El Patrocinio De Las Artes En Venecia Y Amsterdam.
Enviado por 2012RAFAEL2012 • 28 de Noviembre de 2012 • 1.670 Palabras (7 Páginas) • 515 Visitas
CAPITULO 8. EL PATROCINIO DE LAS ARTES
Patricios venecianos:
Rendían culto a la “magnificencia” que ellos mismos definían como “gasto dispendioso”. Las grandes ocasiones para desplegar esa magnificencia eran los “banquetes, las bodas y la construcción de edificios en que resulta correcto gastar con largueza sin reparar en el desembol¬so”. La cuestión de la construcción de edificios es sumamente importante. Como los vestidos, los edificios constituían una parte de la “fachada” del noble veneciano. El motivo dominante de toda esta magnificencia era el orgullo familiar, el sentido del “honor” o “esplendor” de la “casa”. El palacio de la familia era el centro de la vida de los patricios. Soñaban éstos a veces durante generaciones con ampliar el palacio o con volver a decorarlo y solían comprar las casas vecinas mientras exhor¬taban a sus descendientes para que continuaran las obras emprendidas. El palacio era algo más que un lugar donde se vivía, era un símbolo de la familia.
Los monumentos suntuosos, construidos por equipos de arquitectos y escultores, representaban otra manera de glorifi¬car a la familia y hasta al individuo. Los monumentos del siglo XVII eclipsan enteramente las tumbas de épocas anterio-res. A fines del siglo XVII, a diferencia de las anteriores prácticas venecianas, un patricio solía decidir dar a la iglesia de su parroquia una nueva fachada y contratar a escultores para convertirla en un enorme monumento de la familia.
El patrocinio a pintores y escultores era menos una mate¬ria de honor de la casa y más una cuestión de gusto personal. Alguien que visitaba la casa de un patricio veneciano se sentiría asombrado por la cantidad de pinturas exhibidas, especialmente retratos. Tintoretto por ejemplo pintó a numerosas miembros de la elite. Algunos retratos eran por cierto encargados con el fin de glorificar a la familia. Nicold Córner por ejemplo tenía tres retratos de su antepasada Catarina, reina de Chipre.
Otros retratos satisfacían el interés por la historia que, según vimos, era un rasgo característico del patriciado veneciano: retratos de duxes, de cardenales, de algún papa, de algún rey o hasta de “el Gran Turco”. Había también pinturas históricas, generalmente clásicas, como Alejandro y la familia de Darío o Escipión y el esclavo español', ambos cuadros ilustran las virtu¬des de un conquistador: la clemencia y la magnanimidad. También abundaban las pinturas de tema religioso y temas mitológicos clá¬sicos: cuadros de Venus y Apolo. En las colecciones venecianas del siglo XVII probablemente había también algunos pocos paisajes, pero éstos ocupaban ciertamente un segundo plano.
El noble veneciano siempre fue protector de los hombres de le¬tras”; por ello había libros dedicados a miembros de la elite, y es de presumir que los autores eran recompensados por su trabajo. Algunos patricios estaban muy interesados por el teatro y la música.
A fines del siglo XVI todavía existían grupos juveniles aristocráticos de aficionados al teatro, grupos conocidos como las “sociedades de las calzas” (compagnie delli calzi) y llamados así a causa de sus vestidos de llamativos colores.
Venecia fue una de las primeras ciudades de Europa en dar la bienveni¬da a la nueva forma de arte de la ópera. A fines del siglo XVII había doce teatros de ópera en Venecia, de los cuales ocho eran propiedad de familias nobles. Muy populares eran los temas de historia antigua, como Escipión y Alejandro. La analogía de estos temas con los de las pinturas coleccionadas por los patricios es bien evidente.
Patricios en Ámsterdam:
Las obras de arquitectura y escultura encargadas por la elite de Amsterdam muestran, como era de esperar, menos magnificencia, menos despliegue de recursos y menos deseo de la ostentosa glorificación de la familia. En general las casas de la elite de Amsterdam no tenían las dimensiones de los palacios venecianos ni eran tan costosas. En Amsterdam, la casa era sencillamente un lugar en el que vivía la familia nuclear y no parece haber tenido la importancia simbólica del palacio veneciano.
Los de Amsterdam tampoco gastaban mucho en tumbas familiares. El monumento suntuoso no formaba parte del estilo de vida de la elite de Amsterdam, aunque había ocasionales excepciones.
Las casas de campo de la elite de Amsterdam parecen modestas comparadas con las venecianas del siglo XVII. A esas casas solían faltarles las columnas o las pilastras. La mayor parte de ellas ha desaparecido, pero algunos dibujos contemporáneos y también alguna ocasional valuación sugieren que eran modestas en cuanto al estilo y las dimensiones.
En Amsterdam, las obras importantes encargadas a arqui¬tectos eran no privadas sino públicas. La gran expansión de la ciudad aseguraba que los constructores no quedaran sin traba¬jo. Se encarga¬ron por ejemplo iglesias o algún Ayunta¬miento. Como en la Florencia medieval o la Venecia medieval, el mecenazgo en la Amsterdam del siglo XVII era predominante¬mente cívico.
Por otra parte, los patricios de Amsterdam parecen haber igualado a los venecianos en cuanto a su afición de coleccionar pinturas a fines del siglo XVII, si no antes. Jan Six, el mecenas de Rembrandt, es el ejemplo más famoso, pero hay muchos otros. En las dos
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