Historia De La Enfermería
Enviado por lacl • 6 de Julio de 2011 • 9.183 Palabras (37 Páginas) • 1.871 Visitas
Historia de la enfermería
Definir a la Enfermería como ciencia y arte, arrastra consigo una tradición que se remonta al origen mismo de los pueblos, es decir de la sociedad. Porque la Enfermería es mucho más que un oficio, es una ciencia en la que se conjugan el conocimiento, el corazón, la fortaleza y el humanitarismo. Su verdadera esencia reside en la imaginación creativa, el espíritu sensible y la comprensión inteligente que constituyen el fundamento real de los cuidados de enfermería.
Establecer una clara distinción entre la medicina, entendida como el arte de curar, y la enfermería, entendida como el arte de cuidar, en su proceso evolutivo, es difícil puesto que desde sus inicios han estado estrechamente entrelazadas y han caminado en paralelo. Sin embargo, resulta casi imposible definir fronteras entre la evolución de la enfermera y la evolución de la mujer. Porque el cuidado es innato en la mujer, en la madre que vela el sueño de su hijo y apacigua su dolor; en la hija que cuida a sus padres y hermanos, en la mujer que consuela y cuida a su hombre.
Pero, ¿cuándo esta mujer-cuidadora incorporó el conocimiento a ese cuidado desinteresado? ¿Cuándo se volvió enfermera?
La posición que ha ocupado la mujer en la sociedad a través de los tiempos es la que ha marcado el paso del reconocimiento de la enfermera en esa sociedad. Es el conocimiento el que ha hecho visible a la Enfermería. Analizar lo que históricamente le ocurría a la mujer –cuidadora, enfermera – mientras que los hombres –científicos, sabios, médicos – producían conocimiento, ha llevado a plantear algunas consideraciones.
El origen de la vida desde el punto de vista puramente orgánico parece ser el resultado, según la teoría del Big Bang, de una gran explosión cósmica producida por la acumulación de materia del universo a una temperatura excepcionalmente elevada; que luego, al alcanzar bajas temperaturas permitió la formación de protones, neutrones y su combinación para formar núcleos atómicos. Otra de las muchas teorías es la del Universo Estacionario o principio cosmológico perfecto, según la cual se parte de la creación continua de materia cósmica, con un complejo mecanismo autorregulador con capacidad de organizarse hasta el infinito. Otra teoría plantea que lo que ha permitido a la vida vivir, entre otras muchas, es la posibilidad que tienen los agentes autónomos moleculares (células), sistemas químicos complejos, de cruzar un umbral o transición de fase, más allá de la cual exhiben una auto reproducción colectiva, evolucionan, presentan la posibilidad de interactuar como parte de una biosfera, de un cosmos, además de su capacidad de auto organizarse.
El origen de la vida desde la perspectiva religiosa, especialmente la judeocristiana, tiene un sentido holístico en el que tanto el universo como el hombre fueron creados por un ser supremo (Dios), dotado de la capacidad para regir todos los elementos del universo material e inmaterial, infunde vida al hombre y lo crea a su imagen y semejanza, por lo que la vida y el universo entero le pertenecen. Pero justamente como Dios es el origen y el fin de cuanto pueda suceder e imaginar no admite discusión ni precisa pruebas.
Para Darwin, con su teoría evolucionista, las especies son objetos naturales, no abstracciones, que mantienen todas las propiedades relevantes como son la individualidad, reproducción y herencia, lo que permite a una entidad biológica actuar como unidad de selección. La vida que conocemos se fundamenta en el ADN, común a todos los organismos vivos, y en las proteínas, cuya construcción es ordenada por códigos genéticos, por la información contenida en el ADN.
Cualquiera de las teorías arriba mencionadas puede explicar la presencia del hombre en la tierra.
Hablar de la evolución del universo en este caso, obliga a hablar de la separación de la línea de los primates antropomorfos actuales y la consiguiente evolución hacia los dos estadios de los homínidos: el prehumano y el propiamente humano (hace entre 7 y 4,4 millones de años). En este primer grupo de homínidos se encuentra el Ardipithecus ramidus, los Australopithecus y los Paranthropus. El segundo estadio evolutivo lo protagoniza el Homo (primer homo - 2,5 millones de años).
El siguiente paso evolutivo lo dio el Homo ergaster, poblador del este y sur de África (1,8-1,4 millones de años) cuyo rostro de nariz salida característica de los humanos, presentaba un aspecto moderno, estatura cerca de los 180 centímetros y una capacidad craneal promedio de 829 cc y 805 g de encéfalo. Se asume que el Homo para adquirir la postura erecta, modificó la estructura ósea de la pelvis lo que produjo la posición adelantada de la vagina con el subsecuente estrechamiento del canal del parto. Esta situación, más la evolución del tamaño del encéfalo, posiblemente tuvo como consecuencia la inmadurez en el desarrollo de la prole. Se cree que las crías del Homo ergaster nacían en un estado de indefensión, crecimiento lento y una dependencia para sobrevivir muy parecida a la de nuestros bebés, lo que hizo que las hembras debieran limitar sus desplazamientos y por lo tanto, la posibilidad de auto alimentarse. Todo esto motivó especialmente la pérdida de autonomía, la conformación de estructuras sociales cada vez más complejas que giraron alrededor de la colaboración entre grupos de machos y hembras, con una definición sexual de tareas, como única posibilidad para sobrevivir como especie.
Al parecer esta necesidad de asignación de tareas, de toma de decisiones en comunidad favoreció el fortalecimiento de los mecanismos de comunicación y de análisis, lo que necesariamente llevó a una organización cerebral superior, secundaria a la mejora estructural del lóbulo frontal cerebral. Con el Homo ergaster y el Homo habilis es que la humanidad propiamente dicha inició su despegue. El aparato fonador, muy parecido al nuestro, con un lenguaje que debió ser muy rudimentario, permitió la formación de grupos sociales fuertemente unidos capaces de compartir recursos, alimentos, crianza de los hijos y protección de los débiles o enfermos, cuyo resultado fue sobrevivir y llevar una vida nómada.
Parece que el Homo sapiens primitivo fundamentaba sus conceptualizaciones en analogías por lo que sin duda las cualidades de generación, fertilidad y protección nutricia, siempre identificando a la mujer con la tierra, en una simbiosis madre-tierra, sólo pudo endosárselas al ente femenino; ¿quién sino una hembra, no importa la especie, está capacitada para crear, para dar vida, mediante al fecundación y el parto?
Al igual que en los pueblos primitivos, en la antigüedad se creía que una fuerza superior, ordenadora del mundo, era la responsable de todo lo que le ocurría a ese “su mundo”.
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