Cartago Y Los Bárquidas
Enviado por saraqtzl • 1 de Septiembre de 2013 • 9.226 Palabras (37 Páginas) • 429 Visitas
CARTAGO Y LOS BÁRQUIDAS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
Sara Mediavilla Otero
DNI.: 47280903X
Historia Antigua de España, Grupo T.
ÍNDICE
I. LOS ORÍGENES DE CARTAGO Y LA EXPANSIÓN FENICIA EN EL MEDITERRÁNEO……3
II. LAS GUERRAS PÚNICAS………………………………………………………………………………………7
La Primera Guerra Púnica…………………………………………………………………………………7
La Segunda Guerra Púnica………………………………………………………………………………..8
La Tercera Guerra Púnica………………………………………………………………………………..10
La Caída de Cartago………………………………………………………………………………………..11
III. CARTAGO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA………………………………………………………………12
Asentamientos cartagineses en la Península Ibérica……………………………………….13
La organización territorial de las poblaciones conquistadas……………………………14
Los libiofenicios………………………………………………………………………………………………16
La explotación de las colonias…………………………………………………………………………17
Los Bárquidas y el culto Melqart como legitimación ideológica………………………18
Amílcar……………………………………………………………………………………………………………19
Asdrúbal…………………………………………………………………………………………………………21
Aníbal……………………………………………………………………………………………………………..24
La actitud romana frente a Sagunto…………………………………………..….……………….27
El final de los Bárquidas en Iberia……………………………………………………………………28
Balance de la presencia Bárquida en Iberia…………………………………………………….29
IV. BIBLIOGRAFÍA……………………..…………………………………………………………………………..31
I. LOS ORÍGENES DE CARTAGO Y LA EXPANSIÓN FENICIA EN EL MEDITERRÁNEO
La historia sobre la fundación de Cartago mezcla, como ocurre con todas las ciudades del mundo antiguo que tuvieron un papel importante, mitología con realidad. En este caso el autor que promulgó la leyenda sobre los comienzos de Cartago fue Virgilio que en su Eneida mitificó a una de las más importantes figuras femeninas de la tradición antigua; ésta fue la legendaria reina Elissa, más conocida como Dido, el poético nombre que le adjudicó Virgilio en su obra.
Las primeras excavaciones en el área de lo que fuera la ciudad de Cartago comenzaron en 1959 bajo la dirección del arqueólogo E. Beulé. Por el momento se puede afirmar con cierta seguridad que los estratos de poblado más antiguos del área excavada pertenecen por lo menos a la segunda mitad del s. VIII a.C., momento en el que Cartago poseía ya rango de ciudad y una extensión considerable. Tenemos conocimientos sobre aspectos de la fundación y el desarrollo de Cartago gracias a las excavaciones llevadas a cabo en Túnez, pero muchos de estos se contradicen con las fuentes escritas que han de someterse a crítica ya que fueron redactadas en su mayoría por los “enemigos” de Cartago, tanto romanos como griegos e israelitas.
La leyenda sobre los orígenes de Cartago comienza en Tiro, una de las ciudades más poderosas del este del mediterráneo; cuenta que allí se produjo la pugna entre Elissa (la Dido de Virgilio) y su hermano menor, el rey Pigmalión. Éste ambicionaba las riquezas de su cuñado, el poderoso sacerdote de Melkart y, a pesar de las suplicas de su hermana Elissa, decidió matarlo. De este modo la aristocracia de Tiro se dividió en dos bandos, uno de los cuales estaba encabezado por Dido; puesto que la relación entre ésta y su hermano era irreconciliable, Dido reunió rápidamente bajo su mando a varios personajes de la aristocracia de Tiro, así como a comerciantes, marinos, artesanos, esclavos, etc. y organiza la huida de la ciudad. La expedición, tras primero hacer un alto en la isla de Chipre, se encamina hacia el Norte de África. Así, llegaron a un anterior asentamiento fenicio poblado por gentes de su misma procedencia y cuyo jefe cedió a Elissa un terreno de unos 4 km. de perímetro en el que fundó Qart Hadasht, la “Ciudad Nueva”. El resto de la historia legendaria sobre los orígenes de Cartago se pierde en una serie de trágicos sucesos por los amores entre Dido y Eneas que, según relata Virgilio, acaban con el suicidio de la reina tras arrojarse a la hoguera en una ceremonia de expiación que homenajeaba a su difunto marido.
Pero tras estos míticos orígenes se esconde la realidad de un prestigio cartaginés que no hizo más que aumentar, gracias sobre todo a una poderosa aristocracia responsable de desplegar la dinámica política necesaria para hacer de Cartago en los años posteriores uno de los primeros Estados territoriales, al igual que hicieron Siracusa y más tarde Roma.
Otro de los aspectos que ayudarían al rápido crecimiento cartaginés fue su excelente ubicación. El hábitat arcaico se extendía entre las colinas y la playa, donde diversos sondeos han permitido recuperar algunos aspectos de la vida de Cartago entre los siglos VII y V a.C. Sin embargo, los restos arqueológicos cartagineses de mayor importancia urbanística corresponden al período de las Guerras Púnicas; sus calles y casas presentan una gran influencia helenística que muestran la calidad de vida alcanzada por las clases acomodadas de Cartago. La población primigenia se estableció en dos montículos cercanos a la línea costera, llamados Byrsa -en la cual se edificó la ciudadela fortificada- y colina Juno. Pero esta situación geográfica ofrece además una peculiaridad: el acceso libre a un vasto «hinterland» con llanuras fértiles y una situación portuaria especialmente favorecida por la naturaleza, ya que se encontraba casi exactamente a medio camino entre la costa de Levante y las Columnas de Hércules en la gran ruta comercial fenicia.
Para favorecer la principal fuente de riqueza de la ciudad durante siglos –el comercio marítimo a través de una amplia flota-
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