Entre Risas Y Llantos Una Mirada A Las Costumbres Muiscas
Enviado por • 2 de Junio de 2014 • 4.889 Palabras (20 Páginas) • 353 Visitas
ENTRE RISAS Y LLANTOS. UNA MIRADA A LAS
COSTUMBRES MUISCAS A TRAVÉS DE LOS
CRONISTAS
Abel Fernando Martínez Martín
MD. Mgs. Hist.Profesor Asociado Escuela de Medicina UPTC
Director Grupo de Investigación Historia de la Salud en Boyacá-UPTC
El descubrimiento de las tierras de los muiscas resulta del hallazgo de unos panes de sal
y de unas mantas de algodón, hallazgo que confirma la gran actividad comercial de este
pueblo al comienzo del siglo XVI, cuando los muiscas habitaban los valles interandinos
de clima frío y las tierras templadas de la Cordillera Oriental colombiana, desde los
páramos de Sumapaz, al Sur, hasta el Chicamocha, al Norte, en los actuales
departamentos de Cundinamarca, Boyacá y parte de Santander del Sur. Los españoles
se encontraron con una sociedad organizada, con una compleja organización política y
religiosa y con una muy variada producción agrícola, autosuficiencia alimentarla y un
sistema de intercambio mediante ferias y mercados. (Langabaek , 1985)
De familia lingüística chibcha, los Muiscas ocupaban, a la llegada de los 167
conquistadores europeos, el altiplano cundiboyacense: habían llegado a finales del
primer milenio de nuestra era, constituyéndose, ocho siglos más tarde, en la cultura más
desarrollada de las existentes en nuestro país, en el momento de la conquista.
Habitaban un territorio densamente poblado con alto grado de centralización política;
pueblo festivo que trabajaba la cerámica y los textiles; poseían oro elaborado,
herramientas de piedra y hueso, terrazas de cultivo y obras de regadío.
Los muiscas vivían en bohíos que estaban dispersos en las zonas de cultivo, vivienda de
planta circular, de techo cónico, pajizo, con paredes de bahareque, puertas hechas con
cañas, que ataban con una cuerda y ventanas pequeñas. Dividían el interior con un
tabique. El techo era también de caña tejida con hilos de colores. Pueblos y ciudades
nacen tras la conquista. Según el cronista Herrera: “No había en estas provincias pueblos
grandes, sino que cada principal tenía en sus tierras tres o cuatro casas juntas, y los otros, cada
uno adonde sembraba tenía la suya”. (1600) (Londoño, 2005)
Muiscas, Laches y Guanes, los tres de familia lingüística Chibcha, tenían un libre
mercado, por donde circulan intensamente mercancías entre ellos y con sus vecinos
Caribes y Arawac, en días señalados. Se intercambia coca por mantas, mantas por oro;
miel y cera de abeja, loros y papagayos y yopo; cuentas de collar, cal, calabazos; leña,
alfarería, algodón, caracoles y plantas medicinales; se intercambia tabaco, borrachero,
trementina, tunjos, productos vegetales, pescado, piezas de caza, esmeraldas y sal. Los
cronistas insisten en que los Muiscas disfrutan el comercio.
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1- LA LIMITACIÓN DE LAS FUENTES
Los vencedores son los que escribieron esta historia. Lo escrito por los cronistas sobre
los Muiscas, la mayoría de ellos sacerdotes, desde su europea y católica cosmovisión,
fue minuciosamente revisado y censurado. El libro quinto de la Recopilación Historial
de Fray Pedro de Aguado, que contenía la descripción de los Muiscas del cronista
franciscano fue destruido. Lo que sobrevive está lleno de enmiendas, tachaduras,
páginas arrancadas, además de observarse la supresión de palabras como conquista y
guerra o “algunos pasajes que no estaban de acuerdo con el pudor o la decencia”. Lo que
creemos fuentes originales: “son apenas transcripciones de versiones primitivas, enmendadas
por la censura” (Friede. 1965. p. 327).
Una Real Cédula, de 1577, cuatro décadas después de la conquista ordena: “no consentir
que (...) persona alguna escriba cosas que toquen a supersticiones y manera de vivir que estos
indios tenían”. (Friede, 1965. p. 329). A pesar de lo poco que tenemos, de la censura, de
ser frágil y fragmentario, esto es lo que podemos reconstruir sobre las costumbres de los
Muiscas, a través de las fuentes etnohistóricas:
2- LOS MUISCAS EN EL MOMENTO DE LA CONQUISTA
Los cronistas, desde Jiménez de Quesada, reseñan al conocer los Muiscas, que se trata
de gente diferente a la que han visto en la Costa y el Magdalena. Castellanos habla de
"¡Tierra buena! Tierra buena! Tierra que pone fin a nuestra pena, Tierra de oro, tierra bastecida,
Tierra para hacer perpetua casa, tierra de grandes pueblos, donde se ve gente vestida"
(Castellanos. p. 593).
Aseguran los cronistas que los muiscas eran más comerciantes que guerreros y que los
de Tunja eran menos belicosos y más religiosos. Comentan la alta calidad de las mantas
elaboradas por los muiscas, que le dieron nombre al Departamento de Boyacá y fueron
uno de los principales artículos de tributo en la Colonia. (Cardale, 2005).
La diferencia en los mitos de origen entre Muiscas del Sur y del Norte, sus diferencias
lingüísticas; las variadas formas de enterramiento: las guerras que mantenían el Zaque
de Tunja y el Zipa de Bacatá; diversas tradiciones cerámicas, etc. indican, que no se trata
de un pueblo tan homogéneo como se había planteado. No existió nunca un Estado
Muisca, sino que, a partir de las unidades fundamentales o capitanías, se organizó el
poblamiento, la territorialidad, la propiedad comunal de la tierra y, en general, la
estructura sociopolítica de los cacicazgos muiscas.
Al momento de la conquista, además de estar en guerra con sus vecinos caribes los
Panches, el Adelantado Jiménez de Quesada dice que los “señores y provincias” de Tunja
y Bogotá: “siempre han traído muy grandes diferencias de guerras muy continuas y muy
antiguas”. Y habla de sus costumbres guerreras: “si vencen en la guerra, hacen grandes
alegrías, y de los vencidos sacrifican los niños, cautivan las mujeres: matan los hombres aunque
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se rindan; sacan los ojos al señor o capitán que prenden. Y hazanle mil ultrajes en cada una de
sus fiestas, hasta que el tiempo lo mata.”(Jiménez de Quesada. p. 127)
En las luchas de la conquista, los Muiscas cargaban sus momias a la espalda para que
sirvieran de ejemplo en el combate: “En sus batallas tienen una cosa extraña, que los que han
sido hombres afamados en la guerra y son ya muertos les confeccionan el cuerpo con ciertas
unturas que queda toda la armazón entera
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