LAS RELACIONES IGLESIA Y ESTADO EN MÉXICO
Enviado por lupitadl • 11 de Febrero de 2013 • 6.063 Palabras (25 Páginas) • 1.241 Visitas
Las relaciones Iglesia-Estado en México, una historia de encuentros y desencuentros
Profesemos o no la religión católica, es innegable la presencia que la institución ha tenido en nuestra cultura. Ciertos espacios de socialización, de formas de asumir la vida, hasta la misma disposición espacial de las ciudades y pueblos, tienen que ver con la influencia de la Iglesia que se ha mantenido prácticamente incólume desde los tiempos de la Nueva España, a pesar de los embates de la secularización de los siglos XVIII y XIX, y de la radicalización de los gobiernos revolucionarios de los generales Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas. Las relaciones entre el Estado y la Iglesia han sido francamente complicadas y tormentosas, pero al mismo tiempo ambas instancias han aprendido a negociar y buscar espacios para la conciliación.
Estas comenzaron en Mexico desde la época de la conquista. Los españoles llagaron a America por varios motivos, el primero es que se encontraban en una época de expansión, buscaban nuevas rutas para el comercio y en su búsqueda se encontraron con algo que jamás imaginaron; un nuevo mundo, sin embargo se dieron cuanta de esto poco a poco pues al principio creyeron que habían llagado a la india, pero cuando descubrieron la magnitud de los que encontraron comenzó lo que llamamos la conquista, esta en nombre del catolicismo y del rey de quien obtuvieron permiso para hacerse de los territorios que encontraban a su paso reclamándolos como de la corona española.
En 1508 el Papa concedió a la corona española el patronato regio en América. Esto implicaba:
El derecho de los monarcas de proponer a roma los candidatos para los cargos eclesiásticos mas importantes de sus virreinatos.
El derecho de recaudar diezmos mano a mano con la espada llago la cruz. Casi inmediatamente después de la conquista llegaron a America grupos de relidiosos de las órdenes franciscana dominica y agustina. Los franciscanos desarrollaron un nuevo método de evangelización que seguirían las demás ordenes. Los frailes creían que los indígenas eran buenos e inteligentes, pero era necesario convertirlos porque habían sido engañados por el demonio. Aprendieron sus lenguas y las transcribieron utilizando el alfabeto latino. Asi emprendieron una recuperación de su cultura, para conocerlos mejor y facilitar su conversión.
el clero secular --más cercano a la influencia de la corona y formado por arcipestres, párrocos y vicarios sujetos a obispos y arzobispos-- se enfrentó a la independencia y autosuficiencia de las órdenes por controlar la evangelización de la población y los beneficios económicos de la misma. El siglo XVI y XVII fue escenario de la pugna entre ambos proyectos de Iglesia. El objetivo era secularizar las “doctrinas” que las órdenes habían establecido y sujetarlas a la autoridad de los obispos seculares y al beneplácito real para ejercer su oficio. Los diezmos, fuente principal de ingresos del clero, debían también cobrarse a los regulares --hasta ese momento exentos del pago-- y centralizarse en los obispados. En el siglo XVIII los borbones concibieron el Regio Patronato no como una “donación del papa sino como una regalía o derecho inherente a los reyes. Se transformó la relación con la Iglesia en el sentido de que a partir de la expulsión de los jesuitas en 1767 –cercanos a la autoridad pontifical y renuentes a la intromisión de la corona en los asuntos de la Iglesia--, el concepto de soberanía real transitó hacia la subordinación de la jurisdicción eclesiástica al ámbito exclusivo de lo espiritual.
El Estado se concebirá como uno solo dentro de él mismo, es decir que la Iglesia debía separarse del ámbito temporal y ejercer únicamente su patronato sobre las almas. Esta idea será el centro de discusión que ocupará los debates del siglo XIX. El clero secular sufrió la confiscación de la tercera parte que beneficiaba al gasto corriente de las catedrales, y la corona demandó soberanía sobre el producto de las vacantes, es decir, designaría las vacantes de altos jerarcas eclesiásticos. En 1786 mediante la Real Ordenanza de Intendentes, la administración y control de los diezmos pasó a las manos de autoridades civiles a través de las “Juntas de Diezmos” y un nuevo impuesto del 15% gravó los bienes raíces y capitales eclesiásticos. En 1804, mediante la consolidación de vales reales, la corona expropió los caudales de las corporaciones eclesiásticas y comunidades indígenas y los capitales de las capellanías que eran administrados por el clero secular.
México nació a la vida independiente con las aspiraciones y sentimientos propios de un pueblo libre, pero que estaba en desacuerdo con sus costumbres políticas y con un atraso en el orden económico y social. Desde el principio de su vida como Nación independiente, hubo en México un continuo forcejeo "liberales" y "conservadores": de un lado los herederos ideológicos de los insurgentes que aspiraban a una renovación política, económica y social que borrara los estigmas de la Colonia; y del otro los terratenientes, la aristocracia, la milicia y el clero empeñados en mantener sus antiguos privilegios
Después de la independencia de la Nueva España y a través del arduo camino hacia la consolidación del Estado-nación, la Iglesia absorbió muchas actividades que el Estado debía haber emprendido. Además de que contaba con la infraestructura para hacerlo, como hospitales, centros de beneficencia y de enseñanza, sus capitales líquidos y extensas propiedades sirvieron a las demandas de un erario estatal raquítico.
La reforma liberal El 1º de abril de 1833 se inició el nuevo período gubernamental, en el que debía ocupar la Presidencia de la República el general Antonio López de Santa Anna; pero como este no se presentó hasta el 16 de mayo, se encargó interinamente del gobierno el Vicepresidente, don Valentin Gómez FaríasValentin Gómez Farías, considerando que para el progreso del país era necesario que el gobierno estuviese fuera de la influencia del clero y de los elementos conservadores, dictó las leyes que habían de transformar las condiciones sociales y políticas del país. El programa reformista consistía en extirpar la influencia del clero y del ejercito en la marcha del gobierno, y convertir al país en una nación libre de sus viejas tradiciones y del despotismo colonial. Acabar con los privilegios del clero y subordinarlo al Estado, hacer una distribución menos injusta de los bienes que el clero y las clases privilegiadas habían acumulado, decretar la libertad de cultos y separar la Iglesia del Estado. Hacer la enseñanza obligatoria, fundando escuelas en los pequeños poblados; crear institutos de enseñanza superior y profesional en que se diera preferencia a los conocimientos científicos;
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