El porfiriato y la prensa

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El porfiriato y la prensa.

La prensa durante el porfiriato se caracteriza por su ánimo político y analítico, pues durante esa época, el periodismo era concebido como un medio de expresión de ideas, manifestación de posturas y el proselitismo. Sin embargo, había periódicos que apoyaban el régimen de Porfirio Díaz, y por otro lado, muchos eran subversivos y optaban por ir en contra del presidente, dando paso a la represión de periódicos, encarcelamiento y asesinato de periodistas.

No obstante, previo a la llegada de Porfirio Díaz al poder, los periódicos gozaban de una mayor libertad al ser una constante en el pensamiento y acción de Benito Juárez, siguiendo en el mandato de Sebastián Lerdo de Tejada, constituyendo a un escenario propicio para que vieran la luz proyectos periodísticos de orientación obrerita. Este tipo de periodismo tenía la idea de que la prensa tuviera un apoyo por parte del Estado. “Las relaciones entre los gobiernos y la prensa se transformarían con la llegada de Díaz al poder, en un principio teniendo una actitud tolerante hacía ella, para posteriormente tener un control más severo hacía los medios” (Quiñones, 2008).

“Porfirio Díaz inicia la década de los 80’s del siglo XIX estableciendo severos controles hacia la prensa, al mismo tiempo en que se va configurando una incipiente práctica de subvención gubernamental a los medios (para que tengan un carácter institucional oficial), lo que en la actualidad se conoce vulgarmente como chayote” (Quiñones, 2008). Es aquí donde se descubre uno de los elementos que demuestran la importancia del control de la prensa para Díaz, reprobando todas las ideas revolucionarias y fomentar el apoyo al gobierno para la reelección.

En este sentido, Díaz descubrió que la mejor manera de mantener bajo control a la prensa era corrompiéndola. Sin embargo, “destacan periódicos como El Siglo XIX (1841-1896) y el Monitor Republicano (1844-1896) por su contenido político que, fueron instrumentos de lucha y de promoción entre los diferentes proyectos de nación y de posturas ante diversos asuntos que se debatían a nivel público” (García, 2003). Cabe destacar que muchos de los periódicos de la época se centraban en temas políticos, y no tanto en la noticia o transmisión de información.

Además, el gobierno de Díaz fue proclive a la represión directa persiguiendo periodistas o clausurando imprentas. Teniendo como objetivo frenar las criticas hacía el régimen, dejando de lado la libertad de opinión y las voces críticas.

“Porfirio Díaz mantuvo una doble lógica sobre la prensa de su época: o bien se intentaba corromperla ofreciendo dádivas o dinero, o bien se reprimía cerrando periódicos, encarcelando y en el peor de los casos, asesinando periodistas” (Quiñones, 2008).

En 1896, el gobierno de Díaz había decidido subvencionar un nuevo tipo de prensa industrial, dejando de lado los artículos políticos y dando paso al imperio del reportaje, de los periódicos de partido a nuevos órganos de información con pretensiones neutras. “Los artículos literarios y las noticias se convirtieron en mercancías, y su objetivo era atraer lectores y anunciantes, ofreciéndoles todo a precios bajos” (Pérez Monfort, 1997).

A pesar de los altos niveles de analfabetismo en el país, esta nueva prensa pudo salir adelante gracias a sus bajos costos y su arraigo cultural entre la población, incluso eliminando a la competencia y arruinando a los diarios de corte político.

“Los activos y politizados liberales o conservadores de los que se hablaba en las crónicas habían quedado atrás. En los noventa la prensa se dirigía a un público no especializado, en general pasivo en términos políticos y mucho más interesado en el reportaje del día que en inteligentes y sesudas reflexiones políticas” (Pérez Monfort, 1997).

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