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Edmundo O'gorman - El Proceso De La Invención De América


Enviado por   •  23 de Febrero de 2012  •  10.862 Palabras (44 Páginas)  •  1.695 Visitas

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...EL PROCESO DE LA INVENCIÓN DE AMÉRICA.

.....Autor: EDMUNDO O'GORMAN

Presentación

El proceso de la invención de América*

Lecturas complementarias

Presentación

Edmundo O´Gorman nació en la ciudad de México en 1906 en el seno de un familia que unía dos ramas del mismo tronco irlandés. Avencindada primero en Guanajuato, ya que el padre era ingeniero de minas, la familia se asentó después en Coyoacán (en donde nacería Edmundo) y, posteriormente, en San Ángel. Ambos rumbos se volvieron entrañables para Edmundo y para su hermano mayor, el pintor y arquitecto, Juan.

Maestro de incontables gerneraciones de historiadores, Edmundo O´Gorman se licenció en la Escuela Libre de Derecho en 1928 y ejerció la abogacía durante poco más de una década. Posteriormente, estudio historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM , donde obtuvo la maestría en Historia con la tesis Crisis y porvenir de la ciencia histórica, y el doctorado con su disertación sobre La idea del descubrimiento de América. Por aquellos años estableció una cercana amistad con Justino Fernánadez, Manuel Toussaint y con los intelectuales del exilio español, Rafael Altamira y José Gaos.

Conocido como el "historiador filósofo", O'Gorman se destacó por su larga y entregada trayectoria como maestro, por una abultada lista de trabajos doxográficos, por numerosas aportaciones al estudio y cuidado de las fuentes historiográficas y por la lucidez y trascendencia de sus análisis sobre nuestro pasado. Como bien ha señalado Antonio Saborit, O'Gorman es "uno de los pocos ingenios auténticamente grandes en nuestra historia moderna".

En estas páginas se presentan una selección medular de su libro La invención de América, una de sus más conocidas y reconocidas obras. Aquí se esbozan las razones y circunstancias que contribuyeron a la construcción ideológica y la asimilación mental de lo que posteriormente se supo era la cuarta parte del mundo. Es decir, O'Gorman postula —frente a los trillados y polémicos conceptosa del descubrimiento, encuentro o encontronazo de los mundos ocurrido en los siglos XV y XVI— la novedosa e imaginativa interpretación de que América fue inventada, en contraposición a los conceptos anteriores y, al mismo tiempo, como recurso explicativo ante los velos de lo desconocido.

El proceso de la invención de América*

Sólo lo que se idea es lo que se ve; pero lo que se idea es lo que se inventa.

MARTÍN HEIDEGGER: Aus der Erfabrung des Denkens,1954.

I

En el sistema del universo e imagen del mundo que acabamos de esbozar, no hay ningún ente que tenga el ser de América, nada dotado de ese peculiar sentido o significación. Real, verdadera y literalmente América, como tal, no existe, a pesar de que exista la masa de tierras no sumergidas a la cual, andando el tiempo, acabará por concedérsele ese sentido, ese ser. Colón, pues, vive, y actúa en el ámbito de un mundo en que América, imprevista e imprevisible, era en todo caso mera posibilidad futura, pero de la cual ni él ni nadie tenía idea, ni podía tenerla. El proyecto que Colón sometió a los reyes de España no se refiere, pues, a América, ni tampoco, como iremos viendo, sus cuatro famosos viajes. Pero si esto es así, no incurramos, ahora que estamos a punto de lanzarnos con Colón en su gran aventura, en el equívoco de suponer, como es habitual, que, aunque él lo ignoraba,"en realidad" cruzó el Océano en pos de América y de que fueron sus playas adonde "en realidad" llegó y donde tanto se afanó y padeció. Los viajes de Colón no fueron, no podían ser "viajes a América", porque la interpretación del pasado no tiene, no puede tener, como las leyes justas, efectos retroactivos. Afirmar lo contrario, proceder de otro modo, es despojar a la historia de la luz con que ilumina su propio devenir y privar a las hazañas de su profundo dramatismo humano, de su entrañable verdad personal. A diametral diferencia, pues, de la actitud que adoptan todos los historiadores, que parten con una América a la vista, ya plenamente hecha, plenamente constituida, nosotros vamos a partir de un vacío, de un todavía no-existe América. Compenetrados de esta idea y del sentimiento de misterio que acompaña el principio de toda aventura verdaderamente original y creadora, pasemos a examinar, en primer lugar, el proyecto de Colón.

II

El proyecto de Colón es de una dórica simplicidad: pretendía atravesar el Océano en dirección de occidente para alcanzar, desde España, los litorales extremos orientales de la Isla de la Tierra y unir, así, a Europa con Asia. Como es obvio —ya lo vimos—, esta ocurrencia nada tenía de novedosa y ya sabemos en qué nociones se fundaba la plausibilidad de realización de semejante viaje. Conviene recordarlas brevemente.

La forma esférica que, de acuerdo con la física de Aristóteles, afectaba el conjunto de las masas de agua y de tierra es la premisa fundamental: tratándose de un globo, un viajero podía en principio, llegar al oriente del orbis terrarum navegando hacia el occidente. El único problema era, pues, saber si el viaje era realizable, dados los medios con que se contaba. Colón se convenció por la afirmativa, aprovechando la indeterminación en que se estaba respecto al tamaño del globo terráqueo y acerca de la longitud de la Isla de la Tierra. En efecto, amparado por el dilema que había a ambos respectos, acabó por persuadirse de que el globo era mucho más pequeño de lo habitualmente aceptado y de que el orbis terrarum era mucho más largo de lo que se pensaba. La consecuencia de estos dos supuestos es obvia: mientras mayor fuera la longitud de la Isla de la Tierra y menor la circunferencia del globo, más breve sería el espacio oceánico que tendría que salvarse.

Sabemos que, en un sentido estricto, ninguno de esos supuestos era un disparate científico. La verdad es, sin embargo, que como Colón extremó tanto la pequeñez del globo en su afán de convencerse y de convecer a los demás, sus argumentos fueron más perjudiciales que favorables a su empeño. Para el hombre informado de la época, lo único que merecía consideración seria era la posible proximidad de las costas atlánticas de Europa y Asia, pero aun así, el proyecto tenía que parecer descabellado por lo mucho que debería alargarse la longitud de la Isla de la Tierra para hacerlo plausible. La elección de los portugueses en favor de la ruta oriental no obedecía, pues, a un mero capricho, y su único

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