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Enviado por   •  12 de Marzo de 2015  •  3.403 Palabras (14 Páginas)  •  651 Visitas

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1) QUE EFECTO PERSIGUE EL AUTOR AL REPETIR CIERTAS ESTRUCTURAS:

Los deseos influyen en la percepción. Nuestros deseos, esperanzas, miedos o ilusiones, juegan una influencia tan importante en nuestras vidas que en ocasiones distorsionan la realidad que perciben nuestros sentidos. Muchas veces vemos lo que queremos ver y no lo que realmente es. De manera inconsciente, interpretamos nuestras percepciones en función de lo que más nos interesa, obteniendo una imagen del mundo que se corresponde con nuestros anhelos o creencias. Antes de que veamos el mundo, por tanto, nuestro cerebro lo ha interpretado de manera que encaje con lo que queremos ver, al tiempo que trata de eliminar aquello que no nos interesa.

Es por ello que este autor dice: "porque lo que percibimos es lo extraño, lo que percibimos es lo inusitado, lo que percibimos es lo anómalo" Conclusión: Muchas veces por no decir siempre solemos percibir de forma subjetiva lo que resulta , Irreal, a nuestra conveniencia.

2) SEGÚN USLAR PIETRI COMO FUE EL ENCUENTRO ENTRE LA CULTURA ESPAÑOLA E INDIGENA:

Los españoles se encontraron inesperadamente con un nuevo continente. Este es el hecho fundamental. No hubo preliminares, conocimiento alguno previo, sino un brusco e inesperado encuentro entre un puñado de hombres que representaban la mentalidad de la España de fines del siglo XV, y un inmenso escenario geográfico que se fue desplegando lenta y continuamente, poblado por unos seres para los cuales ni siquiera tenían nombre y que representaban, en distintos grados de desarrollo, culturas extrañas, sin ningún contacto anterior con los europeos, y casi diametralmente opuestas en valores, conceptos y mentalidad a la que representaban y traían los navegantes transatlánticos.

Fue un encuentro complejo y total. Todo era diferente, no tenían lengua en que comunicarse, no tenían nombres para la multitud de plantas, animales y fenómenos desconocidos que hallaron y les ofrecía dudas el hecho mismo de admitir que aquellos seres fueran hombres en el mismo sentido que la palabra tenía para un español de la época de los Reyes Católicos.

Fue un encuentro difícil, confuso y lleno de equívocos. Los españoles creían haber llegado a las Indias legendarias del Preste Juan o a la tierra del Gran Khan de Catay y estaban en un continente desconocido que más tarde se llamó América.

El encuentro planteó malentendidos y conflictos de todo género. Se estaba frente a una realidad geográfica desmesurada en términos europeos y a unos seres que muy poco se parecían en hábitos, creencias y estilo de vida a los infieles con que los españoles habían lidiado durante largos siglos.

Muy pronto y precisamente por la imposibilidad de lograr que el indio antillano se adaptara a una disciplina de trabajo y a un orden municipal a la europea, aparecieron los africanos. Portadores de otras lenguas, otras culturas y otra actitud vital. Vinieron como esclavos a realizar el trabajo que el español no quería hacer y que el indígena no sabía hacer. Un poderoso y vasto proceso de adaptación mutua y mezcla se inició desde aquel primer momento. Ya el español no pudo seguir siendo el mismo que había sido en España. La habitación, la ciudad, las relaciones de trabajo, los alimentos, el vestido, las estaciones, la naturaleza eran distintos. Tampoco el indígena pudo seguir siendo igual a como era antes de la llegada de los conquistadores. Sus hábitos de vida, sus creencias, su situación social, todo comenzó a cambiar para él. Así como tuvo que adaptar sus viejas divinidades a la nueva religión que le traían los cristianos de Castilla, con su complicada Trinidad, sus innumerables santos, su aparatoso ritual y su difícil teología, tuvo también que someterse a un nuevo orden de la ciudad, de la ley y del trabajo. No lo hizo pasivamente sino aportando sus peculiaridades y sus tradiciones. Levantaba una iglesia bajo la dirección del alarife español, pero nunca resultaba una iglesia española, en el decorado, en las formas, en el colorido quedaba la presencia visible de la otra cultura. Igual mezcla se produjo en el culto. No es único el caso de la Virgen de la Guadalupe en México y su complicada genealogía en la que se mezclan creencias aztecas y mitos americanos con formas tradicionales del catolicismo español.

Junto a la enseñanza que en hogares y escuelas se hacía de la cultura española en lengua, instituciones e historia, estuvo presente una pedagogía negra, personificada por las ayas esclavas que en gran parte del imperio español tuvieron por tres siglos la muy influyente y decisiva tarea de cuidar de los niños desde su nacimiento hasta que comenzaba la educación formal. En esa oculta escuela del aya africana analfabeta, pero rica en cultura tradicional negra, se formaron innumerables generaciones de los hispanoamericanos más distinguidos e influyentes y recibieron de ella un aporte que no es menos importante que el que se les podía dar por sus padres y preceptores. Simón Bolívar, el Libertador, tuvo su aya negra y la quiso y respetó como una madre. La llamaba «mi madre Hipólita» y ella, en el esplendor de su poder y de su gloria americana lo llamaba «mi niño Simón».

Este encuentro de tres culturas, en un escenario geográfico de extraordinario poder sobre el hombre, es el hecho fundamental que caracteriza el nacimiento del mundo hispanoamericano. Esto determinó desde el primer momento un sentimiento de peculiaridad y diferencia. El español mismo que vino a América y permaneció en ella por algunos años sufrió cambios visibles, que lo distinguían de sus compatriotas que habían permanecido en el viejo país. En la literatura española de la época abundan las referencias satíricas al «indiano», aquel personaje a quien la permanencia en las Indias había cambiado hasta el punto de hacerlo motivo de burla y curiosidad para los peninsulares. Se creó una manera americana. Si el emigrado español cambió, mucho más lo hizo su hijo nacido en el nuevo continente. Desde el primer momento el «criollo» tuvo una personalidad y un carácter que lo diferenciaban. Hubo muchos casos de mezcla de sangres en la que en innumerables formas se combinaron la herencia biológica de españoles, indios y negros pero sobre todo hubo un continuo y múltiple proceso de mestizaje cultural. El contacto de las tres culturas fundamentales en el nuevo escenario físico afectó profundamente a los tres grandes actores de la creación del Nuevo Mundo.

No constituyeron una sociedad homogénea. Hubo profundas divisiones que perduraron en grado variable durante los tres siglos que duró el imperio español. Hubo una división determinada por los distintos orígenes culturales. Predominaba lo español en lengua, religión, instituciones

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