El Capital De Karl Marx
makino0026 de Marzo de 2013
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El Capital De Carlos Marx
EL CAPITAL
SECCIÓN PRIMERA: MERCANCÍA Y MONEDA
Pocas obras en la historia de la humanidad han sido motivo de polémica permanente y traducidas a tantos idiomas por su impacto en la vida diaria del hombre. Es el Capital una de aquellas obras en las que tal vez, sin proponérselo, Carlos Marx dejó un legado de conocimientos empíricos unos, y científicos otros, que han sido interpretados repetidas veces durante más de un siglo y que hoy, ante el aparente fracaso del capitalismo como sistema económico, incapaz de solucionar los más elementales problemas de la humanidad, pareciera estar de regreso. Es tal la cantidad de obras impresas del Capital que a partir de 1.946 en el pasado siglo, el Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú comenzó a registrar las variantes de las distintas ediciones originales de la obra y los trabajos materiales preparatorios, muchos de ellos aún inéditos, que le sirvieron de base con el fin de rescatar lo verdaderamente científico .
Es necesario advertir entonces, que las traducciones e interpretaciones filosóficas de Marx han estado impregnadas de ideologías y de apasionamientos extremos y por lo tanto en no pocos casos, las exageraciones e inexactitudes juegan papel definitivo en las diferentes versiones sobre el mismo tema. Es claro si, que las teorías expuestas en esta obra, profundizaron y aún mantienen la lucha de clases en torno a los elementos esenciales de la discusión, valga decir, la tierra, el trabajo y el capital. Aunque Carlos Marx fue quien más claramente demostró que el sobre trabajo no pagado del trabajador manual o intelectual constituye la plusvalía o los provechos del capital, sin embargo, ya otros economistas habían indicado vagamente el hecho. Así por ejemplo, dijo Ricardo: “el valor entero de los artículos del colono y del manufacturero se divide en dos porciones solas; una la constituyen los provechos del capital, mientras que la otra está consagrada en el salario de los obreros”. Si un fabricante da siempre sus mercancías por la misma suma de dinero, por 1.000 libras, por ejemplo, sus provechos dependerán del precio del trabajo necesario para su fabricación. Serán menores entonces, con salarios de 800 libras que con salarios de 600. A medida que los salarios se eleven, por simple lógica, los provechos disminuirán” .
Smith también dijo sobre el asunto: “En el estado primitivo que precede a la apropiación de las tierras y a la acumulación de los capitales, el producto entero del trabajo pertenece al obrero. No hay propietario ni dueño con quien deba repartir” (La Riqueza de la Naciones). Si este estado hubiera continuado, el salario o la recompensa natural del trabajo habría aumentado a medida que sus facultades productivas hubiesen adquirido todos los mejoramientos que engendra hoy la división del trabajo .
Say define al obrero como “el que alquila su capacidad industrial o vende su trabajo y por consiguiente, renuncia a sus provechos industriales por un salario” (Tratado de Economía política) . Por conveniencia metodológica y cronológica de este Seminario, por ahora nos dedicaremos a hablar con la mayor claridad posible de los asuntos tratados en los tres primeros capítulos de la sección primera: la mercancía y la moneda.
CAPÍTULO PRIMERO
LA MERCANCÍA: Es el objeto que en lugar de ser consumido por el productor, se destina al cambio o a la venta, es la forma elemental de la riqueza de las sociedades en que impera el régimen de producción capitalista. La mercancía es, en primer lugar, un objeto, una cosa que merced a sus propiedades satisface necesidades humanas del tipo que fueran. Así pues, el punto de partida de nuestra discusión debe ser el análisis de la mercancía.
Si consideramos dos objetos, por ejemplo una lámpara y una cantidad definida de sal, merced a sus cualidades particulares, cada uno de esos objetos son útiles al hombre que los requiere. Así entonces, para transformarse un objeto en mercancía, debe ser en primer término, una cosa útil que ayude a satisfacer necesidades humanas de cualquier especie. La utilidad de una cosa que depende de sus cualidades naturales y aparece en su uso o consumo, hace de ella un valor de uso. Destinado por quien lo forja a satisfacer las necesidades o las conveniencias de otros individuos, el productor lo entrega a la persona que le es útil, a quien desea usarlo, a cambio de otro objeto y por este acto se trueca en mercancía. La proporción variable en que las mercancías de especie diferente se cambian entre sí, constituye su valor de cambio. Esto nos lleva a determinar la verdadera substancia del valor. Para comprender mejor este concepto consideremos la relación de cambio entre dos mercancías: una lámpara de porcelana sencilla igual a cincuenta libras de sal. Esto quiere decir que en esos dos objetos distintos, lámpara y sal, hay algo en común. Este algo no puede ser una propiedad natural de las mercancías, ya que no se tienen en cuenta sus cualidades naturales sino en cuanto les dan una utilidad que las convierte en valores de uso. En su cambio - y esto es lo que caracteriza la relación de cambio- no se tiene en cuenta su utilidad respectiva y sólo se considera si se encuentran respectivamente en cantidad adecuada. Como valores de uso, las mercancías son, ante todo, de cualidad distinta, pero como valores de cambio, sólo pueden ser diferentes en cantidad. Si se prescinde de las propiedades naturales - del valor de uso de las mercancías - sólo les queda una cualidad: la de ser productos del trabajo.
