El Asesinato de Colosio

EL  ASESINATO DE COLOSIO.

El último día de 1993, en Chiapas, se levantó en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.  Este hecho transformó profundamente la vida nacional y su secuela afectó a todos los actores políticos y sociales del país.

El primero, fue el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, que había prometido el arribo de México al “primer mundo”, para ese mismo día con la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.  El levantamiento zapatista tiró por la borda todas las expectativas de un gobierno que creía haber cumplido sus fantasías. El sueño de alcanzar finalmente el “pleno desarrollo” saltó por los aires.

La sucesión presidencial (que al interior del partido gobernante fue muy controvertida) que había arrancado un mes antes,  entró en una zona tormentosa. Los tres candidatos que tenían oportunidad de ganar (Cuauhtémoc Cárdenas, Diego Fernández de Cevallos y Luis Donaldo Colosio), tuvieron que cambiar sus campañas. Lo ocurrido en el estado sureño los había desplazado de los medios de comunicación. Para México y el mundo solo existía el “subcomandante Marcos” y sus huestes indígenas.

El tradicional ambiente de las campañas presidenciales se enrareció. El protagonismo político de los candidatos (sobre todo, el del partido gobernante) mermo hasta prácticamente diluirse. Las campañas “no entusiasmaban” a nadie.

En aquel ambiente, Colosio dio un discurso, el 6 de marzo, que buscaba reavivar su alicaída campaña. En ese acto, el candidato del PRI supuestamente rompía con su mentor y se enfrentaba al Comisionado de la Paz, Manuel Camacho, que había sido su rival en la sucesión al interior de su partido.

Aparentemente Colosio logró su propósito. Durante algunos días, la campaña del PRI volvió a los primeros planos.

Exactamente 17 días duró la estrategia priista. El 23 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio fue asesinado en Lomas Taurinas, en Tijuana al finalizar un mitin multitudinario.

Este crimen cambió mi vida, y creo que la de una gran parte de los mexicanos, en especial, porque en aquella época mi trabajo estaba ligado a las campañas políticas. De hecho todo el universo de la política se conmocionó. Todo el gobierno y los partidos tuvieron que cambiar sus planes. Los contratos celebrados se cancelaron y hubo que proponer nuevos proyectos. Pero más allá de los cambios inmediatos, todo el contexto político cambió radicalmente y hubo necesidad de reformular tareas y acuerdos. Hubo que empezar de nuevo.

Pero no sólo me afectó personalmente,  prácticamente todos los seres cercanos a mi se vieron afectados. Hubo quien perdió su trabajo, quien se vio forzado a cambiar de tareas y quien finalmente tuvo que moverse de lugar. La incertidumbre política fue acompañada, casi inmediatamente, de la inestabilidad económica.  De golpe y sin aviso, el futuro de muchos mexicanos, entre ellos yo y mis seres queridos, se volvió un terreno totalmente azaroso.

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