Años previos a la creación de la LNDLR y consideraciones significativas sobre la relación en crisis entre Estado y la Iglesia Católica
Enviado por Cesar Lara • 14 de Noviembre de 2016 • Ensayo • 3.375 Palabras (14 Páginas) • 332 Visitas
Años previos a la creación de la LNDLR y consideraciones significativas sobre la relación en crisis entre Estado y la Iglesia Católica
Las primeras décadas del siglo XX en México, manifiestan un estado continuo de convulsión social y revueltas políticas que se hicieron presentes en diferentes latitudes de la nación, y con el estimulo de lograr distintos propósitos, es decir, la índole de estos movimientos fue diversa; agraria, centralista, educativa, comercial, de libertad de prensa, entre otras.
Una de estas índoles fue de tipo religioso, y provocó un complejo movimiento o levantamiento social, en contra del Estado, que desencadeno una atroz y aborrecible lucha civil. Al hecho que anterior hago mención, se trata de La Cristiada, este acontecimiento abarca un periodo aproximado entre los años 1926 a 1929, en su etapa más álgida o bélica, e impugnaba o se oponía a ciertos artículos de la Constitución de 1917 (que tenía sus bases en la Constitución de 1857), que tanto autoridades eclesiásticas como feligreses, consideraban perjudiciales para la práctica su dogma católico.
Sin embargo, el movimiento cristero no será el tema principal a tratar en este trabajo, no obstante, califique como significativo contextualizar de manera breve los aspectos socio-religiosos y políticos, en los años previos a la creación de la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa (LNDLR), tema central de este trabajo académico. Por lo que iniciaré con algunas consideraciones de distintos autores que personalmente estimo, como ejemplos claros de antecedentes para situar el entorno, en el que además de apuntalarse el movimiento guerrillero cristero, dicho sea de paso, se impulsó la creación de la Liga.
El primero es Aldana, que basándose en distintas publicaciones locales, expone la recriminación hacia la facción liberal por parte de los medios escritos, que argumentaban una fragmentación interna, motivo que permitió la ascensión al poder provincial del Partido Católico, en la imagen del gobernador José López Portillo y Rojas que electo de manera constitucional, tomó posesión el 23 de octubre de 1912 en el Palacio de gobierno, vitoreado por grupos de fieles católicos en las calles de la ciudad. Sin embargo, Aldana hace mención que el periódico La Libertad expresa que el partido pierde al ganar, pues López Portillo y Rojas es un liberal de la vieja escuela declarado.
Otra apreciación importante para los indicios de la hostilidad surgida entre el Estado y la iglesia católica, aconteció en el año de 1913, con el proyecto presentado al Congreso de la Unión, por parte del diputado Luis Manuel Rojas con la motivación de forzar al Partido Católico a cambiar su nombre, hecho que fue analizado por algunos dirigentes católicos. Aunque se resolvió, no cambiar el nombre, pues el calificativo de “Católico”, comprendía un significado innato de unión y exclusividad para los miembros del partido.
Hacia 1914, En la capital del país, Madero había sido encarcelado y muerto en consecuencia al golpe de estado, encabezado por el general Huerta, la fuerte censura de la libertad de expresión en los medios de comunicación, fue una de las medidas aplicadas por el nuevo régimen dictatorial. Mientras tanto en Guadalajara, el gobernador López Portillo y Rojas, previendo la condena que significaría para su mandato (y al estado), desconocer el anti-constitucional régimen huertista, de inclinó por brindar su total apoyo al general, entre tanto, las rencillas entre católicos y liberales se avivaban, desde las iglesias se inició una campaña de desprestigio en contra de la ideología liberal, además de la prohibición directa del arzobispo Orozco y Jiménez, hacia los militantes católicos, acerca de leer cierto tipo de periódicos con corte liberal, dicha prohibición fue publicada por el arzobispado de Guadalajara, como parte de una campaña mediática que fue duramente criticada por los medios censurados, y en las cuales advertían sobre las represalias que instigaba esa provocación.
En 1915 Manuel Aguirre Berlanga promulga el Decreto 73, en el cual se realizan una serie de prohibiciones, como no cambiar el nombre de las calles por santos, además de aclararse que los revolucionarios no estaban en contra de una religión, sino de clérigos tachados de mercaderes.
Con la visita de Carranza el 7 de febrero de 1916 a la ciudad de Guadalajara, se presentaba una promesa de fortalecimiento para la causa liberal, que pretendía derrocar de una vez por todas a sus enemigos católicos, pues Carranza daba su apoyo para continuar construyendo la soberanía nacional, aunque esto implique quitar la facción religiosa del camino político.
Un hecho que probablemente reiteró la escarpada relación entre liberales y católicos, fue la formación del Congreso Constituyente en Querétaro, hacia el año de 1916, en el cual, se originó la Constitución de 1917, punto de quiebre total entre las dos facciones encontradas. Aldana hace mención que a pesar de los 20 diputados enviados en representación de Jalisco, la postura política de este grupo era variable, dejando una clara señal al autor, sobre los acontecimientos que posteriormente de promulgada la Constitución de 1917 se presentarían.
La Liga nació en 1925 de la reacción de los católicos al cisma de la Soledad. El proyecto era viejo, puesto que ya los alemanes habían hablado a los dirigentes seglares mexicanos del interés del “Brund” y que el P. Bergoënd fundador francés de la ACJM (Acción Católica de la Juventud Mexicana), había preparado un proyecto de Liga en la época de Carranza. Nacida de una reacción de defensa, la Liga se convirtió inmediatamente en un movimiento político, llevada por los acontecimientos y embriagada por un crecimiento prodigioso. Agrupando la generación del catolicismo social, del Partido Católico Nacional y la juventud combativa de la ACJM, y hallándose rápidamente a la cabeza de una inmensa tropa allegada con demasiada facilidad, pasó de la defensiva a la ofensiva, con la intención firme de tomar el poder y de ejercerlo por entero. Mientras el PCN de 1911 no pedía otra cosa que colaborar con la revolución maderista, dentro del marco de una democracia parlamentaria, la Liga instruida por diez años de gobiernos exclusivistas, afirmó un radicalismo intransigente. Es notable que tuviera que afrontar en 1926 el problema que se plantearía cuarenta años mas tarde a las izquierdas latinoamericanas: el del recurso a la lucha armada para conquistar el poder. Este problema lo plantearon los católicos radicales en México hasta 1940, momento en el que sinarquismo de una parte y la Acción Nacional de otra condenan el carácter pernicioso de todo recurso a la violencia. En 1925 y 1926, la Liga lleva un combate legal y no violento, inspirado en el Kultrukampf alemán, en la resistencia de Alsacia a las medidas de Herriot y en la lucha de Gandhi contra los ingleses. Pero “Calles no era Bismarck y no se inclinó ante la opinión pública”. Los levantamientos espontáneos que acompañaron la suspensión del culto dieron a los ligueros la esperanza de ver al pueblo derribar por una verdadera guerra santa al gobierno perseguidor, y decidieron organizar y dirigir un movimiento nacido al margen de ellos que podría darles poder.
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