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Historia Del Vino Argentino


Enviado por   •  7 de Octubre de 2014  •  2.410 Palabras (10 Páginas)  •  254 Visitas

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Historia del vino argentino En América, el cultivo de la vid no existía hasta la llegada de los españoles. Cristóbal Colón (1451-1506), cuando realiza su segundo viaje, en 1493, a un año del descubrimiento del continente americano, introdujo las primeras variedades en las Antillas (Centroamérica), pero a causa del clima de la región caribeña, estas especies no lograron fructificar.

En 1598 en la provincia de Misiones también florecía la vitivinicultura de la época, y en menor cantidad se producía en las provincias de Córdoba, Santa Fé y Buenos Aires.

En Argentina, como en varios países de Latinoamérica, la expansión de las cosechas de viñedos se relaciona estrechamente con la difusión del cristianismo, sobre todo porque el clero necesitaba indudablemente del vino para poder celebrar la misa.

En 1919, después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), los vinos argentinos adquirieron calidad, y las cepas traídas desde Francia, Italia y España dieron excelentes resultados en un suelo y clima que, sin duda, eran ideales para el cultivo de la vid

Para 1960, en la Argentina había 242.324 hectáreas de viñedos plantados y se registraba un consumo anual de 90 litros por persona al año. Sin embargo la casi totalidad de este vino era considerada vino común, de calidad regular.

La hora de la modernización

A partir de abril de 1991 las fronteras dé la Argentina se abrieron para los productores, y cuando en 1992 se comenzó a importar bienes de capital con arancel cero, algunas bodegas iniciaron su modernización.

Esta etapa se caracterizó por la importación de acero inoxidable para reemplazar las piletas de hormigón; el uso de barricas de roble fabricadas en Francia (90%) o Estados Unidos (10%); y la compra de nuevas líneas de embotellado y etiquetado, principalmente desde Italia.

A la vez, los intercambios de profesionales como enólogos o ingenieros agrónomos con distintos países vitivinícolas del mundo comenzaron a generar una conciencia de modernizar y adecuar la oferta de vinos.

Esa necesidad fue comprobándose también a lo largo de distintas ferias, como la más importante de todas, la Vinexpo , que se realiza cada dos años en Bordeaux y donde los mejores vinos argentinos comenzaron a ganar premios y ser noticia.

En los últimos tiempos, y a pesar de la difícil situación económica del país, el sector vitivinícola argentino en su totalidad, desde la base agrícola hasta el consumidor final, viene experimentando un desarrollo tan explosivo como positivo en todos los aspectos: técnico, comercial, productivo, de difusión y de conocimiento, tanto doméstico como internacional.

Esa explosión se evidencia en el entusiasmo colectivo del público por conocer variedades y distinguirlas, visitar las zonas de producción, ser recibido en las bodegas, probar los vinos "in situ", charlar con los enólogos, caminar por parrales y viñas.

El desarrollo y la promoción de los "Caminos del vino" ha sido apoyado por la difusión del agroturismo en general. En la faz comercial, se observan el cuidado y la atención con los cuales los supermercados exhiben los vinos, con clasificaciones adecuadas. Coincidentemente aparecieron las vinerías que ofrecen las líneas de vinos más selectas y caras con muy profesional asesoramiento.

Como para complementar el panorama fue surgiendo una significativa cantidad de publicaciones especializadas: libros, guías, revistas, etc., con un extenso y completo material descriptivo y continuamente actualizado.

Muchas instituciones públicas y privadas ofrecen, a lo largo y ancho del país, cursos de degustación y conocimiento del vino más o menos avanzado, con apoyo y material suministrado por las bodegas.

Desde entonces, los vinos argentinos comienzan a estar presentes en restaurantes y vinotecas ubicadas en ciudades como Nueva York, Londres, Paris y Madrid. Los cepajes argentinos adquieren personalidad propia a causa del excelente clima y suelo, entre otros factores donde se los cultiva.

Además, las bodegas instaladas en el país adquieren renombre internacional y muchas de ellas se presentan en certámenes y ferias internacionales, recibiendo lauros y premios destacados.

Finalmente comienza a crecer la exportación, llegando vinos finos argentinos a países como Gran Bretaña, Francia, España, Italia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Alemania, Portugal, Turquía, Estados Unidos y Canadá, entre otros. Al carecer algunas bodegas de recursos propios para lograr una efectiva expansión en los nuevos mercados, se incentivaron las alianzas con grupos financieros extranjeros que descubren en la industria del vino una efectiva fuente de rentabilidad.

Actualmente la zona vitivinícola argentina se extiende desde el norte de Cafayate en Salta (Región Noroeste) hasta el sur en el alto valle de Río Negro (Región Patagónica Andina) y desde la majestuosa cordillera andina en el este hasta los valles del oeste de Mendoza (Región Cuyo). Regiones vitivinícolas argentinas

Las regiones productoras

La Argentina tiene 210.000 hectáreas plantadas con uva para elaborar vino, repartidas en distintas regiones productoras: Mendoza (70%), San Juan (22%), Río Negro (3%), Salta, La Rioja , Catamarca y Córdoba. A ellas aspira a sumarse en el futuro Chubut, donde ya se están desarrollando viñedos.

Todas estas provincias, excepto Córdoba, se extienden sobre 1.700 kilómetros a lo largo de la Cordillera de los Andes, entre los 22° y 42° de latitud. Junto a Río Negro hay que incluir a Neuquén, donde existen plantaciones nuevas.

El clima de las regiones productoras es semidesértico, con muy pocas lluvias durante el año, como por ejemplo Salta, con un promedio anual de 200 milímetros Mendoza, con 250 milímetros .

Esta aridez es causada fundamentalmente por la distancia que las separa del Océano Atlántico y porque la Cordillera de los Andes actúa como barrera impidiendo la llegada de vientos húmedos del Pacífico.

Como consecuencia de ese clima, todos los viñedos necesitan ser irrigados, y para ello tradicionalmente se utiliza agua de deshielo de la Cordillera , que es transportada hasta los viñedos por un sistema de canales y acequias.

Por tratarse de un bien escaso y vital para las provincias productoras, existen derechos de riego y un control estricto sobre el uso del agua. De acuerdo con la superficie del viñedo, la propiedad tendrá derecho a una determinada cantidad de agua, distribuida en turnos prefijados. Las propiedades que no tienen derecho de riego deben recurrir a la búsqueda de agua mediante pozos, variante que está reglamentada para mantener controlada la explotación de las napas subterráneas.

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