Contexto Escolar
Enviado por trianacarolina • 21 de Noviembre de 2012 • 1.866 Palabras (8 Páginas) • 548 Visitas
EL CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN”
Mantengo seis sirvientes honestos
(Ellos me enseñaron todo lo que sé);
Sus nombres son Qué y Por qué y Cuándo
y Cómo y Dónde y Quién.
Rudyard Kipling
“La educación está en ruinas, pero uno puede encontrar tesoros entre las
ruinas.” Este comentario hecho por un estudiante hace unos diez años capta
con nitidez la paradoja de la educación moderna: es al mismo tiempo
inapreciable y decepcionante. Las grandes esperanzas de aquellas sociedades
avanzadas que en el siglo XIX establecieron una educación básica universal,
obligatoria y gratuita para sus pueblos no se han cumplido por completo. Más
bien, dado que muchos jóvenes nos informan que odian la escuela,1 no logran
aprender los elementos básicos de la lectoescritura y las matemáticas que les
permitan encontrar empleo, sabotean sus clases, juegan a escaparse de la
escuela o practican “la ausencia intelectual”.
No obstante, nadie que se haya beneficiado con una buena educación
duda de su valor. Aprender es una fuente de salud, prosperidad y felicidad. La
educación es un camino para la buena vida. Aprender reditúa y aprender
otorga poder. El aprendizaje efectivo, que empieza al nacer y continúa en la
vejez, concede a cada individuo la mejor esperanza de una vida exitosa. La
primera prioridad de la orden del día del nuevo aprendizaje se sintetiza en la
frase “educación para todos durante toda la vida”. Esta frase demuestra cuánto
han cambiado en años recientes las ideas sobre el aprendizaje y las actitudes
hacia la educación. Y siguen cambiando, en igual medida, en lo que se refiere
a la importancia que la sociedades les asignan. Durante la segunda mitad del
siglo XX, la educación dejó de ser un elemento de poco interés para los
gobernantes y sus electorados hasta convertirse en un tema de mayor
importancia en todo el mundo y en la prioridad número uno actual para
muchas naciones.
1 Véase: www.pisa.oecd.org y OCDE-Santillana (2002). Conocimientos y aptitudes para la vida. Resultados de PISA
2000, Cuadros 4.1 y 4.2, pp. 289 – 290.
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1.1. Por qué y Quién
Las sociedades tienden a desarrollarse a través de tres fases: la aristocrática, la
meritocrática y la democrática. La primera respeta el privilegio, la segunda el
mérito y la tercera la humanidad. Hoy queda poco de la sociedad privilegiada
del pasado. El privilegio es obsoleto. Nadie sostiene con seriedad que la mejor
gente se encuentra en las “mejores familias ni que a tal élite debería dársele la
mejor educación y ofrecérsele los mejores trabajos. El hecho de que esto
todavía parezca suceder se debe a que (de forma inesperada pero no
realmente sorprendente) la sociedad meritocrática también se orienta para
favorecer a los privilegiados.2 Pero la clase, la raza, la religión, el sexo y la
edad son, cada uno a su manera, bases inapropiadas para la discriminación
educativa en una sociedad meritocrática o democrática.
1. El principio meritocrático otorga poder e influencia a aquellos
que pueden demostrar la capacidad más alta. En una meritocracia
una de las principales funciones de la educación es seleccionar a
la gente por “habilidades y aptitudes”. Las aristocracias saben
quiénes son las mejores personas y las recompensan de acuerdo
con ello. Las meritocracias buscan las mejores personas y luego
las recompensan con generosidad. En cada caso, la educación y
las oportunidades para aprender más allá del nivel básico están
limitadas y se ofrecen sólo a los mejores.3
Desde luego, ambas sociedades, la aristocrática y la meritocrática,
justifican sus sistemas educativos selectivos refiriéndose a otros tres factores
relevantes: necesidades de empleo, el rango de la inteligencia y la presunción
de que las personas capaces aprenden mejor si se les segrega de las menos
capaces. La economía del siglo XIX requería grandes cantidades de marineros,
mano de obra para la industria y sirvientes domésticos, y relativamente pocos
administradores, consultores o profesores. Hoy, lo contrario es cierto. Tal
como podemos observar, el siglo XXI necesitará más trabajadores
intelectuales que nunca antes y menos a los que no tengamos nada que ofrecer
además de la fuerza física. En los países desarrollados sólo unos cuantos
empleos pueden prescindir del alfabetismo al menos hasta el nivel requerido
para leer los periódicos tabloides. El trabajo del tipo no intelectual desaparece
2 Ibídem. Cuadros 6.1 (a, b, c), 6.2 y 6.3 , pp. 307 – 311, Cuadro 6.7, p. 315, Cuadro 8.2, p. 333.
3 En el Reino Unido, por ejemplo, el examen 11+ y las escuelas primarias selectivas fueron ─ y todavía son
en parte ─ las herramientas de la meritocracia. La selección y la entrada selectiva para la escolaridad
posobligatoria, o para educación superior, sirven al mismo propósito.
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de forma gradual. El mercado laboral poco a poco aumenta sus demandas al
sistema educativo y al aprendizaje personal permanente de los individuos.
1.2. Qué y cuándo
¿Qué debemos aprender? Y ¿cuándo debemos aprenderlo?, aparecen como
preguntas vinculadas entre sí, tal como ¡por qué aprender? Y ¡quién debe
aprender? Demostraron estar relacionadas en los párrafos precedentes. Si el
modelo de aprendizaje permanente arraigado en la primacía de la “educación
inicial” (posiblemente con una participación limitada de la “educación
continua”), el plan de estudios tenderá a estar muy cargado en escuelas y
universidades con tantos materiales valiosos como se pueda, por miedo de que
los estudiantes pudiesen perder las mejores oportunidades de beneficiarse.
Pero si en verdad hablamos en serio de aprendizajes para toda la vida, es
posible bajar la carga de los contenidos de aprendizaje para los jóvenes y
extender el plan de estudios deseable durante toda la vida. La trigonometría,
por ejemplo, o el japonés o la historia y geografía de América Latina, son
materias interesantes, pero ninguna es esencial para el plan de estudios inicial
de la gente que vive en Europa. ¿Qué sí lo es?
En contraste con el modelo existente del Plan de Estudios Nacional, el
cual parece que intenta saturar todo el aprendizaje deseable,
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