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LA ZAPATERA PRODIGIOSA


Enviado por   •  16 de Junio de 2012  •  10.528 Palabras (43 Páginas)  •  618 Visitas

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LA ZAPATERA PRODIGIOSA

Personajes:

Zapatera

Vecina Roja

Vecina Morada

Vecina Negra

Vecina Verde

Vecina Amarilla

Beata Primera

Beata Segunda

Sacristana

El Autor

Zapatero

El niño

Alcalde

Don Mirlo

Mozo de la faja

Mozo del sombrero

Hijas de la Vecina Roja

Vecinas, Beatas, Curas y pueblo

ACTO PRIMERO

Casa del Zapatero. Banquillo y herramientas. Habitación completamente blanca. Gran ventana y puerta.

El foro es una calle también blanca con algunas puertecitas y ventanas en gris. A derecha a izquierda,

puertas. Toda la escena tendrá un aire de optimismo y alegría exaltada en los más pequeños detalles. Una

suave luz naranja de media tarde invade la escena.

Al levantarse el telón la Zapatera viene de la calle toda furiosa y se detiene en la puerta. Viste un traje

verde rabioso y lleva el pelo tirante, adornado con dos grandes rosas. Tiene un aire agreste y dulce al mismo tiempo.

Escena Primera

La Zapatera y luego un Niño

Zapatera:

Cállate, larga de lengua, penacho de catalineta, que si yo lo he hecho... si yo lo he hecho, ha sido

por mi propio gusto... Si no te metes dentro de tu casa lo hubiera arrastrado, viborilla empolvada; y esto lo

digo para que me oigan todas las que están detrás de las ventanas. Que más vale estar casada con un viejo,

que con un tuerto, como tú estás. Y no quiero más conversación, ni contigo ni con nadie, ni con nadie, ni

con nadie. (Entra dando un fuerte portazo.) Ya sabía yo que con esta clase de gente no se podía hablar ni

un segundo... pero la culpa la tengo yo, yo y yo... que debí estarme en mi casa con... casi no quiero creerlo,

con mi marido. Quién me hubiera dicho a mí, rubia con los ojos negros, que hay que ver el mérito que esto

tiene, con este talle y estos colores tan hermosísimos, que me iba a ver casada con... me tiraría del pelo.

(Llora. Llaman a la puerta.) ¿Quién es? (No responden y llaman otra vez.) ¿Quién es? (Enfurecida.)Escena II

La Zapatera y el Niño

Niño:

(Temerosamente) Gente de paz.

Zapatera:

(Abriendo) ¿Eres tú? (Melosa y conmovida)

Niño:

Sí, señora Zapaterita. ¿Estaba usted llorando?

Zapatera:

No, es que un mosco de esos que hacen piiiiii, me ha picado en este ojo.

Niño:

¿Quiere usted que le sople?

Zapatera:

No, hijo mío, ya se me ha pasado... (Le acaricia) ¿Y qué es lo que quieres?

Niño:

Vengo con estos zapatos de charol, costaron cinco duros, para que los arregle su marido. Son de

mi hermana la grande, la que tiene el cutis fino y se pone dos lazos, que tiene dos, un día uno y otro día

otro, en la cintura.

Zapatera:

Déjalos ahí, ya los arreglarán.

Niño:

Dice mi madre que tenga cuidado de no darles muchos martillazos, que el charol es muy delicado, para que no se estropee el charol.

Zapatera:

Dile a tu madre que ya sabe mi marido lo que tiene que hacer, y que así supiera ella aliñar con

laurel y pimienta un buen guiso como mi marido componer zapatos.

Niño:

(Haciendo pucheros) No se disguste usted conmigo, que yo no tengo la culpa y todos los días

estudio muy bien la gramática.

Zapatera:

(Dulce) ¡Hijo mío! ¡Prenda mía! ¡Si contigo no es nada! (Lo besa.) Toma este muñequito, ¿te

gusta? Pues llévatelo.

Niño:

Me lo llevaré, porque como yo sé que usted no tendrá nunca niños...

Zapatera:

¿Quién te dijo eso?

Niño:

Mi madre lo hablaba el otro día, diciendo: la zapatera no tendrá hijos, y se reían mis hermanas y la comadre Rafaela.

Zapatera:

(Nerviosísima) ¿Hijos? Puede que los tenga más hermosos que todas ellas y con más arranque y

más honra, porque tu madre... es menester que sepas...

Niño:

Tome usted el muñequito, ¡no lo quiero!

Zapatera:

(Reaccionando) No, no, guárdalo, hijo mío... ¡Si contigo no es nada!

Escena III

Aparece por la izquierda el Zapatero. Viste traje de terciopelo con botones de plata, pantalón corto y corbata roja. Se dirige al banquillo.

Zapatera:

¡Válgate Dios!

Niño:

(Asustado) ¡Ustedes se conserven bien! ¡Hasta la vista! ¡Que sea enhorabuena! ¡Deo gratias! (Sale

corriendo por la calle)Zapatera:

Adiós, hijito. Si hubiera reventado antes de nacer, no estaría pasando estos trabajos y estas tribulaciones. ¡Ay dinero, dinero!, sin manos y sin ojos debería haberse quedado el que te inventó.

Zapatero:

(En el banquillo) Mujer, ¿qué estás diciendo...?

Zapatera:

¡Lo que a ti no te importa!

A mí no me importa nada de nada. Ya sé que tengo que aguantarme.

Zapatera:

También me aguanto yo... piensa que tengo dieciocho años.

Zapatero:

Y yo... cincuenta y tres. Por eso me callo y no me disgusto contigo... ¡demasiado sé yo!... Trabajo para ti... y sea lo que Dios quiera...

Zapatera:

(Está de espaldas a su marido y se vuelve y avanza tierna y conmovida.) Eso no, hijo mío... ¡no

digas...!

Zapatero:

Pero, ¡ay, si tuviera cuarenta años o cuarenta y cinco, siquiera...! (Golpea furiosamente un zapato

con el martillo.)

Zapatera:

(Enardecida.) Entonces yo sería tu criada, ¿no es esto? Si una no puede ser buena... ¿Y yo?, ¿es

que no valgo nada?

Zapatero:

Mujer... repórtate.

Zapatera:

¿Es que mi frescura y mi cara no valen todos los dineros de este mundo?

Zapatero:

Mujer... ¡que te van a oír los vecinos!

Zapatera:

Maldita hora, maldita hora, en que le hice caso a mi compadre Manuel.

Zapatero:

¿Quieres que te eche un refresquito de limón?

Zapatera:

¡Ay, tonta, tonta, tonta! (Se golpea la frente.) Con tan buenos pretendientes como yo he tenido.

Zapatero:

(Queriendo suavizar) Eso dice la gente.

Zapatera:

¿La gente? Por todas partes se sabe. Lo mejor de estas vegas. Pero el que más me gustaba a mí

de todos era Emiliano... tú lo conociste... Emiliano, que venía montado en una jaca negra, llena de borlas y

espejitos, con una varilla de mimbre en su mano y las espuelas de cobre reluciente. ¡Y qué

...

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