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La Ciudad Industrial


Enviado por   •  6 de Mayo de 2012  •  1.902 Palabras (8 Páginas)  •  1.390 Visitas

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La ciudad industrial

El último y fundamental que han sufrido las ciudades en los últimos tiempos modernos ha sido ocasionado por esa compleja serie de acontecimientos que se ha llamado la revolución industrial; aunque en realidad no solo ha sido estrictamente industrial, sino también una revolución en la agricultura, en los medios de transporte y de comunicación y en las ideas económicas sociales.

Los postulados del utilitarismo cantado por Jeremías Bentham partían de la noción de que la Providencia regia la armonía económica siempre que el hombre no interviniese demasiado torpemente en el desarrollo interno de la misma. La industria venía de ser el sistema autorregulador que lograba el equilibrio de todos los esfuerzos dispersos e inconexos de los individuos, guiados por el incentivo de la ganancia pecuniaria.

En la misma tendencia, Adam Smith, abogado de la política del laissez faire, aparece como el padre de la economía capitalista del periodo liberal. Con anterioridad incluso a la máquina de vapor, descubierta por Watt en 1775, ya se inicia un desarrollo industrial de verdadera importancia que tiene una de sus bases en la subdivisión del trabajo.

Según e propio Adam Smith, <<el mayor avance y el perfeccionamiento de la potencia productiva, y la destreza, habilidad y buen juicio con que esta potencia debe ser dirigida o aplicada, parece que ha sido consecuencia de la subdivisión del trabajo>>.

El industrialismo se desarrolló principalmente en Inglaterra, y sobre todo en la industria textil, para el cual el clima y las otras condiciones del país eran altamente favorables. En un principio las fábricas eran movidas por energía hidráulica y, por consiguiente, no se hallaban concentradas en puntos determinados, sino extendidas a lo largo de corrientes fluviales en los sitios en que era posible el establecimiento de molinos, para conseguir la energía requerida.

Con la aparición de la máquina de vapor pudo lograrse una concentración en forma tal que favorecía extraordinariamente la producción en masa. Antes las industrias textiles estaban situadas a lo largo de los cauces fluviales de manera que, sin estar dispersas del todo, estaban repartidas longitudinalmente. Ahora, con la máquina de vapor, podía lograrse una concentración puntual, es decir, agruparse las factorías en sitios determinados, lo que dio lugar al fabuloso crecimiento de las grandes ciudades industriales. Manchester, que en 1760 tenía entre 30 y 45,000 habitantes, en 1800 creció, gracias al empleo de la máquina de vapor, hasta alcanzar 70,000 habitantes de los cuales 10,000 eran inmigrantes irlandeses, atraídos por el desarrollo industrial de la gran urbe. En 1830, la inauguración del Manchester and Liverpool Railway trajo otro considerable crecimiento urbano. Hacia 1850, la población contaba con cerca de 40,000 habitantes. Así creció una de las primeras grandes ciudades industriales.

El transporte era precisamente el instrumento que permitía la expansión del mercado económico, imprescindible por esta producción en masa. El sistema industrial dependía del transporte, tanto para la aportación de materias primas como para la distribución a los consumidores del producto terminado.

Las ciudades con puerto, debido a las facilidades que estos proporcionan para el comercio, adquirieron un desarrollo inusitado, llegando a ser centros de conjunción de las principales vías, tanto marítimas como terrestres. Así crecieron Liverpool, Londres, Hamburgo, Amberes, Nueva York y Baltimore.

Esta revolución dejó inermes las ciudades ante la tiranía de los instrumentos de la producción. Las factorías fueron las dueñas y señoras del suelo urbano y suburbano. Se colocaban en el punto más conveniente y más fácil da encontrar para su servicio. Si era necesario establecer una central térmica, para ello estaban los márgenes inmediatos del río, aunque luego el humo y el acarreo del carbón destrozaran parajes que podrían haber sido de gran belleza natural. Así se colocaron las centrales térmicas de Nueva York y Londres.

La violenta apropiación espacial llevada a cabo por la industria supuso para la estructura urbana una verdadera catástrofe, mientras que a los pocos años no representaba tampoco ninguna ventaja para ella. Claro está que tampoco podemos reprochar a una época una falta de visión que solamente a posteriori puede considerarse como tal.

Con las factorías y todos sus establecimientos anejos, destacan en la ciudad industrial los llamados barrios obreros, construidos por la ineludible necesidad de albergar a la mano de obra. En sus principios, estos barrios obreros, que los anglosajones llaman slums, se desarrollaron en condiciones verdaderamente ínfimas para la vida humana. Son una de las lacras que más afectan a la ciudad industrial. En los diversos países tomaron formas y características diferentes pero en todos tenían de común una fría y atroz regularidad y una gran densidad en cuanto al aprovechamiento del terreno. Con el criterio del más seco utilitarismo, se sacaba el mayor partido del suelo, prescindiendo de espacios libres y patios. Son famosos los primeros slums neoyorquinos: las filas de las casas de Railroad Plan de 1850 con pocas luces a la calles y a un infecto patio trasero. La mayoría de los habitantes carecían de luz y ventilación. A esta solución inhumano siguieron otros con pequeños patios intermedios, las llamadas Dumbbell houses, que no eran más que un ligero alivio en medio de la subsistente gravedad.

En el siglo XIX, a la vez que trajo la revolución industrial, preparó la revolución social, que si no se desató en forma catastrófica en los países industriales avanzados se mantuvo siempre amenazante sobre la sociedad, hasta que aquellas condiciones infrahumanas fueron dando paso a otras más benignas, gracias a la labor de reivindicación de las Trade Unions y los Sindicatos.

Robert Owen, propietario de una fábrica de textiles, que en 1816 planeó una ciudad de tipo colectivo que combinaba la industria y la agricultura y que se sostendría económicamente a si misma. Es la anticipación de las ciudades jardín del siglo XX nacidas de las ideas de Ebenezer Howard que, como ejemplo, fundó las de Letchwort (1903) y Welwyn, que todavía subsisten y gozan

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