DIALOGISMO ENTRE MORO Y MAQUIAVELO: UNA MIRADA HACIA LA GUERRA
Enviado por valem24 • 1 de Noviembre de 2015 • Monografía • 2.543 Palabras (11 Páginas) • 254 Visitas
DIALOGISMO ENTRE MORO Y MAQUIAVELO: UNA MIRADA HACIA LA GUERRA
Cerutti, Elizabeth; Morelli, M. Valentina – 3° año
Prof. de Lengua y Literatura – Instituto del Rosario
El trabajo que se presenta en las presentes jornadas de investigación está enmarcado en el contexto de la elaboración de un proyecto realizado para la cátedra Literatura Europea II de la profesora Mónica Vanzetti. En el mismo se entablará un diálogo entre Utopía de Tomás Moro (1477 – 1535) y el tratado militar Del arte de la guerra de Nicolás Maquiavelo (1469 – 1527) teniendo en cuenta el contexto socio – histórico en donde se insertan ambas obras.
El corpus elegido pertenece al Humanismo, movimiento intelectual, filosófico y cultural que se expandió por Europa, especialmente en Italia, en el Siglo XV. Instaura una nueva forma de pensar que confiaba en el ser humano, en su razón y en su capacidad para cultivar todas las ramas de la sabiduría. El Humanismo reflejaba el optimismo sin límites de una nueva clase que veía como el mundo se desvanecía a sus pies, rechazaba el dogma del pecado original y la convicción de que Satanás es el dueño del mundo. Los integrantes de este movimiento sentían la necesidad de una nueva escala de valores absolutos. Éstos los hallaron en un cristianismo más racional, pero, sobre todo, en las obras de Platón y de los neoplatónicos, filosofía griega que les llegó intacta gracias al estudio de los textos originales. La vida urbana, en los siglos XV y XVI, ofrecía un parecido superficial con la de las ciudades – estado de la Grecia antigua, como es el caso de la República[1] de Platón que sirvió como punto de partida a todo proyecto de República modelo. De todos estos escritos, toma Tomás Moro la idea utópica de ciudad ideal.
El origen etimológico de Utopía no fue explicado por Moro, siendo que estudiosos de su obra destacan un posible juego de significados, ambos del griego. Por un lado οὐτοπία, no lugar; lo que no está en ningún lugar, y por el otro εὐτοπία buen lugar. Utopía es el efecto verosímil que permite ablandar la incredulidad de los lectores. Persigue transformar sus mentes y sus corazones. Quiere que estas ideas configuren el pensamiento de hombre culto, y la delineación del horizonte para futuras acciones y generaciones.
La isla[2] de Utopía fue creada artificialmente por sus habitantes, quienes cavaron una gran fosa por orden del rey Utopo, dejando entrar el mar en ella. El resultado fue un cinturón de tierra en forma de media luna, con una bahía en el centro. Está constituida por cincuenta y cuatro ciudades, incluyendo su capital Amaurota,[3] todas con el mismo idioma, legislación, costumbres e instituciones. Las ciudades están situadas de la misma forma, a distancias semejantes y tienen aproximadamente la misma extensión. En cuanto a la agricultura, ésta es practicada por sus habitantes a través de turnos de dos años, para que no haya escasez de víveres. La tierra no es vista como propiedad sino como suelo cultivable. Cada año, la mitad de los agricultores es enviada a la ciudad y la misma cantidad de personas deja la ciudad y va a trabajar en el campo, aprendiendo el oficio de los que han trabajado allí por un año y preparándose para enseñar a los que lleguen el año siguiente. Las casas no les pertenecen a los ciudadanos, ya que en Utopía no hay propiedad privada, y cada diez años cambian de casa por sorteo. Éstas están compuestas por más de diez adultos y menos de dieciséis. Las familias están organizadas bajo un sistema patriarcal donde el integrante masculino de mayor edad tiene la autoridad. Por cada treinta familias se elige un sifogrante[4] y por cada diez sifograntes, hay un protofilarca[5] que es elegido anualmente. Los primeros son los responsables de elegir al príncipe que permanece en el cargo de por vida salvo que deseen una tiranía. En cambio, los protofilarcas cada tres