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La Arquitectura Del Siglo Xx


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2013  •  3.080 Palabras (13 Páginas)  •  426 Visitas

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LA ARQUITECTURA Y EL MUSEO EN EL SIGLO XX

Las grandes transformaciones sociales y culturales de inicios del siglo XX afectaron también al museo, cambiaron su concepto, su función social y la forma de exponer. Todo esto generó un tipo de edificio muy diferente del que se había conocido hasta entonces, una arquitectura distinta, un concepto diferente de arte y una revolución científica que coincidieron con una forma de exponer nueva y con los avances educativos para crear otro tipo de museo. Ya no será más un santuario de las glorias nacionales, del arte o la ciencia, sino un instrumento didáctico, una máquina de investigación, una herramienta para la conservación y transmisión del saber. Aparecen nuevas necesidades. A lo largo del siglo XIX los museos habían crecido espectacularmente, eran asfixiantes y eso lastraba su actividad. Los modelos de Boullée, Durand, Schinkel o Klenze habían sido contenedores indiferenciados donde casi la totalidad de la superficie se destinaba a exposición. Pronto aparecieron nuevas necesidades que obligaban a crear nuevos edificios con partes claramente diferenciadas. Así apareció una nueva arquitectura especializada en la funcionalidad interna del museo, porque estaba apareciendo una especialización temática y disciplinar dentro de la propia institución. Si en el museo barroco o en los gabinetes convivían las obras humanas con los objetos de toda índole, a lo largo del XIX surgieron tipos especiales de museos, y a comienzos del XX quedó consolidada una clasificación temática que el ICOM dispuso en ocho epígrafes (arte, historia natural, etnografía y folcklore, historia, ciencias y técnicas, ciencias y servicios sociales, comercio y comunicación, agricultura y productos del suelo). Además, desde Goethe, se dividían las colecciones entre la parte a exhibir y la reservada a investigadores. Así nacieron las salas secundarias y crecieron los depósitos. Y así hubieron de crecer las áreas destinadas al trabajo interno de conservadores y administración, departamentos de restauración, salas de fotografía, biblioteca, sala de conferencias, salón de actos.... El resultado es que a comienzos del siglo XX el museo era ya un organismo complejo dentro del cual convivían diversas funciones y requería de diversas circulaciones. A todas estas necesidades debe responder una nueva arquitectura.

MUSEOS DE TRANSICIÓN

A principios del siglo XX el museo era una institución de prestigio social, símbolo de identidad burguesa y, estratégicamente situado en el urbanismo de la ciudad. Por todo ello no tardó en ser foco de los ataques de los movimientos de la vanguardia artística. Dentro del museo el arte sobrevivía abrumado en edificios obsoletos e inadecuados, el modelo colonialista y burgués que lo había inspirado estaba en crisis y siendo duramente cuestionado, la sensibilidad y el gusto cambiaba y el museo era visto como un lugar gélido, incómodo y contrario al placer sensual y sensorial del arte, entre otras razones, por su fuerte descontextualización. El manifiesto futurista de 1909 pide su destrucción por el fuego, o acaso una visita anual para llevar flores como se hace con los cementerios. Marinetti coincide con una corriente de pensamiento que comparte, entre otros, Paul Valery, y que llegará a su punto álgido con Marcel Duchamp. Nacía de este modo un nuevo concepto de lo que es una obra de arte. En defensa de los museos se sitúan el filósofo Theodor W. Adorno o Marcel Proust. A pesar de sus escritos, la museofobia era un hecho en la década de los 20.

La teoría

Quizá sea la obra de Otto Wagner la que mejor muestre la transición del museo decimonónico al moderno, comparando su proyecto de 1880 para un museo, con el que hará para el Museo Municipal Emperador Francisco José en 1912. De la composición y decoración neobarroca se pasa a un diseño austero y abstracto y, de la distribución clasicista en torno a un patio a la articulación de volúmenes lineales. Este arquitecto tuvo una dilatada carrera y desarrolló numerosos proyectos que nunca llegaron a construirse. Con sus ideas, la arquitectura palacial de grandes patio y corredores se hizo más urbana, y se dio una especial relevancia al gran vestíbulo distribuidos que relacionaba las diferentes alas del edificio. La rotonda se utilizaba de forma retórica para marcar el ingreso y se manifestaba al exterior con una cúpula en los primeros diseños y con un tambos en los últimos. El lenguaje se iba simplificando y despojando de ornamentación, con un desplazamiento del interés del espacio de exposición de piezas al

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espacio propio del visitante. Otto Wagner recorrió en tres décadas la ruta que va desde arquitectura historicista y la composición clásica hasta la arquitectura moderna. Sus últimas propuestas abrieron el camino a la construcción del museo austero, funcional y didáctico que necesitaría la sociedad contemporánea.

En este viaje hacia el museo moderno hay que reseñar las propuestas de Tony Garnier para el Prix de Rome en 1901. El arquitecto diseñó toda una ciudad, la Cité Industrielle, que contaba con cuatro edificios para albergar colecciones ubicados todos ellos en un área a modo de barrio cultural (museos, biblioteca, jardín botánico, sala de exposiciones y restaurante). El museo se componía de tres grandes cuerpos rectangulares interconectados, con un acceso principal en el central dando paso a un espacio totalmente diáfano, iluminado por ventanas altas. El modelo tiene su origen en el tipo de palacio de patio abierto con planta en forma de U.

La práctica

El tercer ejemplo de transición fue el proyecto que se desarrolló durante tres décadas para instalar la colección del matrimonio Kröller-Müller en un lugar que armonizase arte y naturaleza. El arquitecto Henry van de Velde fue el encargado del proyecto de un gran edificio con cuatro alturas que constaba de un gran cuerpo central cuadrado y dos alas longitudinales y, formaba un volumen escalonado. Tras la crisis de finales de los años 20 los diseños se vieron reducidos y se cambió el eje ordenador situando la entrada en uno de los extremos de las alas. Cuenta con planta única, perímetro de ladrillo y cubierta plana con lucernarios. El edificio se desarrolla longitudinalmente y en la parte central del eje hay un patio con fuente. A su alrededor las salas forman una sucesión de espacios rectangulares intercomunicados por los ángulos. La ampliación del eje este para la galería de esculturas rompió la simetría. También se trata de un modelo que sigue a los palacios decimonónicos, pero la evolución interna con la interconexión fluida de salas, el cambio en el eje y la ruptura de la simetría con las ampliaciones hicieron de este museo un ejemplo muy admirado de museo moderno.

Victor Horta diseñó para el Museo de Bellas Artes de Tournai con

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