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El caso de la violencia de género


Enviado por   •  1 de Octubre de 2013  •  1.657 Palabras (7 Páginas)  •  323 Visitas

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A lo largo de nuestra historia, la del ser humano, gracias a los innumerables estudios, investigaciones y avances tecnológicos, es que podemos darnos cuenta de cuánto ha evolucionado nuestra especie sobre la tierra. Son muchos los males que se han logrado detectar y erradicar: pestes, epidemias, enfermedades, etc., son muchos los obstáculos que se han superado: transportes, comunicaciones, tecnología, comercio, etc., sin embargo, en lo que menos se ha puesto énfasis es en nuestra calidad de personas, de seres humanos: no se combatido en contra del hambre a azota a tantos países, no se hecho nada en contra del racismo y la discriminación, no se ha logrado erradicar la violencia entre los pueblos y, llegando al tema que hoy nos convoca, no se ha logrado acabar con la violencia simbólica del género.

Lograr acabar con la discriminación de un género hacia otro es una de las grandes promesas del siglo XXI, para poder lograr un verdadero punto de inflexión en la historia de nuestra evolución y lograr dar un paso importantísimo de pasar de ser homo sapiens a constituirnos por fin como personas, como seres humanos.

El caso de la violencia de género es uno de los grandes males de los que padece nuestra especie a la vez que es un hecho simbólico que se ha internalizado en todos nosotros llegando a suponerlo como algo natural. La violencia, que en incontables ocasiones pasa a ser más que simbólica, que el hombre ejerce sobre la mujer es posible extrapolarla más allá de los límites de la violencia y discriminación entre don géneros distintos, por ejemplo, tras analizar de qué manera el hombre no respeta a las mujeres se puede llegar a comprender (pero nunca aceptar) cómo es que el hombre abusa también de su poder sobre los niños y sobre la tierra, el medio ambiente. El macho de nuestra especie ha creado un mito sobre la superioridad masculina que ha llegado a creerlo como si fuese cierto. Si bien antes, cuando aún el ser humano vivía en tribus y recién comenzaba a organizarse socialmente, era un poco más comprensible el hecho de que debía haber un líder que dirigiera al grupo. Hoy en día esa necesidad ha echado raíces, y muy profundas, en nuestras costumbres, convirtiéndose en una realidad legítima y natural esa supuesta superioridad de un género sobre otro. De esta manera, el género masculino se ha ido sintiendo superior a todo y a todos: de las mujeres y del medio ambiente abusa de manera indiscriminada como si estos estuviesen hechos para su satisfacción y goce, por otro lado, abusa de los niños de muchos aspectos considerándolos como instrumentos y no como personas.

Pero, ¿qué es el género?, ¿a qué nos referimos cuando utilizamos este término? Si buscamos en los diccionarios nos encontramos con varias significaciones, siendo las más comunes: para sexo: las distinciones biológicas y naturales entre una especie; en cuanto a género: se refiere a las diferencias construidas por la sociedad para hombres y mujeres, a su forma de relacionarse y dividir sus funciones. Estas diferencias se pueden modificar y cambian según el tiempo, contexto y clase social, etnia, edad, región, cultura, religión. Se expresan en "lo femenino" y "lo masculino". Son las características sociales, culturales, políticas, psicológicas, jurídicas y económicas que hacen diferentes a las mujeres y los hombres.

Son muchos los autores que han hablado al respecto, analizando y reflexionando sobre a qué se debe las distinciones que se han construido entre el varón y la mujer. Por ejemplo, Suzanne Williams se refiere al tema diciendo que las distinciones entre géneros son sólo una construcción social para asignar los roles y atribuciones de uno y otro dentro de la sociedad, siendo en los años setenta cuando más fuerte se hizo esta distinción, recalcando su carácter social en contraste de las diferencias biológicas, esto demuestra que no nacemos con atributos y características femeninas o masculinas, las desarrollamos a partir del aprendizaje, sólo nacemos con sexo (Williams, Suzanne: 1997). Esta autora habla de que las distinciones entre ambos géneros son solo construcciones culturales basadas en las distinciones biológicas para legitimar el poderío de uno sobre el otro.

Otro punto de vista sobre el tema es el que aporta Alicia Pinzás en su obra Las mujeres, las palabras y el mundo global, en la que hace alusión a esta diferenciación entre géneros como una construcción sociocultural que permite determinar el acceso a los recursos y la posición social que posee una persona en función a su sexo, de manera que una vez más nos encontramos con que la violencia de géneros no es más que una construcción social para legitimar quién tiene el poder. Algo parecido plantean Teresa Valdés y José Olavarría en Masculinidad/es, Poder y crisis, cuando explica la manera en la que se orienta la posición masculina cuando, por ejemplo, se habla de varón en propiedad. Esta orientación en particular hace referencia a que el sujeto varón se siente ya superior en este mundo sólo por el hecho de ser varón, cargando ya en su “naturaleza” el pensar lo femenino como inferior a él, a fin de cuentas, el título de varón lo posee en propiedad y aquí propiedad tiene tanto el sentido habitual en derecho, como el de las ciencias naturales.

Así como en todo los sistemas existen interrelaciones, por ejemplo, el sistema económico se relaciona con el sistema político y social, el sistema de género tampoco se encuentra aislado, sino que

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