La Bula Unam
Enviado por duvenmi • 27 de Septiembre de 2014 • 1.172 Palabras (5 Páginas) • 286 Visitas
LA BULA UNAM SANCTAM
DE BONIFACIO VIII(1)
Introducción
La Bula Unam Sanctam del papa Bonifacio VIII es, tal vez, la expresión más radical de la hierocracia papal. Apoyándose en la interpretación medieval de varias figuras bíblicas (la esposa del Cantar de los cantares, la túnica de Cristo, el "hombre espiritual" del que habla san Pablo en I Cor. 2,15, etc.) el papa afirma la absoluta supremacía del poder espiritual sobre el poder secular, y termina por definir que es de absoluta necesidad para la salvación el estar sometido al Romano Pontífice(2).
Este documento debe interpretarse a la luz de la violenta controversia que el papa llevaba adelante con el rey Felipe IV de Francia. El conflicto comenzó en 1296 cuando Bonifacio recordó la prohibición que pesaba sobre los príncipes cristianos de imponer tasas sobre los bienes eclesiásticos (cosa que estaba haciendo el rey para poder llevar adelante la guerra contra Inglaterra); Felipe, por su parte, respondió prohibiendo la salida de oro y plata del reino al exterior y la permanencia de extranjeros en Francia (lo que perjudicaba a las finanzas pontificias y los beneficiarios italianos que vivían en Francia). La relación fue enrareciéndose cada vez más hasta que en el sínodo del 1302 el papa decidió excomulgar a todos los que impidiesen la comunicación con la santa sede y emana la Unam Sanctam(3).
Texto de la Bula
«Por apremio de la fe, estamos obligados a creer y mantener que hay una sola y Santa Iglesia Católica y la misma Apostólica, y nosotros firmemente lo creemos y simplemente lo confesamos, y fuera de ella no hay salvación ni perdón de los pecados, como quiera que el Esposo clama en los cantares: Una sola es mi paloma, una sola es mi perfecta. Unica es ella de su madre, la preferida de la que la dio a luz [Cant. 6,8]. Ella representa un solo cuerpo místico, cuya cabeza es Cristo, y la cabeza de Cristo, Dios. En ella hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo [Ef. 4,5]. Una sola, en efecto, fue el arca de Noé en tiempo del diluvio, la cual prefiguraba a la única Iglesia, y, con el techo en pendiente de un codo de altura, llevaba un solo rector y gobernador, Noé, y fuera de ella leemos haber sido borrado cuanto existía sobre la tierra. Mas a la Iglesia la veneramos también como única, pues dice el señor en el Profeta: Arranca de la espada, oh Dios, a mi alma y del poder de los canes a mi única [Sal. 21,21]. Oró, en efecto, juntamente por su alma, es decir, por sí mismo, que es la cabeza, y por su cuerpo, y a este cuerpo llamó su única Iglesia, por razón de la unidad del esposo, la fe, los sacramentos y la caridad de la Iglesia. Esta es aquella túnica del Señor, inconsútil [Jn. 19,23], que no fue rasgada, sino que se echó a suertes. La Iglesia, pues que es una y única, tiene un solo cuerpo, una sola cabeza, no dos, como un monstruo, es decir, Cristo y el vicario de Cristo, Pedro, y su sucesor, puesto que dice el señor al mismo Pedro: Apacienta a mis ovejas [Jn. 21,17]. Mis ovejas, dijo, y de modo general, no éstas o aquéllas en particular; por lo que se entiende que se las encomendó a todas. Si, pues, los griegos u otros dicen no haber sido encomendados a Pedro y a sus sucesores, menester es que confiesen no ser de la ovejas de Cristo, puesto que dice el Señor en Juan que hay un solo rebaño y un solo pastor [Jn. 10,16].
Por las palabras del Evangelio somos instruidos de que, en ésta y en su potestad, hay dos espadas: la espiritual y la temporal...Una
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