Historia Enfer

A partir de estos humildes comienzos, surgieron asociaciones en numerosos pueblos y aldeas. Al principio, todas las ramas estaban compuestas por mujeres, pero más tarde se fundó una organización para hombres Folleville.

La simpatía por los pobres se combinaba con el talento para la reforma organizada, por lo que dio un lugar a un sistema de servicio social, un método para que la gente pudiera ayudarse a sí misma.

Mll. Le Gras (1591-1660) fue la primera supervisora de estas enfermeras comunitarias. En 1633 se fundó una orden de enfermería seglar llamada Les Filles de Charité, o Hermanas de la Caridad, de la que Santa Luisa fue la superiora. Se reclutó a jóvenes solteras; a las que se exigía inteligencia, refinamiento y un interés sincero por los enfermos pobres.

El 25 de marzo de 1634, Santa Luisa hizo el voto formal de dedicarse a esta vida. Así se convirtió en la primera Hermana de la Caridad de San Vicente de Paul.

La preparación espiritual de las hermanas quedaba en las manos de San Vicente, quien les daba una conferencia cada semana. Estas charlas las escribía Santa Luisa, y se ha podido conservar unas 160.”Son un modelo de sencillez y claridad, y perduras como la primera y una de las mejores series de discursos sobre la ética de enfermería” (Seymer, 1932; pág. 54). El modelo de organización de esta orden estaba compuesto por:

• Un grupo selecto, con regulaciones establecidas que limitaban la aceptación.

• Un hogar común con supervisión experta.

• Un sistema de formación.

• Una prueba de 2 meses seguida de un periodo de preparación de 5 años.

• Protección mediante el uso de un uniforme que las distinguiera de las demás personas pero que al mismo tiempo fuera seglar.

• Una renovación anual de los votos, o la libertad de abandonar la comunidad para casarse o cambiar de ocupación.

Jamieson y Sewall, 1950; pág. 323.

El atuendo de las Hermanas de la Caridad era ciertamente distintivo: una túnica de color azul grisáceo y un delantal de un tejido de algodón tosco, un cuello blanco almidonado y un tocado que se extendía en forma de alas llamado cornette.

Un hecho importante fue el desarrollo de un programa especial para el cuidado de los niños abandonados. Con el estímulo de San Vicente, las mujeres iniciaron acciones para salvar a estos niños sentenciados. Recorrían las calles obscuras y recogían a los bebés que habían sido abandonados.

Los llevaban al Hospicio, que habían sido creados por los discípulos de San Vicente y en el que las Hermanas de la Caridad servían como enfermeras.

Las hermanas también se encargaban de los hospitales, asilos para los niños abandonados y hogares para enfermos mentales, al tiempo que realizaban la labor general de la parroquia. Enseñaban en escuelas, proporcionaron un servicio heroico durante muchas guerras y ofrecieron su ayuda a los leprosos. Los principios modernos de la enfermería domiciliaria y del servicio social se sembraron durante este periodo.

Los esfuerzos humanitarios

Los progresos en el arte de la enfermería fueron mínimos o nulos, especialmente en los países protestantes. Sin embargo, empezaba a vislumbrarse la era de las reformas. Una serie de personas con profundas convicciones humanitarias, alarmadas por las penosas condiciones sociales del siglo xviii.

Howard (1727-1789), dedicó su vida a examinar y a hacer públicas las condiciones de las cárceles, calabozos, hospitales y asilos. Aunque su principal preocupación se centraba en las cárceles y lazaretos, también dejó informes de lo que había observado en los hospitales. Sus escritos hacían hincapié en la necesidad de aire puro y pulcritud.

El interés de la reforma creció de manera paulatina, y el movimiento trajo numerosos cambios que influyeron en los cuidados de salud y en la enfermería. Surgieron líderes humanitarios que hicieron hincapié en el sentido

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