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Indígenas Y Criminalidad En El Porfiriato


Enviado por   •  18 de Marzo de 2014  •  1.569 Palabras (7 Páginas)  •  585 Visitas

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Nydia E. Cruz Barrera. Ciencias 60-61 octubre 2000. Marzo 2001

Indígenas y criminalidad en el Porfiriato

Síntesis:

“El Sistema penitenciario se encuentra estrechamente relacionada con las más avanzadas discusiones del ámbito científico y con los propósitos políticos de paz, tranquilidad y modernización que proclamaba el régimen porfirista”.

Estas son las palabras con las que se pretende introducirnos a la mentalidad de las autoridades. A lo largo del desarrollo de la investigación se tocan temas sobre el trato a los reos, las diversas clasificaciones a los que son sometidos por las nuevas teorías para “mejorar su comportamiento” y su integración a la sociedad, y de igual manera, la aprobación de dichas teorías, propuestas por el médico italiano César Lombroso y la influencia de los estilos de ciencias penales y antropología criminal que maneja el Porfiriato.

Categorías:

• Sistema penitenciarios

Se especializó en la enseñanza del orden, la obediencia y la disciplina. En el caso en el caso de Puebla, estaba dirigida a la reclusión de individuos y al control y modificación de conductas de una mayoría de hombres provenientes de pueblos y pequeñas ciudades del estado. La gran poblacion de penitenciarios estuvo constituida por indígenas, es decir, campesinos, jornaleros, tejedores, albañiles, cargadores, etc…

• Condena

El tiempo de condena era el tiempo en que una persona era suspendida del mercado de trabajo para enmendar y corregir su comportamiento; al mismo tiempo se suspendían sus derechos jurídicos, a la circulación y a la libre asociación, entre otros.

En el caso de los indígenas resulta muy ilustrativo, puesto que se trata de personas con cierto modo de vida, al que aprisionadas y obligadas a modificar su comportamiento posibilitaron, como grupo, la enseñanza y el aprendizaje de nuevos modos de interacción social, diferentes a los usos y costumbres de sus lugares de origen, arraigados en la tradición. Los presos, campesinos, provenientes del área rural, al capacitarse como operarios en distintos talleres, debían de salir de la prisión con una calificación laboral básica.

• Castigo

La prisión contaba con celdas individuales sin comunicación entre ellas y de fácil vigilancia, con capacidad para quinientos prisioneros.

Existían cuadras para la guardia especial, el Batallón Zaragoza, que además de vigilar la prisión se ocupaba de la persecución de bandidos y forajidos en las zonas rulares del estado.

La regla del silencio se impuso y los maestros vigilaban el trabajo, realizado en riguroso silencio sin dirigir la palabra a los presos, excepto por la enseñanza o el trabajo mismo. De esta manera se promovía la laboriosidad y la obediencia.

También se reguló el uso del tiempo destinado a la limpieza, la alimentación, el trabajo y la educación escolar, moral y religiosa. La ociosidad fue duramente combatida.

• Derechos

Los presos tenían derecho a alimentos por cuenta del estado, pago sabatino por trabajo, asistencia médica y comunicación verbal con las personas autorizadas, en los días y horas establecidas o bien por escrito en correspondencia abierta por conducto del director.

• La medicina

La medicina legal vinculaba los aspectos sociales y naturales de la ciencia. La observación, el registro, la medición, la clasificación y la comparación de características físicas y psíquicas de los penitenciaros prometía tanto a científicos como a políticos explicarse la causalidad del crimen sin considerar situaciones externas al comportamiento criminal.

La herencia biológica, la identificación antropométrica, tallas, pesos, medidas craneales, raza, etc… y el estudio psicológico, la disposición de la obediencia, los buenos hábitos, el desarrollo de las cualidades psíquicas y la voluntad, entre otros, se consideran aspectos fundamentales en el estudio de la criminología, psicológico y social de los indígenas presos.

Los científicos porfirianos recurrían a los temas como la evolución, la degeneración, lo normal y lo patológico, entre otros, para explicar lo social. Justo Sierra decía:

“La sociedad es un ser vivo, por tanto crece, se desenvuelve y se transforma; esta transformación perpetua es más intensa al compás de la energía interior con que el organismo social reacciona sobre los elementos exteriores para asimilárselos y hacerlos servir a progresión. La ciencia, convertida en un instrumento prodigiosamente complejo y eficaz de trabajo, ha acelerado por centuplicaciones sucesivas la evolución de ciertos grupos humanos; los otros, o se subordinan incondicionalmente a los principales o pierden la conciencia de sí mismos y su personalidad”.

Al delincuente se le consideró un cáncer de la sociedad que debía ser extirpado, por ende, no había mucho que hacer; al criminal se le veía sin esperanza de regeneración.

También afirmaban que no se trata sólo de corregir al delincuente colocándolo en condiciones especiales y de impedirle causar mayores perjuicios a la sociedad, sino que “tratase también, y es lo primero y más noble, de evitar al hombre se convirtiera

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