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EL VIEJO Y EL MAR


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2013  •  Tesis  •  621 Palabras (3 Páginas)  •  2.480 Visitas

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EL VIEJO Y EL MAR

(Ernest Hemingwey)

La historia se desarrolla en La Habana, Cuba, y cuenta que un viejo hombre de mar, Santiago quien vivía solo hace muchos años, no tenía mucha suerte en su pesca. Su amada esposa había muerto años atrás. En el pueblo al hablar de él se referían a “el viejo”, en lugar de su nombre y a su avanzada edad, no era tan exitoso en su pesca como en otros tiempos. Lo acompañaba, un muchacho Manolo, el cual el viejo había hecho pescador desde muy joven. La seguidilla de fracasos de Santiago ya se extendía a 84 días y era tan mala su reputación como pescador que los padres del muchacho le prohibieron seguir pescando con él. Manolo, estuvo siempre con Santiago a pesar de sus reveses, aunque sólo como apoyo moral y llevándole alimentos, pues Manolo estaba embarcado con otros pescadores de mayor suerte. El lazo entre ellos dos será muy fuerte, ya que compartían aventuras de pescas exitosas en el pasado. En el día 85, Santiago pensó que su mala racha tendría que terminar; entonces decide ir al mar muy temprano como todos los días, cansado, con hambre y sin tantas fuerzas como en sus mejores tiempos en busca de una mejor suerte. Ya en el mar, Santiago hacía lo de costumbre, preparar la carnada, hablar solo, pues, no estaba acompañado y desde muy joven había aprendido a hablar de esta manera y en silencio. Al no tener compañía, estaba convencido que a nadie importunaría, por lo que hablar solo era más fácil. En un instante del medio día, un pez picó en la carnada y Santiago tomó con prisa el hilo para esperar el momento oportuno de la captura; esperó con la paciencia de los pescadores más experimentados y en el momento preciso, tiró del hilo para provocarle una herida mortal al pez. Para su sorpresa, este pez no tenía intenciones de rendirse fácilmente y en lugar de facilitarle su trabajo, inició una batalla por la vida tirando del hilo mientras Santiago no le permitía escapar. Santiago sintió que este esfuerzo no era usual, pero urgido de una victoria se hizo jurar a si mismo que lo perseguiría más allá de cualquier frontera, más lejos de donde cualquiera hubiese llegado jamás. Pasaron las horas y Santiago no tenía la menor idea de lo que enfrentaba, lo único que sabía era que se alejaba cada vez más de la costa mientras que aquel pez tiraba del hilo. Caería la noche y Santiago no tendría la dicha de saber quién era su rival al que, conforme pasó el tiempo, respetaría su gallardía. En medio de la oscuridad, Santiago empezó a sentir miedo y recurrió a sus recuerdos más valiosos, sus victorias, su mujer, el pequeño Manolo al que extrañó y sintió que debió estar con él para ayudarle, pero enseguida desechó esa idea pues, al final de cuentas sabía que estaba solo. Pero el miedo se acrecentó a tal punto que Santiago, quien no era hombre muy religioso, hiciera promesas al Creador.

Una de sus manos estaba estropeada y se disgustó

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