Historia De Honduras Y Centro América
Enviado por Tras1950 • 21 de Marzo de 2014 • 2.279 Palabras (10 Páginas) • 307 Visitas
¿Somos realmente independientes? (Yo no soy chapín -II-)
Recién “celebramos” un nuevo aniversario de lo que suponemos nuestra independencia. Para ser exactos, 189 años desde la firma del Acta de Independencia de España. Como cada año, es sintomático que nos preguntemos si en realidad somos independientes, lo cual evidencia que entre la población no hay una certeza de poseer total soberanía sobre el territorio, así como sentirse afectados o influidos por países extranjeros. ¿Podremos encontrar respuestas en nuestra historia de nuestra insatisfacción? ¿Qué habrá pasado en aquel lejano 15 de septiembre de 1821? ¿Nos habremos independizado realmente? ¿Alcanzaremos la independencia real algún día? Éstas son las preguntas que prometo reflexionar, pero no responder.
¿Somos realmente independientes? Técnicamente, es obvio que sí. Al hablar de independencia, nos referimos casi exclusivamente del proceso histórico en el cual se vio involucrado casi todo el continente hace dos siglos, aproximadamente, algunos con décadas adelante (como Estados Unidos), y otros casi un siglo después (como Cuba).
Otros países -como los europeos- no hablan de independencia. Esto sólo atañe a los países que fueron colonias de otros; quiero decir, pues, que independencia no significa en nuestro contexto contemporáneo “soberano” o “libre”. Revela una coyuntura ocurrida hace, para nosotros, 189 años. Y en ese sentido, hay que responder que sí somos independientes.
Sin embargo, es discutible la fecha en que logramos completa independencia, además de habernos constituido como el país que más o menos conocemos hoy día.
PROCESO HISTÓRICO
La celebración del Bicentenario de la Independencia, la cual han conmemorado otros países como México, Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela, Bolivia, Colombia, o Ecuador, nos ha servido para ubicar la realidad de hace dos siglos y ubicar el contexto centroamericano.
Los procesos de independencia empezaron a proyectarse, quizá, en 1808 con la Invasión Napoleónica a España, la cual destronó a Fernando VII y entronizó a Napoleón Bonaparte, encarnado en la figura de su hermano José, para el caso específico de la Península.
Para entonces, las ideas liberales de la Revolución Francesa ya estaban circulando por las Colonias americanas, lo cual formó parte del polvorín de ideas, listas para esperar cualquier chispazo. Con la invasión napoleónica y la reacción española, las Colonias perdieron por algunos meses el norte sobre el modelo político y económico que dominó durante 300 años. No había un Rey legítimo al cual referirse como autoridad.
Entre la “realeza” española en América corría el temor de lo que había ocurrido en Francia décadas atrás durante la revolución, por lo que la Invasión Napoléonica olía a decapitaciones, más que a libertad, desde el punto de vista de las clases altas.
Esto propició que los americanos observaran cómo la misma metrópoli pujaba por su propia independencia de Francia; asimismo, la Junta Española que reaccionó a la invasión ordenó convocar a las llamadas Cortes de Cádiz, que se realizaron finalmente en septiembre de 1810. Para conformarlas, se celebraron elecciones por primera vez en las colonias, lo cual despertó el interés de las clases altas y medias por participar en política, ámbito que sólo había sido delegado a los peninsulares.
Inicialmente, las insurrecciones de los realistas y criollos se levantaron en contra del “mal gobierno” (como se denominó al reinado napoleónico en España), rechazando al usurpador de Fernando VII. Sin embargo, los liberales (herederos de las corrientes ideológicas de la Revolución Francesa) observaron la oportunidad para hacerse del poder y romper el vínculo comercial con España, que para entonces no se daba abasto para satisfacer las necesidades de América, y otros países, como Inglaterra, Francia u Holanda, empezaban a tener mayor pujanza comercial y las colonias creían que les convenía tener comercio directo con estas naciones.
Obviamente, los virreyes y capitanes generales que gobernaban en América no estaban de acuerdo con el movimiento en el que se transformó el rechazo a la Invasión Napoleónica. España, por su parte, enfrascada en su propia lucha, no pudo hacer mayor cosa, y, peor aún, recurrió a elementos militares de las colonias, debilitando a éstas, para fortalecer sus frentes ante Napoleón.
No es casualidad, pues, que la mayoría de países estén celebrando el bicentenario de su independencia (o el inicio de la lucha por ella) alrededor de este año.
¿Y CENTROAMÉRICA?
Centroamérica, oficialmente, no está celebrando su bicentenario y no lo hará hasta el 2021, con excepción de El Salvador, que celebrará sus 200 años el próximo año.
Esto se debe a que los salvadoreños consideran el inicio de su independencia a la Sublevación de San Salvador, ocurrida el 5 de noviembre de 1811. Como puede observarse en otros países, las luchas de la independencia no iniciaron en el centro del poder, sino que en ciudades periféricas.
El modelo comercial de la Colonia consistía en que la capital del Virreinato o de la Capitanía General se encargara de comerciar con la Metrópoli (España), mientras que sus ciudades periféricas las proveían de productos.
En el caso del Reino de Guatemala, la Capitanía General (Nueva Guatemala de la Asunción) se encargaba de dar fluidez a los productos generados, especialmente el añil proveniente de El Salvador, y el ganado de Nicaragua. En las ciudades de estos ahora países, se había conformado una clase alta ajena a los peninsulares, que se habían fortalecido con el producto de su trabajo. Las ideas liberales les habían abierto los ojos de que era mejor comerciar sin intermediarios.
Es por ello que no sorprende que en San Salvador (El Salvador), León y Granada (Nicaragua) hayan surgido las primeras sublevaciones para rechazar el poder colonial, el cual se encontraba representado por Guatemala.
Estas tres ciudades presentaron sendas sublevaciones a finales de 1811, en medio de los movimientos independentistas en la mayoría de las colonias. En Guatemala, centro del poder, se puede encontrar la referencia previa de la llamada Conspiración de Belem (1813), la cual fue desarticulada, pero que tenía intenciones independentistas.
Lejos de la capital, en Totonicapán se encuentra la primera sublevación dentro de lo que hoy se conoce como Guatemala, con el levantamiento de Atanasio Tzul (1820), pero que también fue neutralizado.
¿HUBO INDEPENDENCIA?
Doce años después
...