LA Izquierda Argentina Que Nunca Fue
sofiacorazza25 de Septiembre de 2012
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Monografía Historia argentina y latinoamericana; Cátedra Vazeilles
“La izquierda argentina que no fue”
Introducción:
La izquierda tradicional argentina nunca alcanzó un papel protagónico de representatividad y vocación revolucionaria, ni en su expresión Socialista ni Comunista. El Partido Socialista, originado en la II Internacional, se jacta de una falsa socialdemocracia, mientras se adapta con su reformismo, al capitalismo. El Partido Comunista tampoco logró desarrollar una izquierda con vocación revolucionaria, por lo cual no puede considerarse caso de la III Internacional, de la cual varios de sus miembros si encabezaron revoluciones en el Siglo XX.
La izquierda tradicional concedió sus banderas a los populismos, y caídos estos habiendo dejado un vacío de representatividad política, dejan a la izquierda sin esa representatividad genuina y popular, en medio de una dispersión sectaria que contribuye a agravar el problema de la representatividad, cuanto sólo con una unidad protagónica de oposición a la derecha, con pluralidad y debate abierto, se puede trascender y romper. Por el contrario, la izquierda tradicional adhirió inconscientemente a la visión platónica del mundo, propia y creación, de la oligarquía, quedando así entrampada en una oposición a los populismos, en la centro derecha del espectro político, haciéndole el juego a la derecha, facilitando el golpismo, el fraude y las proscripciones, y demás maniobras ilegítimas, con que la oligarquía mantuvo su hegemonía.
Por otro lado está el caso de la izquierda nacional. La misma también ha mantenido el maniqueísmo platónico de la oligarquía, cambiando el contenido, no la forma. Ese maniqueísmo se expresa en su seguidismo a los populismos, magnificándolos, inventando populismos o nacionalismos del pasado a través del revisionismo histórico nacionalista. Este es el caso de Jorge Abelardo Ramos, y su seguidismo peronista, por ejemplo.
El Partido Socialista
En 1960 el alineamiento internacional de Repetto, uno de los fundadores del Partido Socialista, con las tendencias macartistas que prevenían a América Latina de la infiltración del comunismo facilitada por la Revolución Cubana, resonaba al interior del viejo partido, dividiéndolo. Mientras el Partido Socialista Democrático de Repetto, Ghioldi, Pan y otros permanecería incólume durante muchos años, el Partido Socialista Argentino, de Palacios y Moreau de Justo, sufriría diversas escisiones, principalmente por el rechazo de la dirigencia ante la radicalización de una juventud socialista al interior del partido. Una nueva izquierda surgía, estimulada por la radicalización socialista, por el triunfo de la Revolución Cubana y el desprestigio de la política tradicional. Procesos de los que la asunción de Palacios a una banca en el Senado, era resultado.
La oligarquía argentina pre liberal tuvo una tradición platónica formada por arquetipos que configuraban a la sociedad como una dualidad de Civilización (occidental y cristiana) y Barbarie (inferioridad racial, plebeyismo, populismo, anarquismo, comunismo).
El Partido Socialista como el anarquismo nacen cuando el conservadorismo de alianza entre Roca y Mitre, aún ostentaba sus característica más despóticas, fraudulentas y papistas, pro golpistas. Es decir antes de las reformas democráticas de 1912, cuando todavía no se daban concesiones a la sociedad.
Este contexto de brutal represión y fraudulencia del régimen conservador, hizo que el antiparlamentarismo de los anarquistas se adaptara mejor a las luchas obrero-sindicales, que en ese momento eran de acción directa y violenta, que el partido socialista, que consideraba que la barbarie remanente del régimen conservador anterior se superaría pacíficamente por la evolución y el progreso. Es entonces que se previene abriendo el juego político, por la lucha obrero-anarquista que avanza, y la conspiración radical por las reformas democráticas del sistema electoral, sobre todo ante la inquietud que ya mostraba la diplomacia británica ante tal agitación obrera. Es así como de 1912 a 1916 se da un proceso de modernización democrática, que no implicó un cambio real en la ideología dominante. Por su parte, el Partido Socialista no pudo ver el juego democrático que se abría por la influencia que tenía sobre su cúpula la ideología platónica del esquema civilización-barbarie, creado por la oligarquía y que ubicaba a la anarquistas y radicales del lado de la barbarie y a Roca y Mitre del de la civilización.
El Partido Socialistas también adoptó la prédica de adoración a Europa y reivindicación de los países civilizados como Francia, Gran Bretaña y EEUU. Es decir, y sin ir más lejos de aquellos países que expresaban el progreso por sobre el resto del mundo, los países imperialistas que llevaron a la masacre de la Primera Guerra Mundial, de la cual, viendo y considerando, el Partido Socialistas sería un cómplice. Como corolario, esta toma de posición impidió al Partido Socialista ponerse del lado de la Revolución Rusa.