En este sentido, puesto que en una cama, una casa, un bulto de sal, debemos hacer prescindir de la utilidad respectiva de tales objetos, de su forma útil particular, no tenemos para que preocuparnos del trabajo productivo especial del carpintero, del albañil, del minero, que les han dado esa forma particular. Abstrayendo así de esos trabajos su fisonomía propia, sólo nos queda su carácter común y desde ese momento todos quedan reducidos a un gasto de fuerza humana de trabajo, es decir, a un desgaste del organismo del hombre, si relación con la forma particular en que se ha gastado esa fuerza.
Resultantes de un gasto de fuerza humana en general, muestras del mismo trabajo indistinto, las mercancías revelan solamente que en su producción se ha gastado una fuerza de trabajo. Dicho de otro modo: que en ellas se ha acumulado trabajo. Las mercancías son valores en tanto que son materialización de ese trabajo, sin analizar su forma. Lo que se observa de común en la relación de cambio o en el valor de cambio de las mercancías es su valor, y de eso trataremos a continuación.
MAGNITUD DEL VALOR, TIEMPO DE TRABAJO SOCIALMENTE NECESARIO.
Del análisis anterior podemos ahora decir que la substancia del valor es el trabajo. La medida de la cantidad del valor es la cantidad de trabajo, que a su vez se mide por la duración, o sea por el tiempo del trabajo. El tiempo de trabajo que determina el valor de un producto es el tiempo socialmente necesario para producirlo, o mejor, el tiempo necesario, no en un caso particular, sino considerado como término medio, esto es, el tiempo que exige un trabajo ejecutado conforme el grado medio de habilidad y de intensidad y en las condiciones ordinarias con respecto al medio social convenido.
La magnitud del valor de una mercancía no sufriría alteración si el tiempo necesario para producirla continuara siendo el mismo; pero esta varía cada vez que se modifica la productividad del trabajo, es decir, con cada alteración que se introduce en la actividad de los procedimientos o de las condiciones exteriores en que se manifiesta la fuerza del trabajo. La productividad pues, del trabajo, depende entre otras cosas, de la habilidad media de los trabajadores, de la amplitud y eficacia de los medios de producir y de circunstancias exclusivamente naturales; por ejemplo, la misma cantidad de trabajo está representada en una lámpara de porcelana sencilla si las condiciones han sido favorables y en media lámpara en caso contrario
Por regla general, si la productividad del trabajo aumenta, disminuyendo el tiempo necesario para la producción de un artículo, el valor de este artículo disminuye y recíprocamente, si la productividad disminuye, el valor aumenta. Más, cualesquiera que sean las variaciones de su productividad, el mismo trabajo crea siempre el mismo valor, funcionando durante igual tiempo, sólo que suministra en un tiempo determinado una cantidad mayor o menor de valores de uso u objetos útiles, según que aumente o disminuya su productividad.
Aunque gracias a un aumento de productividad se produzcan en el mismo tiempo dos vestidos en lugar de uno, cada vestido seguirá teniendo la misma utilidad que antes de duplicarse la producción; pero con los dos vestidos se pueden vestir dos hombres en lugar de uno; así pues, hay aumento de riqueza material. Sin embargo, el valor del conjunto de objetos útiles sigue siendo el mismo: dos vestidos hechos en el mismo tiempo que antes en hacer uno, no valen más de lo que anteriormente uno sólo.
Cualquier modificación en la productividad que haga más fecundo el trabajo, aumenta la cantidad de artículos que ese trabajo proporciona y por lo tanto la riqueza material, pero no modifica el valor de esta cantidad aumentada materialmente si continúa siendo idéntico el tiempo total de trabajo empleado en su fabricación.
Sabemos que la substancia del valor es el trabajo y también sabemos que su medida es la duración del trabajo. Una cosa puede ser valor de uso sin ser un valor; basta para ello que sea útil al hombre
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