días se reúnen en la casa del Consejo con el príncipe para hacer el bien común y si hay alguna disputa, las resuelven y las concluyen sin demora. Con respecto a la organización del trabajo, éstos tienen una jornada laboral de seis horas, las primeras tres son por la mañana, luego almuerzan y descansan dos horas. Por la tarde trabajan las horas restantes y cenan. Duermen ocho horas y en el tiempo libre realizan actividades que desarrollan la creatividad y la inteligencia. Por la labor ejecutada no reciben dinero ya que no es utilizado porque existe un mercado donde se compra sin pagar. Además, tanto el oro, la plata o los diamantes son insignificantes para los ciudadanos, son símbolos que hacen referencia a la niñez debido a que son los juguetes utilizados por los más pequeños. Por último, los utopos conocen dos tipos de placeres: los mentales que hace referencia a la satisfacción que uno obtiene cuando aprende o comprende diferentes cosas y los físicos que están subdivididos en todos aquellos que llenan el organismo con un sentido consciente de gozo y los que surgen del regular funcionamiento del cuerpo, de un estado de salud no perturbado. Estos placeres están íntimamente relacionados con la religión ya que la misma se divide en aquellas personas que siguen fielmente el mandato de Dios a través del celibato y las otras que eligen la vida matrimonial sólo con el fin de procrear. También hay varias religiones dentro de la isla, la gran mayoría creen en el único poder divino, lo denominan Padre y es causa de todo lo que acontece. Los sacerdotes dan consejos y advertencias, pueden excluir del culto a las personas, educan a niños y jóvenes y tiene la autorización para casarse.
Luego de esta breve introducción se comenzará a entablar un diálogo entre Moro y Maquiavelo tomando como eje principal la guerra ya que de allí se desprenden los distintos temas a relacionar como es el caso de los filósofos. Todo rey es una suerte de fuente de la cual fluye un caudal constante de beneficios o daños que caen sobre la población. Este carácter ambivalente de su poder exige la reflexión, la prudencia y la experiencia para evitar mal que provengan de la ambición. El filósofo educaría los deseos del rey. Moro dice que más de las veces un rey se preocupa más por adquirir nuevos reinos, sin contemplar los medios, que por gobernar adecuadamente los que ya posee. Este modo de gobernar codicioso tiene como instrumento principal a la guerra. También la educación. Se dispone el cuerpo social para guerrear en vez de incrementar las sutiles técnicas para la paz. El lugar del filósofo seria conducir las pasiones del rey hacia la reflexión. Adoptar criterios adecuados para un buen gobernar. Compartiendo esta idea está Maquiavelo, el cual en su libro explica que su rey no lo premia y estima sólo por sus conocimientos bélicos como por la capacidad de aconsejarlo en la paz. Un rey sabio, capaz de gobernar con prudencia no deberá tener a su alrededor personas que no sean así, porque teniendo en su entorno excesivos amantes de la paz o de la guerra lo conducirán al error. Esto se corresponde con la relación de los dos autores y sus respectivos soberanos. El escritor inglés escribe un poema versado en Enrique VIII, su rey, el cual cae en sus manos y comienzan a entablar una gran amistad. Pero esta relación se ve truncada cuando Moro se rehúsa a aprobar el divorcio del rey con su legítima esposa, entre otras cosas. Debido a esto, se puede decir que el humanista inglés fue fiel a su monarca hasta que sus propios ideales estuvieron en peligro. Es, en ese momento, donde prefiere quebrar el vínculo establecido y engrandecer el afecto que tenía a su Dios. Por el contrario, Maquiavelo buscaba proteger sus propios intereses, pretendía conservar su puesto de trabajo sin importarle la persona que ejerciera el poder, por eso llega a escribir un tratado político El príncipe[6] para regalárselo a Lorenzo II de Médici[7] con el fin de volver a su cargo.
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