El Historiador Y Las Fuentes Electrónicas. Nuevos Horizontes Para La Crítica Heurística En El Siglo XXI
Enviado por bellabonita • 11 de Marzo de 2014 • 6.356 Palabras (26 Páginas) • 377 Visitas
El historiador y las fuentes electrónicas.Nuevos horizontes para la crítica heurística en el siglo XXI.
Por Juan Andrés Bresciano
(Universidad de la República)
RESUMEN
La crítica heurística –concebida como el análisis de la autenticidad de las fuentes históricas y de la fiabilidad de sus contenidos- se ha centrado, tradicionalmente, en el documento escrito, en sus diferentes soportes y formatos. Las renovaciones historiográficas de la primera mitad del siglo XX, modificaron esta situación, con la inclusión paulatina de otros tipos de fuentes (iconográficas, orales, audiovisuales, etc.), que demandaron, a su vez, técnicas específicas para su abordaje. Por otra parte, los cambios tecnológicos que introdujo la Revolución Informática a partir de 1945, generaron nuevos desafíos heurísticos al historiador, con la aparición sucesiva de diversas formas de documentos digitales y de documentos telemáticos. En la presente ponencia, se considerarán, precisamente, las características estructurales de esta última clase de fuentes, los problemas que plantea su conservación en el largo plazo, y los problemas asociados al estudio crítico de sus contenidos.
La crítica heurística –entendida como el análisis de la autenticidad de las fuentes históricas y de la fiabilidad de sus contenidos- constituye una de las fases primordiales de toda investigación sobre el pasado, que se realice desde una perspectiva científico-social. Sus primeras expresiones formales ya se encuentran presentes en la Historiografía confesional del siglo XVII, gracias a los aportes de Jean Mabillon y Jean De Boland. Su sistematización metodológica, sin embargo, se inicia en las primeras décadas del siglo XIX, con la Escuela Histórica Alemana, que tiene en Leopold von Ranke a su figura más emblemática. Ya a fines de dicho siglo, los procedimientos de la crítica externa e interna de los documentos se estandarizan a través de manuales clásicos. Las sucesivas renovaciones historiográficas que se constata a lo largo del siglo XX, suponen una ampliación progresiva del concepto de fuente, que ya no se reduce al documento textual, sino que incorpora a los registros iconográficos, orales, sonoros y audiovisuales, entre otros. Esta ampliación demanda pautas técnicas específicas para proceder a la evaluación de las nuevas clases de materiales que el historiador debe utilizar en sus proyectos.
En términos generales, la abrumadora mayoría de las piezas que integran el universo heurístico utilizado hasta mediados del siglo pasado, se constituyen a partir de un soporte físico que determina las formas en que se conservan, describen y clasifican por parte de archivólogos y de historiadores. La Revolución Informática que comienza a desarrollarse desde 1945 –y que se acelera en las décadas finales del siglo XXI- introduce un nuevo soporte –el electrónico- que provoca cambios radicales en las formas en que se generan, organizan y recuperan los nuevos tipos fontales, así como en el modo en que se someten a crítica. Nacido en tal contexto, el documento electrónico se conserva en un medio intangible, ya que sus contenidos no se pueden percibir directamente. De hecho se requiere de un dispositivo específico para que su lectura resulte posible, ya sea en una pantalla o en un proyector. Mientras tanto, sólo existe como patrones electromagnéticos de alguna clase de registro, ya sea analógico o digital. Precisamente, esta última modalidad –la del registro digital- origina el documento informático, entendido como aquel que se almacena mediante un sistema de codificación binario, y que requiere de un ordenador para que su visualización resulte posible. La digitalización puede aplicarse a las más variadas clases de contenidos documentales, ya que permite codificar la palabra hablada, la palabra escrita, la imagen fija, la imagen en movimiento, etc. A su vez, en tiempos recientes, la utilización de sistemas electrónicos para transmitir documentos informáticos a través de redes de comunicación, motivan la aparición de las fuentes telemáticas, cuya expresión más típica la constituyen los sitios Web de Internet.
Estos cambios tecnológicos que introducen nuevos medios para producir, recolectar y administrar documentos, inciden, necesariamente, en las formas en que se relaciona el historiador con los materiales que utiliza para investigar. En la presente ponencia, se considerarán al menos tres aspectos fundamentales de dicho vínculo: la aparición de nuevas clases de fuentes, los problemas que plantea su conservación en el largo plazo, y los desafíos asociados al análisis crítico de sus contenidos.
1. La ampliación del espectro heurístico
En esta primera sección, se desarrollarán algunas consideraciones generales sobre la creación de fuentes mediante el uso de herramientas electrónicas en la prácticas investigativas. Asimismo, se mencionarán algunos debates técnico-metodológicos que se asocian con la digitalización de las fuentes clásicas. Finalmente, se realizará una sucinta reseña de los tipos documentales telemáticos que el historiador del siglo XXI debe sumar a los insumos informacionales que utiliza.
1.1. La creación de fuentes históricas mediante dispositivos electrónicos
La concepción tradicional del historiador como un usuario de fuentes, se modifica en las últimas décadas gracias a que las nuevas herramientas digitales le permiten convertirse en un creador de documentos y registrar un sinnúmero de fenómenos característicos del mundo contemporáneo En tal sentido, la posibilidad de generar documentos audiovisuales de alta calidad, mediante dispositivos externos a un ordenador, de incorporar y de almacenar esos registros en un mismo sistema –más allá del formato que presenten- y de organizar y clasificar dichos insumos, estimula significativamente las tareas de trabajo de campo, que implican operaciones de observación directa, indirecta o participante. Asimismo, la democratización en el acceso a tales dispositivos –cámara digitales, filmadoras y teléfonos celurares que toman fotografías y también realizan grabaciones audiovisuales- transforma a los ciudadanos corrientes en productores de fuentes históricas, sobre la vida cotidiana o sobre los eventos más dramáticos que pueden afectar a una sociedad. Ejemplo de ello lo ofrecen las filmaciones obtenidas mediante el uso de celulares para registrar acontecimientos relacionados con el ataque de Israel al Líbano en 2006, la represión en Myanmar en 2007, o en el Tíbet en 2008.
Si el investigador incursiona en el campo de la Historia Oral, tanto grabadoras como filmadoras digitales facilitan la creación de documentos
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