DOCE LECCIONES SOBRE LA HISTORIA, POR ANTOINE PROST

DOCE LECCIONES SOBRE LA HISTORIA, POR ANTOINE PROST

Prost es un historiador francés nacido el 29 de octubre de 1933 en Lons-le-Saunier (Jura), Francia. Siguió una formación clásica; es profesor universitario en Historia Social. Comenzó como profesor en la escuela Pothier en Orleans antes de convertirse en asistente y profesor de la Sorbona. Además fue Profesor de la Universidad de Orleans (1969-1979), y luego en París (1979-1998). El autor es especialista en la historia de la sociedad francesa del siglo XX, así como en temas relacionados con la educación; además, dirige el Centro de investigación de la historia de los movimientos sociales y del sindicalismo.

Actualmente es Presidente de la Asociación Movimiento Social (que publica la revista del mismo nombre) y de la Asociación de Amigos de Maitro. A pesar de sus múltiples actividades en París, Antoine Prost es decididamente un hombre de provincia. Todavía vive en Orlean, una ciudad en la que fue alcalde desde 1989 hasta 2001. Ha Colaborado en varias oportunidades con la definición de las políticas educativas desde 1964. Metodológicamente, contribuyó decisivamente al desarrollo de la historia política contemporánea, incluyendo su reflexión sobre las palabras y el lenguaje en la política. Por su colaboración y trabajo, ha sido merecedor de varios reconocimientos como:

Comendador de la Orden Nacional del Mérito

Comendador de la Legión de Honor; oficial de 19 de noviembre de 1993. Comandante de las Palmas Académicas

Ha realizado varias obras de gran aporte para la historia social y educativa de su país, pero como hacen referencias sus traductores, pueden tomarse como línea de inicio, para abordar el oficio del historiador a nivel mundial, ya que, describe el verdadero sentido del objeto de trabajo, que es el estudio de la historia, las herramientas y criterio que debe tener el historiador en general. Es así, como se toma para su análisis la siguiente obra:

Prost Antoine, Doce lecciones sobre la historia, Madrid Cátedra, 2001, 319 pp. (1era edición en francés, Seuil, Paris, 1996).

Esta obra fue publicada originalmente en francés en 1996 y traducida al español en 2001, es el resultado de un trabajo intenso del autor por vislumbrar el camino propicio, que lleve a facilitar y promover soluciones a los problemas que se presentan en el estudio de la historia, pero principalmente nos invita a cuestionar lo que hasta ahora se considera el estudio de la historia y reflexionar sobre las funciones que implica el oficio del historiador.

Mientras se profundiza la lectura, más evidente se hace la interés del autor, por lograr que se reflexione sobre el estudio o mejor dicho sobre la práctica histórica en la sociedad francesa, y para ello se apoya en las opiniones de otros historiadores en su mayoría franceses, como lo son: Marc Bloch, Langlois, Seignobos, G. Duby, entre otros, quienes exponen primeramente, la importancia que tienen los hechos para el estudio de la historia, el uso permanente de otras ciencias auxiliares, para llegar a una historia fidedigna, como: La Paleografía o Ciencia de las Viejas Escrituras, La Diplomática, La Sigilografía, La epigrafía; y principalmente deja claro, la objetividad que debe tener el historiador para realizar una interpretación real de los hechos y no caer bajo la emoción de una interpretación subjetiva.

El autor busca describir la problemática existente en el proceso educativo empleada para el estudio de la historia francesa, expresando lo que en cierto tiempo dio como resultado a través de varios trabajos investigativos, que se explican claramente en la siguiente cita:

Si hay alguna convicción arraigada en la opinión pública es la de que en historia hay hechos y la de que es necesario conocerlos. Esta creencia está en la base de las protestas que en Francia suscitaron los programas de historia de 1970 y 1977, e incluso fue esgrimida en los debates de 1980 con un ingenuidad reveladora «Los alumnos no saben nada en absoluto» he aquí el gran reproche. De lo que se infiere que en historia hay cosas que debemos

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