Condiciones Que Impidieron Concretar Los Proyectos Educativos Durante El Siglo XIX.

Para cuando se dio la independencia, la urgencia de la educación del pueblo estaba ya en mente de todo aquellos hombres que tenían conciencia del problema de la no educación. Según el texto de Vázquez, en las pruebas de las memorias presentadas por los mexicanos ante las Cortes de Cádiz y los escritos del Pensador Mexicano Ramos Arizpe, se consideraba que la educación es la base de la felicidad general. Se sabía que la educación pública debía ser uno de los deberes de todo gobierno ilustrado, y solo los déspotas y tiranos sostenían la ignorancia de los pueblos para más fácilmente abusar de los derechos de los demás.

La misma constitución expedida por las Cortes de Cádiz en 1812 dejaba en manos de los ayuntamientos el cuidado de las escuelas elementales y mencionaba como una de las obligaciones de las diputaciones promover la educación. En este entonces, el gobierno no andaba muy bien por lo que la educación, comenzando desde la elemental no tenía una base fija sobre la cual construirse. Durante el siglo XIX, debido a la anarquía, las guerras internacionales y la falta de fondos del país, la acción del ramo educativo consistiría en una lucha de aprobación y rechazo de leyes, según el partido que se encontraba en el poder.

Durante la primera etapa de esta función se intuye y en realidad no llega a usarse toda su fuerza hasta las últimas décadas del siglo XIX. Esto no es solo sólo consecuencia de la falta de medios sino de que no existe todavía un sentimiento nacional generalizado, patrimonio sólo de un grupo pequeño.

Lograda la independencia, los dos primeros documentos que rigieron a la nación, el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, no mencionaban el problema educativo. La preocupación aparece por primera vez en el Proyecto del Reglamento Provisional del Imperio Mexicano del 18 de diciembre de 1822, en donde se reconocía la necesidad de que los establecimientos de instrucción estuvieran en consonancia “con el actual sistema político”.

De ahí que tanto por la falta de recursos que impedía toda acción estatal, como por su organización eficiente, este renglón quedase en manos de la Compañía Lancasteriana, fundada en México el 22 de febrero de 1822 y la cual con ayudas federales y estatales, debía fundar en el país escuelas elementales y normales.

Los congresos estatales estuvieron conscientes de la necesidad de implantar un sistema educativo, aunque en general se siguió la idea de dejar esta función en manos de los ayuntamientos, lo cual fue una de las causas de su raquítico desarrollo.

El centralismo probó no ser tampoco la fórmula mágica que curara los males que arrastraba la República. Los disturbios y levantamientos continuaron, agravados por las guerras de Texas y de los Pasteles. El romanticismo ingenuo seguía empujando a los hombres de la época hacia la imposición de nuevas leyes.

Síntesis de las ideas educativas de Joaquín Beye de Cisneros, Miguel Ramos Arizpe y José María Luis Mora.

Joaquín Beye de Cisneros:

Según Joaquín Beye de Cisneros, la enseñanza pública elemental

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