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LA ECONOMÍA SOCIAL Y POLÍTICA DE LA TURBULENCIA GLOBAL


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2012  •  30.143 Palabras (121 Páginas)  •  636 Visitas

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LA ECONOMÍA SOCIAL Y POLÍTICA DE LA TURBULENCIA GLOBAL

Giovanni Arrighi

«La depresión –escribía Thorstein Veblen poco después de que finalizara la Gran Depresión de 1873-1896– es ante todo una enfermedad emocional del hombre de negocios. Ahí es donde reside la dificultad. El estancamiento de la industria y las privaciones que sufren los obreros y otras clases no son más que síntomas y efectos secundarios». Para que determinados remedios sean eficaces, tienen por tanto que «llegar a ese núcleo emocional del trastorno y [...] restituir la tasa de beneficio a un nivel “razonable”» 1. Entre 1873 y 1896 los precios habían ido cayendo desigual pero inexorablemente en lo que David Landes ha llamado «la deflación más drástica que haya conocido la historia de la humanidad» 2. Junto con los precios, los tipos de interés habían caído «hasta tal punto que los teóricos de la economía comenzaron a hablar de la posibilidad de que el capital se convirtiera en un bien tan abundante como para disponer de él libremente. Y los beneficios disminuían, mientras que lo que ahora se reconocía como depresiones periódicas parecían alargarse interminablemente. El sistema económico parecía estar hundiéndose».

En realidad, el sistema económico no se estaba «hundiendo». La producción y la inversión seguían creciendo, no sólo en los países recién industrializados de la época (en particular Alemania y Estados Unidos), sino también en Gran Bretaña, hasta el punto de que otro historiador, en una obra publicada el mismo año que la de Landes, afirmaba que la Gran Depresión de 1873-1896 no era más que un «mito» 3. Sin embargo, como apunta Veblen, no es contradictorio hablar de una «Gran Depresión» en una época de continua expansión de la producción y la inversión. Por el contrario, la Gran Depresión no fue ningún mito, precisamente porque la producción y el comercio, tanto en Gran Bretaña como en el conjunto de la economía mundial, habían seguido expandiéndose demasiado rápidamente como para que los beneficios se mantuvieran a un nivel que pudiera considerarse «razonable» 4.

Más concretamente, la gran expansión del comercio mundial registrada desde mediados del siglo XIX había conducido a una intensificación a escala sistémica de las presiones competitivas sufridas por las agencias de acumulación de capital. Cada vez más empresas, de cada vez más lugares de la economía-mundo centrada en el Reino Unido, se iban inmiscuyendo en las fuentes de abastecimiento y en los canales de distribución de otras, lo que tendía a desmantelar los «monopolios» existentes, esto es, el control más o menos exclusivo sobre determinados nichos de mercado.

Este desplazamiento del monopolio a la competencia fue probablemente el factor más importante en la modificación del ánimo de las empresas industriales y comerciales europeas. Ahora el crecimiento económico significaba también lucha económica, lucha que servía para separar a los fuertes de los débiles, para desalentar a unos y fortalecer a otros, para favorecer a los nuevos [...] países a expensas de los viejos. El optimismo sobre el futuro del progreso indefinido dio paso a la incertidumbre y a un sentimiento de angustia.

Pero de repente, como por arte de magia, las cosas cambiaron. Durante los últimos años del siglo XIX los precios comenzaron a subir, y con ellos los beneficios. A medida que mejoraban los negocios volvía la confianza, no la confianza evanescente de las breves expansiones que habían salpicado el decaimiento de las décadas precedentes, sino una euforia general que no se había visto desde [...] comienzos de la década de 1870. Todo parecía funcionar de nuevo correctamente, a pesar del ruido de sables y las alusiones marxistas a la «última fase» del capitalismo. En toda la Europa occidental esos años han quedado fijados en la memoria como los buenos viejos tiempos, el periodo eduardiano, la belle époque 5.

Sin embargo, como veremos, no había nada de mágico en la repentina recuperación de un nivel más «razonable» de la tasa de beneficio y el consiguiente restablecimiento de las burguesías británica y occidental de la enfermedad provocada por la competencia «excesiva». Por el momento señalemos solamente que no todos se beneficiaron de los «buenos tiempos » de 1896-1914. Internacionalmente, el principal beneficiario de la recuperación fue Gran Bretaña. Aunque su supremacía industrial había menguado, sus finanzas triunfaban y sus servicios como transportista, comerciante, agente de seguros e intermediario en el sistema de pagos mundial se hizo más indispensable que nunca 6. Pero incluso en Gran Bretaña no todos prosperaron. Cabe señalar en particular el declive general de los salarios reales británicos desde mediados de la década de 1890, que invirtió la rápida tendencia alcista del medio siglo anterior 7. Para la clase obrera de la potencia entonces hegemónica, la belle époque fue, por lo tanto, una época de estancamiento tras medio siglo de mejoras en su situación económica, lo que comunicó sin duda un impulso adicional a la renovada euforia de la burguesía británica. Pero el «ruido de sables» pronto se hizo atronador, precipitando una crisis de la que el sistema mundo capitalista centrado en Gran Bretaña no volvería a recuperarse.

El libro La expansión económica y la burbuja bursátil 8 de Robert Brenner, sólidamente argumentado y con muy abundante documentación, no se refiere a aquel fenómeno de depresión, resurgimiento y crisis del capitalismo mundial a finales del siglo XIX, pero el núcleo de su exposición invita continuamente a establecer una comparación entre aquel periodo y lo que Brenner llama el «estancamiento persistente» de 1973-1993 y la posterior «recuperación» de la economía estadounidense y mundial. El propósito de este artículo no es tanto desarrollar esa comparación como utilizar aquella experiencia como patrón para evaluar la validez y los límites de la argumentación de Brenner. En la primera parte de lo que sigue reconstruiré lo mejor que pueda su análisis, centrándome en sus aspectos más interesantes y esenciales. En la segunda parte examinaré críticamente su argumentación, destacando sus debilidades y límites. Concluiré incorporando mis críticas a una versión revisada de la argumentación de Brenner.

LA TEORÍA ECONÓMICA DE LA TURBULENCIA GLOBAL

El objetivo de Brenner en su libro de 2002 La expansión económica y la burbuja bursátil, como en su artículo de 1998 «The Economics of Global Turbulence: A Special Report on the World Economy, 1950-98», consiste en aportar pruebas en apoyo de tres asertos estrechamente relacionados.

El primero es que la transformación de la larga expansión de las décadas de 1950 y 1960 en el relativo estancamiento de las de 1970 y 1980 ya estaba

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