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EL VIEJO Y EL MAR


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2013  •  409 Palabras (2 Páginas)  •  400 Visitas

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El viejo Santiago es un pescador, pobre cuyo sustento está representado en lo que obtiene con su oficio. Habita en una pequeña aldea de Cuba, no muy lejos de la Habana.

En su juventud fue el mejor pescador de la costa antillana y conserva aún sus dotes así como los bienes representados en una humilde cabaña de palma y los elementos de pesca.

También cuenta con la sincera e incondicional amistad de Manolín, su única compañía, y quién ha recibido de él una sabia enseñanza sobre el oficio de la pesca y la manera especial de ver la vida.

Pasan cuarenta días sin que el viejo logre volver a su cabaña con algo en sus redes. Manolín, por reclamos familiares, de su amigo y contra su voluntad, le abandona en los siguientes cuarenta y cuatro días en los cuales continúa sin pescar nada.

No obstante, la fe, la voluntad y las ilusiones de Santiago le hacían insistir y pensar que la larga espera no era sino el preámbulo para una extraordinaria pesca. El viejo ve lo que otros pescadores no ven, la visión de un gran pez. Y efectivamente, un día, después de ochenta y cuatro de paciente espera, pesca algunos atunes y doradas.

Y un pez de enorme tamaño pica su anzuelo. Pero su descomunal fuerza arrastra el bote mar adentro durante tres días. En el último día la fatiga del pez lo obliga a emerger y es así como aparece ante sus ojos atónitos el pez espada más grande que el viejo Santiago ha visto en toda su existencia. El viejo clava su arpón y lo ata a su bote, el cual resultaba más pequeño que el mismo pez.

Con las manos destrozadas por el roce del sedal y entre maravillado y exhausto regresa a su cabaña. Se siente orgulloso por su proeza, pero a la vez culpable de matar un ejemplar de tal belleza y tamaño.

Desafortunadamente, la carne sanguinolenta del pez comienza a atraer a los tiburones, los cuales terminan por devorarlo a pesar de los desesperados esfuerzos del viejo por defender su trofeo, clavando un cuchillo en el extremo del remo y sumergiéndolo repetidas veces y con las fuerzas que le quedaban, en el tempestuoso océano.

Al oscurecer, palucha era desigual y al amanecer, del gran pez espada solo quedaba la espina con la cabeza y la cola. El viejo, atraca y completamente vencido por el cansancio cae en profundo sueño, consiente de haber sido vencido pero también de haber sabido vencer.

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