LA HUELGA EN MEXICO
Enviado por berny_rodmart • 26 de Enero de 2014 • 3.549 Palabras (15 Páginas) • 388 Visitas
LA HUELGA EN MEXICO
ANTECEDENTES
El periodo histórico 1857 - 1880, se caracteriza por ser una etapa de gran inestabilidad política.
La lucha de liberales y conservadores por subsanar una economía y una sociedad resquebrajadas por luchas intestinas será una constante que se da a lo largo del siglo XIX.
Los nuevos grupos producto de la crisis social de la Independencia, lucharan por configurar otras estructuras sociales, políticas y económicas más acordes a la nueva realidad.
Es a partir del siglo XIX que se darán las bases para la formación de un Estado nacional.
Para el periodo que nos ocupa, la destrucción del poder económico del clero y la limitación del señorío militar se han convertido en condición sine qua non para lograr el fortalecimiento del Estado y las transformaciones sociales y económicas pregonadas por los liberales y tendientes a impulsar de una manera más eficaz el desarrollo del capitalismo en México.
La Constitución de 1857 reforzaría esta misma tendencia hacia el desarrollo capitalista al declarar la libertad de industria, comercio, trabajo y asociación.
La política liberal se fijó como tarea fundamental el desarrollo de una infraestructura que le permitiera consolidar los nuevos avances; se realizaron gestiones para la construcción de vías férreas. En 1873, por ejemplo, se inauguró el ferrocarril de la ciudad de México al puerto de Veracruz (1) cuya construcción se había iniciado desde 1837 mediante una concesión otorgada a un grupo capitalista británico.
La política librecambista adoptada constituyó un aliciente al comercio de importación pero al mismo tiempo provocó graves perjuicios al grupo artesanal.
El que en 1856 el gobierno liberal adoptara un nuevo arancel librecambista, amenazó la existencia de talleres y de algunas industrias que habían sobrevivido gracias a las medidas proteccionistas dispensadas por los gobiernos conservadores. Asimismo, provocó la desaparición de algunas fábricas, la baja en la producción de otras, así como el cierre de numerosos talleres artesanales, consecuencia de esto fue el surgimiento entre los artesanos, de un importante movimiento a favor de la asociación, reflejado en la formación de las primeras organizaciones mutualistas. Es significativo que sea en este momento cuando se registre el mayor número de sociedades mutualistas precisamente en las zonas más industrializadas de la República, como Puebla, el Estado de México, Veracruz, Hidalgo, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, Sinaloa y Nuevo León.
Por otro lado, la actividad agropecuaria que sufriera graves trastornos durante la Independencia, no logro en este periodo recuperación alguna. Las continuas luchas internas, la invasión francesa, la movilización constante de la población, y el grave problema de la leva provocaron un estancamiento en la producción agrícola con graves consecuencias en la estructura económica.
En cuanto a la industria, pese a las limitaciones con que pudiera haberse iniciado, hacia 1870 se produjo una expansión - la cual se consolidó en la etapa porfirista -, debido a la libre penetración de capitales extranjeros y a las grandes facilidades que el gobierno les otorgaba para su establecimiento. Fueron las condiciones de paz social imperantes en ese momento las que ofrecieron garantías y seguridad a la inversión extranjera y propiciaron por tanto su pleno desenvolvimiento. A raíz del inicio de este auge industrial, una ola de huelgas azotó al país, precisamente en las zonas donde el proceso de industrialización era más intenso.
Fueron cuestiones como la rebaja de salarios o las peticiones de aumento de los mismos, la disminución de la jornada de trabajo, la supresión de las veladas y la exigencia de mejores condiciones de trabajo, las causas fundamentales por las cuales los trabajadores se declaraban en huelga.
LA HUELGA EN MEXICO
La huelga fue una consecuencia inmediata del proceso de industrialización que se verificó en México a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Este fenómeno, cuyos antecedentes históricos los podemos encontrar tal vez en los movimientos de protesta y motín que se desarrollan en la etapa colonial, adoptará en este periodo características diversas resultado mismo del desarrollo peculiar del capitalismo.
Este nuevo fenómeno tuvo sin embargo, serios problemas en cuanto a su adaptación a la realidad mexicana, ya que no existían bases legales ni jurídicas que le permitieran colocarse en el renglón de las posibles soluciones al conflicto obrero patronal.Durante esta etapa, en efecto, las relaciones entre el patrón y el trabajador quedaban fuera de la legislación. El trabajador se encontraba a merced de los dueños del taller, del obraje, de la fábrica; el patrón podía pagar el salario que más le conviniera y no existía alguna ley que se lo impidiera. El trabajador, por lo tanto, se vio en la necesidad de acudir al recurso de la huelga, la cual no fue reglamentada en la máxima ley del 57; lo que triunfó en ésta fue la libertad del trabajo, mas no el derecho de huelga.
Se podría tal vez afirmar que constitucionalmente se habían dado los rudimentos de este derecho, porque la libertad del trabajo consignado en la Constitución de 1857 daba la posibilidad de elegir entre trabajar y no trabajar, y la huelga era resultado de ese derecho: era el último recurso de los obreros para contrarrestar los efectos de la naciente industrialización.
Los trabajadores tuvieron que ejercer el derecho de huelga, esto es, suspender colectivamente las labores en contra fundamentalmente, de la rebaja de salario, o bien para exigir aumento del mismo. Ya que individualmente era difícil defenderse de los abusos de los propietarios y la experiencia en otros países había demostrado que la unidad en la lucha había tenido resultados positivos, los trabajadores se lanzaron a la huelga.
La realidad mostraba la necesidad de una reglamentación y ¿cómo si no por medio de la huelga los operarios podían imponer una ley a los empresarios negociantes?, se preguntaba La Comuna Mexicana en un artículo publicado en 1875
La falta de una reglamentación lanzaba al mercado al patrón y al obrero en circunstancias semejantes. Supuestamente existía un contrato entre patrón y obreros mediante el cual quedaban estipuladas las condiciones salariales y el tipo de tareas a desempeñar. En el caso de cualquier conflicto éste debería ser resuelto mediante juicio, el cuál por otro lado solamente podía sostener el patrón ya que contaba con los medios económicos para hacerlo, mientras que al obrero esto le resultaba más que imposible. Y si se toma en cuenta además que el Estado liberal debía por definición abstenerse, como en efecto lo hacía, de intervenir en este tipo de conflictos,
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