Indígenas Guayupes

HISTORIA

Esta mina primeramente la descubrieron los indígenas Guayupes hace dos siglos, donde esta comunidad era dirigida por el cacique Upin. Ellos mismos fabricaban las ollas de barro, en esta se hacía todo el proceso para obtener la sal pura. Como en ese tiempo la sal valía más que el oro, ellos realizaban el trueque que consistía en el intercambio de la sal por alimentos, ganado y oro. En 1906, esta mina la tomó el estado convirtiéndola en una cárcel, en donde los presos trabajaban haciendo el proceso de explotación de sal, sacando uno o dos metros de sal, que aproximadamente se duraba trabajando siete meses y con esto pagaban su condena. Si aquellos presos luego de pagar su condena querían seguir trabajando, lo podían hacer y le pagaban con sal; de ahí el nombre de Salario. Luego en 1915 lo toma el Banco de la República, desde allí está mina empezó a tener un buen comercio. Había hoteles, casinos, restaurantes, escuelas, entre otras. Había un buen ámbito de desarrollo laboral, trabajaban ciento cincuenta empleados, con beneficios como la pensión después de trabajar veinte años sin importar la edad, con un salario de siete millones mensuales. Después de un tiempo lo toma Concesión Salinas, pero lastimosamente empezó a decaer por varios motivos como la mala administración, la desvalorización de sal y la competencia de más minas de sal que se iban descubriendo, como la Mina de Zipaquirá (Cundinamarca). Las malas administraciones y la excesiva burocracia, según los antiguos trabajadores, hicieron perder rentabilidad a la salina y el Gobierno empezó a reportar pérdidas anuales hasta de mil millones de pesos. El quince de noviembre de 1992, la producción se paralizó y ciento once trabajadores quedaron cesantes y por disposición del IFI (instituto de fomento industrial), Salinas de Upín fue liquidada. Algunos empleados se acogieron a un plan de retiro voluntario, otros negociaron su salida y los demás fueron indemnizados. Un ex administrador de la salina, el ingeniero Carlos Alejandro Carrillo, con la asesoría del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), pensó que no todo podía estar perdido. Primero se convenció a los ex trabajadores de rehacer la empresa y presentar una propuesta de manejo de la entidad liquidada. La idea se concretó y quedó plasmada en la compañía Sales del Llano, constituida legalmente con ochenta socios y un capital de ciento dieciséis millones de pesos, representados en cuatro mil seiscientas cuarenta acciones, a veinticinco mil pesos cada una. El IFI compensó el esfuerzo de los trabajadores, al adjudicarles la licitación para el manejo de la empresa durante los siguientes siete años y con posibilidades de prórroga. El alcalde de Restrepo, Hernando Martínez Aguilera, dijo que la reapertura de la empresa es saludable. La mayor parte de la población basa su sustento en la ganadería y la agricultura, pero aparte de las regalías generadas al municipio por la mina, aquí se sintió la desaparición de cien empleos.

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