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El Alquimista


Enviado por   •  10 de Julio de 2014  •  3.723 Palabras (15 Páginas)  •  167 Visitas

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EL ALQUIMISTA

Santiago vive una vida que muchos envidiarían. Como pastor, el recorre las calles con su rebaño, viajando por nuevos sitios y viendo cosas nuevas. Esa es la vida que él siempre quiso, y él está contento.

Durmiendo bajo las estrellas él tiene un sueño en el que un niño lo lleva a las pirámides de Egipto y le dice que allí encontrara un tesoro enterrado. Santiago está dispuesto a tomar el riesgo y decide pagarle a una gitana en el próximo pueblo para que interprete su sueño. Ella le dice que su sueño está en el lenguaje del mundo, y que si va a las pirámides encantara su gran tesoro allí.

Santiago se molesta y decide que ya no va a creer en sus sueños. Él no tenía que perder su tiempo en una gitana con interpretación pésima. Al día siguiente él está en el pueblo leyendo y tratando de olvidar que tuvo un sueño, cuando un anciano comienza a hablarle. Santiago trata de ignorarlo pero el hombre no se da por vencido. Finalmente el hombre le dice que si le da un décimo de sus ovejas él le dirá dónde puede encontrar su tesoro escondido.

Santiago claramente es sorprendido por esto ya que él nunca le menciona su sueño al hombre. El hombre le dice a Santiago que él ha logrado descubrir su Leyenda Personal, y que él debe decidir si es lo suficientemente valiente para seguirlo. El hombre le dice a Santiago que debe seguir su Leyenda Personal hasta alcanzarla es la única obligación verdadera de una persona en éste mundo.

Santiago tiene una decisión difícil en sus manos. ¿Renuncia a su rebaño de ovejas, su vida estable, para ir en busca de su tesoro? Parece ser algo loco, pero el corazón de Santiago quiere ir en esta aventura.

Tomando el riesgo más grande de su vida Santiago decide hacerlo. Él le da un décimo de sus ovejas al hombre y vende el resto. El hombre, quien es un rey, le dice que debe de seguir los presagios para encontrar su tesoro. El rey le desea buena suerte, y después Santiago sigue su camino.

Cuando Santiago llega a África se sorprende de haber olvidado que tan solo árabe se habla allí. La ciudad es extraña, y el muchacho está algo asustado por toda la gente nueva. Él siente un gran alivio cuando conoce a un hombre en una cantina que habla su mismo idioma, y el hombre le promete ayudarlo a cruzar Sahara. En poco tiempo el hombre desaparece con todo el dinero de Santiago y lo deja sin nada. Santiago quiere llorar, él está muy triste, pero pronto decide ver a la situación de forma diferente. Si, lo dejan sin dinero, pero está en la búsqueda de su Leyenda Personal. Él puede hacerlo.

Mientras Santiago camina por la ciudad se cruza con un comerciante de cristales que tiene una tienda en la cima de una gran montaña. Necesitando comida, se ofrece a limpiar los cristales del comerciante para que así la gente quiera comprarlos. Mientras los limpia, el comerciante vende dos vasos, y percibe eso como un buen presagio. Él le ofrece trabajo a Santiago, y el muchacho le platica al comerciante acerca de ir en busca de su tesoro al desierto. Él le dice que tan solo puede trabajar por éste día porque al día siguiente tiene que cruzar el desierto.

El comerciante se ríe, y le dice al muchacho que le tomaría años poder reunir el dinero suficiente para cruzar el desierto porque está a miles de quilómetros de distancia. El mundo de Santiago cae completamente en silencio, y después acepta trabajar para el hombre. Él le dice que necesita utilizar el dinero para comprar algunas ovejas.

El muchacho ya lleva trabajando en la tienda de cristales por más de un mes, y no está muy contento. Él trata fuertemente de no pensar en su tesoro, en las pirámides, y en todo. Él tan solo está trabajando para reunir el dinero suficiente para volver a su hogar y comprar algunas ovejas.

Santiago tiene la idea de construir un aparador afuera de la tienda para atraer a más clientes. El comerciante no está seguro de querer cambiar la forma en que las cosas están, pero la presencia del muchacho en la tienda ha sido un buen presagio hasta ahora. Mientras están conversando acerca de los sueños un día durante el almuerzo, el comerciante le rebela al muchacho que ha tenido el sueño desde su infancia de viajar a la ciudad sagrada de la Meca. El comerciante es diferente al muchacho, él dice, porque él no quiere hacer su sueño realidad. El pensamiento de ir a la Meca es lo que lo mantiene con vida, y quiere seguir conservando su sueño. El sueño lo ayuda a pasar sus días en la tienda de cristales.

El comerciante está vendiendo más cristales que nunca, y decide tomar el riesgo con el aparador.

Pasan dos meses y Santiago se siente mejor acerca de su situación. El dinero está flotando en la tienda y el calcula que en seis meses más puede volver a casa con el dinero suficiente para tener el doble de las ovejas que tenía antes. Él ha aprendido a hablar árabe, y a encargarse del cristal. Él podría llegar a ser un hombre de dinero con sus nuevas habilidades y todo por haberse encontrado con un ladrón, lo que lo llevo al comerciante. Él siente que ahora este es su camino a seguir, llegar a ser un pastor aún más grandioso que el interior.

Un día él tiene otra idea, y ésta consiste en venderles té a individuos en vasos de cristal cuando estos escalen hacia lo más alto de la montaña, caluroso y sediento. Cuando el muchacho le cuenta la idea al mercante, éste hombre se asusta otra vez. Ya él está ganando más dinero que nunca, y si comienzan a vender el té el hombre tendrá que ampliarse y cambiar su forma de vida. Esto, él dice, tiene miedo hacerlo. Después de pensarlo claramente, de cualquier manera, el comerciante decide vender el té en los vasos de cristal. Él medita en que hay veces en las que no se puede sostener el rió.

La tienda comienza a tener más clientes que nunca en cuanto la gente comienza a oír sobre su idea. Su refrescante té de menta en vasos de cristal es un éxito con los clientes, y el comerciante tiene que contratar dos empelados más para poder hacerse cargo del negocio.

Han pasado ya 11 meses, y Santiago decide que es tiempo de irse. Él tiene el dinero suficiente para comprar 120 ovejas, y mientras se va le pide al comerciante que le dé su bendición. Santiago le dice al hombre que ahora tiene el dinero suficiente para cumplir su sueño de ir a la Meca, al igual que él tiene lo suficiente para comprar algunas ovejas. El hombre lo ve intencionalmente y le dice que él no va a ir a la Meca así como él no va a regresar a su hogar y comprar algunas ovejas.

Mientras el muchacho camina por el pueblo piensa por un largo rato acerca de su futuro, y lo que es su camino verdadero. Él decide arriesgar a su camino otra vez y va en busca de su tesoro. Él razona que si falla otra vez, siempre puede ganar algo más de dinero para volver a su hogar.

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