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Historia De Honduras


Enviado por   •  5 de Febrero de 2012  •  1.824 Palabras (8 Páginas)  •  1.200 Visitas

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La huelga de1954 (Honduras ya era llamada despectivamente "República Bananera" por los círculos políticos de Estados Unidos)

Durante los primeros meses de 1954, las relaciones entre las compañías y los obreros se tornaban más tensas. En La Ceiba, Tela, Puerto Cortes, La Lima y El Progreso, los obreros manifestaban descontento y exigían desde aumentos en los salarios hasta destitución de algunos ejecutivos.

Para ese tiempo, los trabajadores tenían conciencia de clase y una gran cantidad de ellos sabía qué era el Marxismo, en palabras simples: poder político del obrero. Las ideas de Marx y Engels llegaron a las fincas de manera clandestina envueltas en papel: en los periódicos Voz Obrera y Vanguardia Revolucionaria.

Tuvo una presencia enorme y desempeñó un papel preponderante en la organización de los obreros. Sus editores del Partido Democrático Revolucionario Hondureño (PDRH) llegaron a imprimir hasta 7.000 ejemplares semanalmente. De igual manera, Voz Obrera. Ambos periódicos eran repartidos en las plantaciones bananeras por medio de una red de distribuidores clandestinos.

'Hemos de formar como principio los comités sindicales: en las secciones de línea, estaciones, talleres y atraerse a empleados hondureños que desde sus puestos de oficina bien pueden colaborar con nosotros a formar el sindicato. Hay una campaña previa que hacer, como decir elaborar pliegos de firmas para elevar al Supremo Congreso Nacional y en unión de todos los obreros y campesinos del país, pedir a una sola voz libre organización sindical (...) si el respetable Congreso le da carpetazo a nuestra petición, siempre llevaremos a cabo la organización sindical', sugirió Voz Obrera en una publicación a los obreros ferroviarios de la Tela.

Anteriormente, Durante la década de 1940, algunos dirigentes comunistas realizaron labores de politización en los campos. Julio César Rivera, fue uno de los que pregonó incansablemente las ideas de Marx entre los trabajadores.

Los días críticos, o la pesadilla para las bananeras, comenzaron a finales de abril. El 28 de ese mes, trabajadores de los departamentos de la construcción e ingeniería de El Progreso le presentaron una lista de reivindicaciones a la Tela, pero la compañía rechazó el pliego y rehusó negociar con ellos. El siguiente día, más de un mil trabajadores realizaron una asamblea en el patio de una zapatería de esa ciudad. Allí, llegaron representantes de otros departamentos, como una muestra de solidaridad.

El 30 de abril, los trabajadores se reunieron un vez más para analizar la situación y, como el día siguiente era 1º de mayo, Día Internacional del Trabajador (instituido en 1889 por la Segunda Internacional en memoria de los mártires Chicago) decidieron mañanear para realizar una manifestación pública.

Llegó el primero de mayo y los trabajadores salieron a la calle tal como lo acordaron la noche anterior. 'En la primera fila iban más de treinta dirigentes del movimiento con los brazos entrelazados, formando una cadena para demostrar unidad y fuerza', recuerda Agapito Robleda, uno de manifestantes. 'Casi todos eran marxistas'.

¿Qué quiere esa gente? -preguntó el coronel Eduardo Díaz, alcalde de El Progreso, cuando observó a los protestantes.

¡Sin duda, quieren guaro, mi coronel! -contestó uno de sus subalternos.

En la fila, Nicolás Castellanos, uno de los trabajadores, dijo: 'Matías Arriaga nos va a ametrallar, pero no importa, moriremos con honor por la causa de los trabajadores'.

Todos los protestantes se agolparon en el parque Ramón Rosa y convirtieron el kiosco en su tribuna oficial para pronunciar todos los discursos.

"Nosotros salimos a celebrar el Día del Trabajador y, al mismo tiempo, a protestar.

Nosotros no pensábamos en una huelga general, pero cuando vimos la gran cantidad de gente, pensamos que existía las condiciones para hacer algo más fuerte", dice Robleda, quien era trabajador del departamento de la construcción de la Tela.

En el kiosco, después de una breve exposición de las causas, Lito Toro leyó la declaratoria de la huelga general. En los siguientes días, por las calles de El Progreso se comenzó a mover un mar de gente. Obreros de todos los campos bananeros llegaron a apoyar el movimiento.

En otras ciudades, como en Tela, los trabajadores también abandonaron sus trabajos y salieron a protestar. "Recuerdo que hasta llegaron los de la Básica (militares) a desalojarnos", dice Rafael Alberty, uno de los dirigentes del movimiento en Tela.

"Anoche asistimos al mitin de los trabajadores en huelga. Ante una multitud compacta y heterogénea, el orador de turno electrizaba los ánimos; con encendida dialéctica y los puños epilépticos fustigaba a la bananera, y hacía hincapié en perspectiva de una futura confederación de trabajadores de Honduras. Es admirable la perfecta sincronización del movimiento obrero. Se nota con simpatía la ausencia de borrachines y vagos. Reina tranquilidad. Los huelguista están recibiendo ayuda moral y material de diferentes asociaciones y del comercio, cuenta además con varias cabezas de ganado vacuno y porcino", publicó el periódico el Día 14 de mayo.

El Progreso era ya el fuerte principal de la huelga. Unos 30.000 trabajadores se apoderaron de la ciudad y establecieron el poder obrero. El comité de huelga logró imponer hegemonía sobre el alcalde, comandante de armas y otros funcionarios locales.

En esa ciudad ribereña, todos los establecimientos comerciales estaban cerrados, hasta las prostitutas dejaron de trabajar.

Las entradas y salidas de las carreteras y de la línea férrea, la estación del ferrocarril, el telégrafo, el correo, la alcaldía, las escuelas, lo servicios públicos, los centros de trabajo, el aeropuerto, la balsa utilizada para cruzar el río estaban bajo el control de los huelguistas.

Nadie podía salir de la ciudad sin un salvoconducto extendido por

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