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El problema de la justificación del estado


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2012  •  Trabajo  •  2.198 Palabras (9 Páginas)  •  806 Visitas

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Esta cuestión se encuentra estrechamente ligada a la que concierne a la fi¬nalidad estatal, la cual, según dijimos, es la misma que la teleología constitu¬cional. En efecto, son los fines del Estado los que justifican su aparición y exis¬tencia en la vida de los pueblos, toda vez que la entidad estatal surge como medio para realizar determinados objetivos en su beneficio y éstos se fijan, como principios económicos, políticos, sociales o culturales, en el derecho fundamental o Constitución. El Estado no tendría razón de ser sin los fines que su poder de imperio persigue, el cual, como lo hemos aseverado insisten¬temente, debe estar encauzado y sometido al orden constitucional.

El problema de la justificación del Estado lo ha abordado la doctrina, con¬siguientemente, para responder a las siguientes preguntas: ¿Por qué existe y debe existir el Estado?, ¿Cuáles son las causas y razones que necesariamente legitiman la existencia del Estado? Los problemas que plantean estas interro¬gaciones se han estudiado, por diversas teorías desde distintos puntos de vista, tales como el teológico-religioso, de la fuerza, el ético y el contractualista.

a) Las teorías teológico-religiosas afirman que el Estado es de origen divi¬no y que por este motivo todos los hombres están ineludiblemente obligados a someterse a él, siendo San Agustín y Santo Tomás de Aquino sus principales exponentes y cuyas ideas reseñamos en el capítulo inmediato anterior de esta obra. Para dichas teorías, la comunidad temporal, o sea, el Estado, debe estar sometida a la comunidad espiritual que es la Iglesia, concepción que sirvió de apoyo doctrinal a la hegemonía que el Papado ejerció sobre la autoridad de los reyes durante la Edad Media y que fue la causa de las incesantes luchas que éstos emprendieron para manumitirse de la potestad papal y reivindicar su poder.

b) Según la teoría de la fuerza, el Estado es un "poder natural" dado en la vida misma de los pueblos que indispensablemente tienen que ser regidos y sujetados a él. Para ella, en consecuencia, el Estado es un hecho real resultante de la diferenciación entre gobernantes y gobernados y su justificación reside en la naturaleza misma de las sociedades humanas y en su propia existencia his¬tórica, que revela la presencia, en ellas, de dos grupos: el minoritario que manda y el mayoritario que obedece. La concepción marxleninista del Estado como instrumento opresor de las clases sociales desposeídas y como aparato que coactivamente garantiza en favor de la clase capitalista la detentación de los bienes de producción, puede incluirse dentro de esta teoría como acertadamente lo hace notar Jellinek, quien cita las palabras de Engels en cuanto que: "El Estado es el opresor de la sociedad civilizada, pues en todos los periodos ejempIares de la historia ha sido, sin excepción, el instrumento de las clases dominantes y la máquina para mantener a los sometidos en servidumbre y perpetua la explotación de las clases."

c) La teoría ética justifica al Estado basándose en que el bien supremo del hombre, o sea, la felicidad no puede obtenerse fuera de él, según lo proclamaron Platón y Aristóteles. Tiene

también sus principales expositores en Fichte y Hegel, cuyo pensamiento lo fundan en una especie de "obligación moral" que tiene todo sujeto para cooperar con sus semejantes en la solidaridad social y para someterse a los imperativos que derivan de ésta, la cual se hace efectiva por el Estado.

d) Como su denominación lo indica, la teoría contractualista explica al Estado como efecto directo de un pacto. Esta teoría se desenvuelve en diferentes tesis que presentan distintos matices, pero que reconocen un elemento común: el contrato, concertado bien entre Dios y los hombres o por éstos entre sí. Bajo el primer aspecto, el Estado resulta de un pacto entre individuos "originariamente soberanos" para cumplir libremente un mandamiento divino, confiriéndose el poder al príncipe como representante de Dios en los negocios temporales y con la obligación moral de gobernar a sus súbditos según su voluntad. Respecto del contrato inter homines que prescinde de todo orden divino, las teorías que lo postulan como fuente del Estado, entre las que pueden mencionarse las de Althusius, Hobbes y, sobre todo, de Juan Jacobo Rousseau, parten del supuesto hipotético de un "estado de naturaleza" que mediante dicho "contrato" se convierte en un "estado civil", al cual los hombres se someten voluntariamente, creando el poder social que se deposita en la comunidad por la entrega que cada uno de ellos efectúa de su libertad individual en favor de ésta, la que, a su vez, se la restituye garantizada para ejercitarse dentro de la vida social , o como Kant decía: "El acto por el cual el pueblo se constituye a sí mismo en Estado, es decir, según la idea del mismo, o sea, la única manera como puede ser pensado conforme a Derecho, es el contrato originario mediante el cual todos (omnes et singuli) renuncian en su voluntad en el pueblo para volverla a tomar como miembros de un ser común, esto es, del pueblo considerado como Estado (universi)."

e) Ahora bien, las teorías brevemente mencionadas pretenden brindar una explicación del origen del Estado y de su génesis, pero no responden a las preguntas atañederas a su justificación. Este último tema no debe abor¬darse para indigar cómo es el Estado, ni cómo nació, sino cómo se legitima su existencia independientemente de los variados criterios que tratan de explicarla. La justificación del Estado no entraña un problema de causalidad sino ético¬social y de filosofía política, y dentro del ámbito en que debe plantearse vamos a intentar resolverlo.

El hombre es un ser esencialmente sociable o, como dijera Aristóteles, un zoon politikon, pues es imposible concebirlo fuera de la convivencia con sus semejantes. Su naturaleza es eminentemente relacional, ya que, aún en la célula primaria de la comunidad que es la familia, siempre está por modo permanente vinculado a otros hombres con los que se encuentra en constante comunicación.

"La persona es un todo, dice Recaséns Siches, pero no un todo cerrado, an¬tes bien, un todo abierto. Por naturaleza, la persona tiende a la vida social y a la comunicación. Es así, no sólo a causa de las necesidades y de las indigencias de la naturaleza humana, por razón de las cuales cada uno tiene necesidad de los otros para su vida material, intelectual y moral; sino que es así también por razón de la generosidad radical inscrita en el ser mismo de la persona; a causa de ese hallarse abierto a las comunicaciones de la inteligencia y del amor, rasgos propios del espíritu y que le exige entrar en relación con otras personas. En tér¬minos absolutos, podemos decir que la

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