Toda la cúpula socialista fundadora se vio atravesada por la influencia del platonismo oligárquico y por la tendencia a la movilidad social de las capas medias en una sociedad donde el apellido patricio era un criterio de valoración de casta y no de clase. Primero Dickman arguyó que la represión y violencia de la esfera dominante sobre la movilización obrero anarquista era producto de la barbarie oligárquica del interior, no de la civilizada Buenos Aires. Por su parte José Ingenieros uno de los fundadores del Partido Socialista mutó de socialista radicalizado en su juventud, a profesional positivista, que descreía de los prejuicios democráticos y confirmaba que las labores científicas eran prohibitivamente impopulares. Su vinculación primero a Lugones y más tarde a José Ramos Mejía lo llevaron por esos caminos positivistas y racistas. Es recién luego de su viaje a Europa, que al regresar reconoce las luchas democráticas de las capas medias atendiendo al papel crucial que en ellas cumple el radicalismo.
Radicalismo y socialismo
Se comenzaba a gestar la fracción anti personalista, contraria a Irigoyen, representada dentro del radicalismo por Ortiz y Alvear, confluye en la causa anti-Irigoyenista con el Partido Conservador y el Partido Socialista Independiente, cuyo exponente sería Federico Pinedo, ministro de economía de la dictadura del ´30. En esos momentos la escena estaba marcada por el conflicto entre invernadores y criadores. Conflicto que impulsa la división del radicalismo, con una cúpula “invernadora” del alvearismo, más del lado de los conservadores, teniendo como contraparte la defensa de los “criadores” por Lisandro de la Torre. En estas circunstancias el anarquismo evolucionaba hacia un sindicalismo independiente, se fundaba el Partido Comunista y el Partido Socialista queda como tercero en discordia entre conservadores y radicales.
Por otra parte el conservadorismo entendía que no conseguiría nada por sí sólo y que lo crucial era tener la provincia de Buenos Aires. Entonces se propone transformar la fórmula anti radicalismo en anti personalismo o anti irigoyenismo, para captar a todas las fracciones disidentes en una cúpula de oposición sistemática al radicalismo de Irigoyen. Bajo esta línea le propone al Partido Socialista ir por ellos en la provincia de Buenos Aires, mientras ellos les garantizaban los votos en la capital. De este modo, los sectores más progresistas de la derecha porteña comenzaron a votar por el PS en capital, para luego virar hacia su escisión de derecha, el Partido Socialista Independiente. Esta escisión en 1928, cabe resaltar, se da cuando Justo, manda a sus diputados a elaborar un proyecto de ley para intervenir la provincia de Buenos Aires, en apoyo al proyecto que ya había presentado el bloque de la Concordancia, teniendo como excusa, la moralina de evitar la aprobación de legalidad de los juegos de azar en dicha provincia, por parte de Irigoyen. Este se echa para atrás con el proyecto, y la estrategia de intervención también. Pero el grupo patricio del PS, entre los que se contaba a Pinedo, Bunge, Iramain, entre otros, votó por la aprobación del proyecto de intervención y así empezó la división del Partido Socialista la cual terminó con la formación del Partido Socialista Independiente, que comprendía a los antes nombrados.
De manera que era evidente la influencia de la ideología dominante sobre el Partido Socialista, justificada con arquetipos civilizatorios, ilustrados y progresistas. De las variantes positivistas de la ideología oligárquica, la versión de Bunge gozaba de gran predicamento entre los socialistas. Lo que diferenciaba al bloque dominante del socialista era que, en el caso de la oligarquía esa ideología se apoyaba sobre una base económica-social de latifundio, monopolio extranjero y capital financiero, mientras la base de los socialistas era más débil; profesionales, técnicos y pequeñas empresas.
Por su parte los socialistas se sentían predestinados a curar las enfermedades del atraso, la lucha de clases, las costumbres de la política criolla, etc. Así se enfrentaron a Irigoyen, a quién consideraban un remanente de esas costumbres y así Ghioldi delineó en 1950 lo que sería la “Revolución Libertadora”, llamando al peronismo “ese árbol maldito” que se tiene que neutralizar a través de la unidad entre: socialistas, nacionalistas, católicos, neoliberales, quedando excluidos radicales y comunistas. Por eso Ghioldi será más tarde ministro de la dictadura de Videla, la más oligárquica de todas, mientras sus militantes divididos conformarán la nueva izquierda, asesinada por esa dictadura.
Esta
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