Historia Actual
Enviado por eddy_24680 • 19 de Octubre de 2011 • 10.003 Palabras (41 Páginas) • 509 Visitas
HISTORIA DEL MUNDO ACTUAL.
TEMA 5. LA GUERRA FRÍA.
LAS CONFERENCIAS DE YALTA Y POTSDAM
La guerra era desfavorable para las potencias del Eje y el Imperio Nipón. Por ello sus dirigentes habían mentalizado a sus pueblos para perecer en un holocausto sin ofrecer mucha resistencia, antes de que sus ejércitos se rindieran. Desde 1941, los responsables de las fuerzas aliadas estudiaron la táctica las operaciones y planificaron el futuro con la esperanza de conseguir la victoria. El primer ensayo, en forma de conferencia bipartita, reunió a Roosevelt y Churchill.
Antes de ingresar Estados Unidos en la contienda, el premier británico y el presidente norteamericano cambiaron impresiones en la bahía de Argentia, en la Conferencia del Atlántico (agosto de 1941). Ambos estadistas ratificaron un conjunto de principios organizadores del mundo de posguerra, en caso de vencer. Las dos potencias renunciaron a nuevas expansiones, defendieron el derecho de los pueblos a elegir su forma de gobierno y propusieron la colaboración de todas las naciones en el terreno económico. Asimismo, garantizaron la libertad de los mares, exigiendo el futuro desarme de los países agresores.
Los tres grandes, Roosevelt, Stalin y Churchill, tratarían en Yalta la futura suerte de Alemania con arreglo al esquema trazado en la Conferencia de Teherán (noviembre 1943). Fue la primera vez en que Stalin fue invitado a una reunión estratégica, cuyo fin era preparar el asalto sobre Alemania. Stalin prefirió la apertura de un frente occidental, Churchill prefirió uno mediterráneo, para alejar la contienda de Gran Bretaña y evitar un fuerte expansionismo ruso por los Balcanes, como así sucedió. Ni siquiera los acuerdos de Viena han tenido tanta vigencia como los acordados en esa localidad al sur de Crimea. Esta antigua residencia de reposo zarista, mostraba los daños de la guerra, de manera que presentaba un aire fantasmagórico, pero era el comienzo de un nuevo camino.
Roosevelt volvería a ser en ella un elemento arbitral. Reelegido presidente por cuarta vez el 7 de noviembre del año anterior, hecho sin precedentes en Estados Unidos, abrigaba una indisimulada prevención hacia los planes de Churchill, de mantener intacto el Imperio Británico y de cerrar el paso en la Europa oriental a una U.R.S.S. que había soportado el peso del zarpazo alemán y convertida en la potencia militar del viejo continente.
Los mismos mandatarios se volvieron a reunir en Casablanca (Marruecos) los días 14 al 23 de enero de 1943. Los motivos del encuentro fueron diferentes. Estados Unidos, ya beligerante, acordó alargar la guerra hasta lograr la rendición incondicional de Japón y Alemania. Por otra parte, decidieron abrir un frente en Sicilia, como maniobra de distracción. Asimismo, intentaron reconciliar a los dos líderes de la resistencia francesa De Gaulle y Giraud.
Posteriormente, se reunirían de nuevo en Quebec (agosto 1943) las cuestiones tratadas fueron, de modo exclusivo, el reparto entre las dos democracias anglosajonas de las zonas de ocupación de Alemania, sin que se hablase de una postura conjunta o de una acción conjunta ante la Unión Soviética. El Plan Morgenthau contemplaba la desindustrialización alemana y se pensaba que el Kremlin la aceptaría de buen grado ya que supondría la proletarización de extensos sectores urbanos proclives al comunismo.
A gran parte de los asistentes en segundo plano a la llamada conferencia “Octógona” les sorprendió que en sus deliberaciones no se tratase el tema del libre acceso a Berlín de las dos potencias occidentales, ya que Francia había sido omitida. Desde que se creara en Londres el Consejo Consultivo Europeo (enero de 1944), este era el asunto más importante. Después de inacabables discusiones entre ingleses y norteamericanos sobre la rendición alemana se llegó a un acuerdo a instancias de los soviéticos. Así, Alemania se dividiría en dos zonas occidentales y una zona oriental. Berlín sería ocupado por las tres potencias y parcelado en sectores, con una administración conjunta. En noviembre, un acuerdo sobre maquinaria de control comprometía a los tres grandes a crear una administración municipal para Berlín y un Consejo de Control. Pero este asunto significaba un problema, pues no se regulaba la forma de acceder a Berlín de los anglosajones, de manera que esto provocaría una de las crisis de la posguerra. Tanto en Yalta como en Potsdam fue algo evitado por los diplomáticos de uno y otro lado.
Ante la rusofilia de Roosevelt, Churchill intentó llegar a un acuerdo directo con Stalin en temas que le preocupaban muy especialmente. Ambos no tardaron en llegar a un acuerdo en la Conferencia de Moscú (9-19 de octubre de 1944), en torno al reparto de influencias en dicha zona del viejo continente. Mientras Roosevelt estaba enfrascado en asuntos electorales, siendo representado por su embajador ante la U.R.S.S., A. Harriman, a título de observador, Churchill lograba que Stalin le confirmase la influencia británica sobre Grecia, en tanto que aceptaba la de la U.R.S.S. en Rumanía y Bulgaria y el reparto entre las dos naciones de Yugoslavia y Hungría. El premier británico estaba comprometido con las monarquías helena y Yugoslavia para ser restablecidas al final del conflicto. Lo mismo sucedía con Polonia, de manera que fue a visitarle el presidente del gabinete polaco en el exilio, S. Mikolajczik, para obligarle a aceptar la Línea Curzon como frontera polaca con la U.R.S.S.. En el terreno militar, se trató lo que quería Washington, la intervención soviética en Manchuria.
Como Roosevelt no pudo intervenir en esta conferencia, no pudo participar en los compromisos a los que llegaron Churchill y Stalin en relación con la influencia de las democracias anglosajonas y la U.R.S.S. en la Europa central y oriental, algo opuesto al espíritu de la Conferencia de Teherán. Roosevelt se enfadó, de manera que mostró reservas a entrevistarse con Churchill previamente. Poco después, a pesar de las embestidas dialécticas de Churchill a Roosevelt, cuando se encontró con él en Malta camino de Yalta se olvidaría de los convenios del octubre anterior, y no ocultó la necesidad de contentar a Stalin para ganarlo a la causa de la democracia y la lucha final contra Japón. Roosevelt quería conciliar su actuación de gran estadista para lo que atraería al comunismo soviético, convirtiendo a la U.R.S.S. en gran potencia que delimitara su hegemonía con Estados Unidos. En noviembre de 1943, se sumó Chang-kai-Shek, líder de la resistencia nacionalista china frente al expansionismo nipón, a los dos líderes anteriores en El Cairo. Estudiaron los problemas relativos a la guerra y al porvenir de China.
Los tres dirigentes volvieron
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