ETAPAS DEL TRABAJO SOCIAL
Enviado por milyjamileth • 13 de Mayo de 2014 • 1.027 Palabras (5 Páginas) • 903 Visitas
Etapa beneficial
Etapa para-médica
Etapa aséptica
Etapa desarrollista
La etapa beneficial
Cronológicamente, la más antigua de estas etapas es la que ve en el Servicio Social una forma tecnificada de ejercer la caridad y la filantropía. Se trata de la concepción dominante en la etapa profesional y que se prolonga en las primeras promociones de asistentes sociales latinoamericanos. En los años 1925 y comienzos de la década del 40, Tiene su origen en los esfuerzos privados que dieron lugar a un buen número de instituciones de ayuda que funcionan en el Continente. Para esta etapa, el Servicio Social es una técnica, cuyo objetivo es atender lo más científicamente posible a los necesitados, ayudándolos a incorporarse a las formas normales de vida en su medio. De los dos elementos en tensión que intervienen en el proceso de ayuda, el dador y el necesitado, se interesa más en el primero que en el segundo.
Es una forma de ayuda esencialmente paternalista que procura conducir al “asistido” a un cierto modo de vida, determinado fundamentalmente por patrones morales. De modo que no aspira tanto a erradicar las causas de los problemas como a insertar al necesitado en un determinado tipo de conducta. La labor del asistente social es vista como una especie de ministerio laico. De ahí, que la diferencia entre el profesional en Servicio Social y otros que se preocupan por problemas similares, como el sacerdote –cura, pastor o aún rabino- y la hermana de caridad o la diaconisa, sea sólo de grado, no de calidad técnica. No interesa tanto en el profesional su capacitación científica como su devoción a ciertos principios y su consagración a una causa.
La etapa para-médica
La segunda etapa del Servicio Social apareció a fines de la década del 20 y prevaleció en algunas esferas oficiales –especialmente en el ámbito de los Ministerios de Salud Pública- hasta 1950. Derivó de la particularísima óptica con que algunos médicos latinoamericanos vieron el Servicio Social de Francia y de Bélgica. Con una sospechosa unilateralidad, estos médicos no observaron lo que de particular y propio tenía el Servicio Social, sino que apenas vieron al asistente social profesional como un auxiliar del médico.
Así fue como surgieron los primeros cursos en Chile y en el Uruguay. Pero mientras en Chile, mediante el asesoramiento de expertas europeas la profesión de asistente social rápidamente tomó su rumbo de Servicio Social, en el Uruguay, lo que los organizadores de esos cursos hicieron fue mucho más grave: de su original desvirtuamiento nominal, pasaron a un desvirtuamiento formal. Por su constante uso de la técnica de la visita domiciliaria, las primeras generaciones de asistentes sociales fueron conocidas popularmente como “las visitadoras”. En Uruguay recibieron oficialmente ese título.
Las materias que integraron el currículo de esos cursos fueron exclusivamente para-médicas y así no hubo ninguna dificultad en convertir a las visitadoras en auxiliares del médico. Las visitadoras podían vacunar, dar inyecciones, hacer lavados de estómago, enseñar a bañar bebés y preparar mamaderas. La visita domiciliaria no sirvió entonces como un instrumento para el conocimiento del cliente en interacción con su medio familiar, elemento básico para compilar hallazgos que permitieran
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