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LOS HISTORIADORES SIGLO XXI Y LA CRISIS DE LA MODERNIDAD


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2014  •  2.107 Palabras (9 Páginas)  •  384 Visitas

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LOS HISTORIADORES SIGLO XXI Y LA CRISIS DE LA MODERNIDAD

El propósito de este breve ensayo es de las implicaciones que derivan de la crisis a la hora de definir la función y el papel que le corresponde desempeñar al historiador en el momento actual. En el siglo pasado los historiadores esforzaban por resolver problemas que tenían que ver con la época y el entorno. Usan su capacidad de construir, a partir de la diversidad de elementos del pasado que tienen a su disposición, esto con el fin de contribuir a la conciencia colectiva, la cual se gesta por la multitud de conciencias individuales que se complementan entre sí .¿Pero cuál es la función de un historiador en el siglo XXI? Ya no se trata del juego de “vamos a contar el pasado”, de la recolección de hechos y anécdotas de los viejos años, de retocar personajes que aumentan su popularidad o presencia en la conciencia colectiva, de girar la cabeza por quinta vez hacia la segunda guerra mundial o el Renacimiento. Comprendo la frese de Eric Hobsbawn donde afirma que "No se puede huir del pasado, esto es, de los que recogen, interpretan, construyen ese pasado y debaten en torno a él. Nuestro día a día, los estados en los que vivimos, los gobiernos que nos rigen, están rodeados por los resultados de la profesión de historiador, o mejor dicho empapados en ellos" 1. El pasado está pegado en nosotros, no podemos alejarnos de él, tanto que se descuida o descuidamos el pasado reciente, ese que nos acontece día a día, ese que debe ser contado para que de igual forma se comience a desarrollar una conciencia social ante lo acontecido, ese pasado reciente es el que más nos afectara o ayudará a corto plazo, no entiendo cómo se ignoran los hechos que estremecen al mundo actualmente y no son contados por aquellos personajes que deberían contarlos, así los historiadores como nos recuerdan e informan acerca de viejos acontecimientos, deberían crearnos una instalación de la memoria inmediata hacer de la historia que se escribe ahora mismo. La instalación de la memoria inmediata sería una semilla a germinar dentro de la cultura y la política en las sociedades modernas en un contexto de globalización y postmodernidad, así traer un desplazamiento del interés colectivo hacía tiempos pretéritos, es una sociedad moderna que privilegia las experiencias superficiales, orientada hacia la felicidad instantánea en el presente sin mirar más allá de los problemas que nos rodean.

Ante la crisis de la modernidad podemos encontrarnos con una aquella que podría alterar a los historiadores tradicionales y es la que estos (y por supuesto la nueva generación) desempeñen una nueva función, consistiendo en ejercer de supervisores críticos naturales del conocimiento de sobre la realidad humana. Una vez puesta en manifiesto que la investigación sobre la realidad humana construye una operación significativa, los historiadores no pueden eludir la obligación de intentar identificar la presencia y alcance de la historia actual en la realidad. En el estudio del pasado reciente, con frecuencia son muchas las fuentes disponibles, en otros casos hay fuentes imprescindibles que no salen a la luz pública. En definitiva, el problema de hallar o inventar no es más compleja en esta área que en otras. En todo caso, la elección de las fuentes apropiadas y su adecuado análisis crítico condiciona, sin duda, el producto final, y ello debería ser siempre explicitado por el historiador.

Una segunda objeción se podría referirse a la escasa perspectiva que tiene el historiador del pasado reciente. Sin embargo, no quiere decir que esta tampoco sea u impedimento serio. En efecto. Como el historiador no puede o no quiere conocer los efectos que los sucesos o procesos del pasado reciente tendrán sobre el futuro, tienen una limitación que, no obstante, no invalidad su esfuerzo. Él relatará la historia desde su perspectiva de cercanía temporal, pero que en parte ignora de aquellos conocimientos de los que escribe. Pero nuevamente, no invalidará su esfuerzo por esclarecerse con el pasado inmediato. Esto hará que su trabajo quede confuso, in completo o simplemente de vagos conocimientos y hará que posteriormente, llegará alguien que modificara su versión de la historia al conocer nuevos efectos de esos actos o procesos. Cada generación escribe su propia historia, es necesario y saludable hacerlo pienso yo

Una objeción más podría hacer mención a la tan mentada “objetividad”, donde el historiador más allá de ser objetivo, tiene que ser honesto. Esto podría definirse como tener el reconocimiento que la objetividad no es posible o deseable, pero ¿cómo es esto? No es posible ya que el historiador siempre está implicado en el proceso de conocimiento. La pretensión objetiva del viejo paradigma positivista debería ser, a esta altura cosas del pasado, pero se sigue retomando una y otra vez. No es deseable, porque esa pretensión dejaría a los historiadores fuera de juego, ya que la historia se haría de una vez y para siempre, prescindiendo de las circunstancias concretas en que se desenvuelve el historiador. Por otra parte, y esto me parece más importante, se perdería ese carácter fundamental de la ciencia histórica que es el diálogo. Resulta profundamente atractivo el considerar la historia como un diálogo entre el historiador y su objeto, como una relación “amistosa” con los hombres y mujeres del pasado, tal como la concebía Marrou en una obra que mantiene su actualidad. Para él, la intervención del historiador es verdaderamente “constitutiva” del conocimiento histórico. Ese diálogo del que hablamos será diferente si el que conoce pertenece a esta o aquella época, es nativo de este o aquél lugar, tuvo tal o cual educación, etc. En un sentido coincidente, Paul Ricoeur diferencia la subjetividad buena de la mala, distinguiendo el yo investigador del yo patético: “Así pues, no hay historia sin epoché de la subjetividad cotidiana, sin la institución de ese yo investigador que le presta a la historia su hermoso nombre. Porque la historia es precisamente, esa disponibilidad, esa “sumisión a lo inesperado”, esa “apertura al otro” en donde se supera la mala subjetividad” (P. Ricoeur, 1990;1:12) La epoché hace referencia al despojamiento que debe operarse en el yo investigador, a su deber de disponerse plenamente a la escucha del texto, cualquiera sea la forma que éste adopte.

Una de las principales implicaciones de la crisis de la modernidad es que debilita la función de la historia como

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