ETICA DE AMADOR
Enviado por joseloera • 6 de Octubre de 2014 • 642 Palabras (3 Páginas) • 292 Visitas
Fernando
Savater
Ética
para
Amador
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AVISO ANTIPEDAGÓGICO
Este libro no es un manual de ética para alumnos de bachillerato.
No contiene información sobre los más destacados autores y más
importantes movimientos de la teoría moral a lo largo de la historia.
No he intentado poner el imperativo categórico al alcance de todos
los públicos...
Tampoco se trata de un recetario de respuestas moralizantes a
los problemas cotidianos que puede uno encontrarse en el periódico
y en la calle, del aborto a la objeción de conciencia, pasando por el
preservativo. No creo que la ética sirva para zanjar ningún debate,
aunque su oficio sea colaborar a iniciarlos todos...
¿Tiene que hablarse de ética en la enseñanza media? Desde
luego, me parece nefasto que haya una asignatura así denominada
que se presente como alternativa a la hora de adoctrinamiento
religioso. La pobre ética no ha venido al mundo para dedicarse a
apuntalar ni a sustituir catecismos... por lo menos, no debiera
hacerlo a estas alturas del siglo xx. Pero no estoy nada seguro de
que deban evitarse unas primeras consideraciones generales sobre
el sentido de la libertad ni que basten a este respecto unas cuantas
consideraciones deontológicas incrustadas en cada una de las
restantes disciplinas. La reflexión moral no es solamente un asunto
especializado más para quienes deseen cursar estudios superiores
de filosofía sino parte esencial de cualquier educación digna de ese
nombre.
Este libro no es más que eso, sólo un libro. Personal y subjetivo,
como la relación que une a un padre con su hijo; pero por eso
mismo universal como la relación entre padre e hijo, la más común
de todas. Ha sido pensado y escrito para que puedan leerlo los
adolescentes: probablemente enseñará muy pocas cosas a sus
maestros. Su objetivo no es fabricar ciudadanos bienpensantes (ni
mucho menos malpensados) sino estimular el desarrollo de
librepensadores.
Madrid, 26 de enero de 1991
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PRÓLOGO
A veces, Amador, tengo ganas de contarte muchas cosas. Me
las aguanto, estáte tranquilo, porque bastantes rollos debo pegarte
ya en mi oficio de padre como para añadir otros suplementarios
disfrazado de filósofo. Comprendo que la paciencia de los hijos
también tiene un límite. Además, no quiero que me pase lo que a
un amigo mío gallego que cierto día contemplaba pacíficamente el
mar con su chaval de cinco años. El mocoso le dijo, en tono
soñador: «Papi, me gustaría que saliéramos mamá, tú y yo a dar un
paseo en una barquita, por el mar. » A mi sentimental amigo se le
hizo un nudo en la garganta, justo
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