama de delicada belleza y gustos exquisitos, cabe citar como un detalle significativo de los mismos su exigencia de que se perfumara con profusión parte del séquito que debía escoltarla hasta París para encontrarse con su futuro esposo.
Entre los acompañantes de Catalina había dos frailes que eran los encargados de elaborar los cosméticos para su uso personal; ambos se lamentaban de tener que abandonar sus bien provistas despensas florentinas, y se preguntaban cómo podrían seguir complaciendo los deseos de su dama. No obstante, no tardaron en comprobar que; en las colinas que rodeaban la pequeña localidad provenzal de Grasse; crecían como por ensalmo auténticos macizos de rosas; lirios y mirtos; además; la tradición de la zona en el trabajo de la piel abría la posibilidad de confeccionar prendas de piel perfumada, según la tradición florentina. Los dos frailes solicitaron permiso para establecerse en el idílico pueblecito, situado no muy lejos de la que sería la residencia oficial de los monarcas, y pusieron así la primera piedra de la que más tarde fue denominada “la ciudad de los perfumes”.
LA ORFEBRERÍA
Llegado el siglo XVI, el arte de los escultores y orfebres italianos fue imponiéndose
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