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Historia Del Handball


Enviado por   •  2 de Marzo de 2015  •  4.906 Palabras (20 Páginas)  •  400 Visitas

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LIBRO SAGRADO DE LOS MAYAS

"POPOL VUH" (o "Libro del Indígena Quiché")

PREÁMBULO

Este es el principio de la antiguas historias de este lugar llamado

Quiché. Aquí escribiremos y comenzaremos las antiguas historias, el

principio y origen de todo lo que se hizo en la ciudad de Quiché, por las

tribus de la nación quiché.

Y aquí traeremos la manifestación, la publicación y la narración de lo

que estaba oculto, la revelación por Tzacol, Bitol, Alom, Qaholom, que

se llaman Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú, Zaqui-Nimá-Tziís, Tepeu,

Gucumatz, u Qux Cho, u Qux Paló, Ah Raxá Lac, Ah Raxá Tzel, así

llamados. Y [al mismo tiempo] la declaración, la narración conjuntas de

la Abuela y el Abuelo cuyos nombres son Ixpiyacoc e Ixmucané,

amparadores y protectores, dos veces abuela, dos veces abuelo, así

llamados en las historias quichés, cuando contaban todo lo que

hicieron en el principio de la vida, el principio de la historia.

Esto lo escribiremos ya dentro de la ley de Dios, en el Cristianismo, lo

sacaremos a luz, porque ya no se ve el Popo Vuh, así llamado, donde se

veía claramente la venida del otro lado del mar, la narración de nuestra

oscuridad, y se veía claramente la vida.

Existía el libro original, escrito antiguamente, pero su vista está oculta

al investigador y al pensador. Grande era la descripción y el relato de

cómo se acabó de formar todo el cielo y la tierra, cómo fue formado y

repartido en cuatro partes, cómo fue señalado y el cielo fue medido y se

trajo la cuerda de medir y fue extendida en el cielo y en la tierra, en los

cuatro ángulos, en los cuatro rincones, como fue dicho por el Creador y

el Formador, la madre y el padre de la vida, de todo lo creado, el que da

la respiración y el pensamiento, la que da a luz a los hijos, el que vela

por la felicidad de los pueblos, la felicidad del linaje humano, el sabio, el

que medita en la bondad de todo lo que existe en el cielo, en la tierra, en

los lagos y en el mar.

Notas de Henrry Williams y colaboración on-line Adrián Recinos:

Tzacol, Bitol, el Creador y el Formador

Alom, la diosa madre, la que concibe los hijos, de al, hijo, alán, dar a

luz. Qaholom, el dios padre que engendra los hijos, de qahol, hijo del

padre, qaholaj, engendrar. Madre y padre los llama Ximénez; son el

Gran Padre y la Gran Madre, así llamados por los indios, según refiere

Las Casas, y que estaban en el cielo.

Hunahpú-Vuch, un cazador vulpeja o tacuazín (Opposum), dios del

amanecer; vuch es el momento que precede al amanecer. Hunahpú-

Vuch, es la divinidad en potencia femenina, según Seler. Hunahpú-

Utiú, un cazador coyote, variedad de lobo (Canis latrans), dios de la

noche, en potencia masculina;

Zaqui-Nimá-Tziís, Gran pisote blanco (Nasua nasica) o coatí, encanecido

por la edad, diosa madre; y su consorte Nim-Ac, Gran cerdo montés, o

jabalí, ausente en este lugar por una omisión mecánica, pero invocado

en el capítulo siguiente;

Tepeu, el rey o soberano, del náhualt Tepeuh, tepeuani, que Molina

traduce por conquistador o vencedor en batalla; ah tepeual entre los

mayas , quienes lo tomaron igualmente de los mexicanos. Gucumatz,

serpiente cubierta de plumas verdes, de guc, en maya, kuk, plumas

verdes, quetzal por antonomasia, y cumatz, serpiente; es la versión

quiché de Kukulkán, el nombre maya de Quetzalcóatl, el rey tolteca,

conquistador, civilizador y dios de Yucatán durante el período del Nuevo

Imperio Maya. El fuerte colorido mexicano de la religión de los quichés

se refleja en esta pareja creadora que continúa siendo evocada a través

del libro hasta que la divinidad toma forma corporal en Tohil, a quien

en la Tercera Parte se identifica expresamente con Quetzalcóatl;

U Qux Cho, el corazón o el espíritu de la laguna. U Qux Paló, el corazón

o el espíritu del mar. Ya se verá que a la divinidad la llamaban también

el Corazón del Cielo, u Qux Cah;

Ah Raxá Lac, el Señor del verde plato, o sea la tierra; Ah Raxá Tzel, el

Señor de la jícara verde o del cajete azul, como dice Ximénez, o sea el

cielo.

El nombre Hunahpú ha sido objeto de muchas interpretaciones.

Literalmente significa un cazador con cerbatana, un tirador;

etimológicamente es eso mismo y es vocablo de la lengua maya, ahpú

en maya es cazador, y ah ppuh ob, forma de plural, son los monteros

que van a la caza, según el Diccionario de Motul. Es evidente, sin

embargo, que los quichés debían tener alguna razón más plausible que

esta etimología para dar ese nombre a la divinidad. El cazador en los

tiempos primitivos era un personaje muy importante; el pueblo vivía de

la caza y de los frutos espontáneos de la tierra antes de la invención de

la agricultura. Hunahpú sería, en consecuencia, el cazador universal,

que proveía al hombre de su sustento; hun tiene también en maya la

acepción de general y universal. Pero posiblemente los quichés que

descendían directamente de los mayas, quisieron reproducir en el

nombre Hunahpú el sonido de la palabra maya Hunab Ku, "el único

dios", que servían para designar al dios principal del panteón maya, que

no podía representarse materialmente, por ser incorpóreo. La pintura de

un cazador podría haber servido en los tiempos antiguos para

representar el fonema Hunab Ku que encerraba una idea abstracta, la

de un ser espiritual y divino. El procedimiento es común en la escritura

pictográfica precolombina. Hunahpú es también el nombre del vigésimo

día del calendario quiché, el día más venerado de los antiguos,

equivalente al maya Ahau, señor o jefe, y al náhualt Xóchitl, flor y sol,

símbolo del dios sol o Tonatiuh.

Ixpiyaco e Ixmucané, el viejo y la vieja (en maya ixnuc es vieja),

equivalentes de los dioses mexicanos Cipactonal y Oxomoco, los sabios

que según la leyenda tolteca inventaron la astrología judiciaria y

compusieron la

...

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