Ensayo Metrópoli Binacional táchira Norte De Santander

EN DIAS RECIENTES, en el marco de nuestro curso en el Doctorado en Urbanismo del Instituto de Urbanismo de la UCV, hemos discutido el tema de las metrópolis binacionales, aquellas grandes ciudades divididas por una frontera nacional que tradicionalmente ha dificultado, cuando no impedido, su integración, operando como una causa adicional, a veces la más importante, de malformaciones y conflictos. La paradoja es, sin embargo, que ha sido ese mismo factor problemático el que ha estimulado el extraordinario crecimiento de algunas de esas urbes.

En el caso venezolano el paradigma en la materia es el sistema de ciudades formado por San Cristóbal, San Antonio del Táchira y Cúcuta, tan fuertemente integrado que, de no ser por la dinámica centrípeta originada en la condición fronteriza, podría considerarse como una aglomeración única. Habiendo alcanzado una población del orden del millón de habitantes en la década pasada, se configura como la cuarta metrópoli más grande de Venezuela, después de Valencia y por encima de Maracay, probablemente además como la metrópoli binacional más grande de América Latina si se exceptúan las de la frontera México-EE UU; la visión convencional sin embargo, esa que no ve lo que hay al otro lado de la artificial barrera, ignora su potencial ubicándola en el noveno o décimo lugar de la jerarquía urbana nacional. Pero es justamente la miopía que produce la frontera, sumada a las nada virtuales barreras jurídicas y políticas que tal circunstancia comporta, la que tiene como consecuencia que los problemas característicos de nuestras grandes ciudades aquí se magnifiquen.

La participación como invitados de otros colegas venezolanos y extranjeros ha contribuido a arrojar luz sobre las fortalezas y debilidades de nuestra metrópoli binacional. Destacan, para empezar, las notables ventajas acumuladas en el lado colombiano, un Estado unitario según su Constitución pero con mayor fortaleza institucional y autonomía de sus municipios, incluidos los fronterizos, que el supuestamente federal Estado venezolano. Pero también sorprenden las diferencias con Estados Unidos, donde la frontera es una zona desmilitarizada mientras que la nuestra, al amparo de su definición como zona de seguridad, es el reino de los militares que, cegados por un concepto obsoleto de la soberanía, no hacen sino obstaculizar las naturales tendencias integracionistas. Desde luego, la presencia de la guerrilla ofrece justificaciones adicionales al mantenimiento de tan anacrónica situación.

Una debilidad importante en nuestro caso es sin duda la lejanía material de San Cristóbal de la frontera debido a la pésima vialidad, lo que seguramente ayuda a explicar el pobre desarrollo de San Antonio que, pese a alojar el aeropuerto internacional, ha devenido en un barrio de Cúcuta bastante pobre y sórdido: no es casual que el ochenta por ciento de su población sea originaria de Co lombia.

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