CULTURA - TEORIA DEL SIMULACRO

TEMA: “ TEORIA DEL SIMULACRO ”

– Fernando Tinajero

Treinta años de interrogarme acerca de la cultura ecuatoriana me han llevado a la vana conclusión de que ella no es más que un simulacro; cincuenta años de vivirla me han convencido también de que el simulacro funciona. Para ser breve, diría que la cultura ecuatoriana ( como Dios de Unamuno ) no existe, pero insiste.

Para adentrarnos en la Teoría del Simulacro de Fernando Tinajero, he decidido hacerlo con el párrafo inicial de su ensayo mismo que ya en pocas palabras nos indica sobre una realidad que todos los ecuatorianos la vivimos a través de la historia y puesta de manifiesta; revisándola bajo los argumentos del autor pretende ser real y considerada como algo latente hoy en día.

Tan solo analizando el primer párrafo se puede vislumbrar el enfoque que el autor va a tomar, porque desde el principio relaciona cultura” y “simulacro” se considera como unir dos conceptos que tienen características tan dispares como “vida y conocimiento” por un lado y “fantasía e imagen” por otro.

De esta manera ya en el desarrollo la irrealidad que nos plantea en base a la Teoría del Simulacro es, probablemente, una de las más estudiadas, comentadas y de la que más páginas se han escrito, como menciona el autor “ Entender la cultura de un país es un momento determinado de su historia implica, entre otras cosas, entender sus discursos culturales. Por principio, todo discurso supone la existencia de un sujeto: el discurso es la expresión de un discurrir , esto es, de un pensamiento.

Donde no hay coherencia no hay autenticidad, pero puede haber apariencia de la verdad. Donde no hay coherencia reinan las palabras y los gestos, esforzándose por sustituir a las palabras y los Actos. El dominio de las palabras y los gestos es el Simulacro.

Dentro de esta relación de cultura y discursos nos plantea que entender los discursos culturales de un país dentro de un lapso definido implica, por lo tanto, entender lo que allí dicen entonces los sujetos culturales, pero además lo que hacen y lo que callan.

Según el autor indica que la supuesta identidad, por lo mismo, no podría definirse como un proyecto a construir sino, otra vez, por un recurso al pasad. Pero no al pasado como costumbre o tradición y mucho menos como historia sino apenas como el polvo de los archivos que, en una suerte de perversión de los estudios históricos, empezaron a ser devorados a veces sin la necesaria competencia, por una hueste heterogénea de cientistas sociales, reclutados muchas veces entre los revolucionarios, pero también entre los hijos del petróleo.

De igual manera se menciona sobre el simulacro del Desarrollo, que consideró la cultura como un instrumento de la economía. En esta relación del estado y la Cultura se vuelve siempre conflictiva, indica que la Ley, que organiza la vida con miras al futuro, tiende

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